martes, 27 de febrero de 2007

Perdido en Lima



[Música de fondo: Corazón de Neón - Orquesta Mondragón]


Hay zonas de Lima que invitan a la perdición. No hablo de la zona de "perdición" como pudiera pensarse. Por lo demás esas zonas de perdidas no tienen nada ya que todo el mundo parece encontrarse allí. No. la perdición esta vez se trata de un concepto totalmente geográfico. Hay sitios donde el filósofo y el tonto se formulan las grandes preguntas de la vida: ¿Dónde estoy? ¿Cómo llegué? y ¿Qué hago aquí?

Esta semana, por razones de trabajo tuve que ir a uno de esos lugares en donde, como en la canción de U2, las calles no tienen nombre. Se trataba de hallar un taller donde nos harían un trabajo de tornería. El ingeniero que había hecho el contrato me servía de guía por las calles de tierra de una zona que ha sido consecutivamente invasión, barriada, pueblo joven, asentamiento humano y comunidad autogestionaria, sin que alguno de esos cambios de nombre haya mejorado en algo las condiciones de vida de sus habitantes. Al ser la segunda vez que mi guía-conductor iba al taller, naturalmente nos perdimos. Así pues, nos encontramos en una situación de la que no nos podía salvar la guía que viene en las páginas amarillas, pues no había un punto de referencia que nos sirva para ubicarnos, ni tampoco el Google Earth, que muestra el sitio como un desierto virgen.

- Hay que preguntar, fue mi inteligente sugerencia. Soy muy bueno sugiriendo lo obvio. Mi guía se detuvo en lo mas parecido a una esquina que encontramos donde pregunté a una señora que pasaba:

- Disculpe... Conoce usted una tornería por aqui?

- No, no conozco, pregunte por aqui - fue la respuesta. Definitivamente no tengo el monopolio de lo obvio.

Despues de repetir la operacion con gente que era nueva, que no conocía o que simplemente no respondía, mi compañero mostró cierta impaciencia.

- Es que no sabes preguntar, me dijo, pareces policía buscando a un choro. Lo que tenemos que hacer es buscar una tiendita, tomarnos una gaseosa y conversar con el dueño, vas a ver...

Como el sitio era polvoriento, era mediodia y hacia un calor que parecia importado por su buena calidad, no tuve corazón para decirle que no confiaba en su idea.

La tiendita resulto ser una cantina de esas que venden ron de quemar filtrado con un trapo, pero al menos tenia gaseosas y un dueño que conocia a toda la gente de la zona.

- Ah, la tornería de Ninanchumbi, si, pues, tiene que ir dos cuadras mas pa' arriba, despues agarra la calle que va subiendo y sigue hasta que choca con la pared, alli dobla a la derecha, va a ver un árbol, dobla por alli y sigue hasta la puerta azul, al frente es donde Ninanchumbi tiene su tornería...

Llegamos después de un rato, mientras yo estaba aún sorprendido al ver que mi compañero habia entendido la explicacion y al saber que hubiera un arbol en estos sitios.

- Este no es el sitio... Así no era... No me acuerdo de esto la vez pasada...

- Vamos a preguntar, de todas maneras. Le dije, tocando la puerta. Apareció el que parecia el dueño.

- Disculpe... Esta es la tornería de Estalin Ninachumbi?

- No, no, no, yo soy Hitler Ninachumbi, no tengo nada que ver con él...

- Usted es el hermano de Estalin, entonces...

- Si, pero ya no trabaja conmigo, no tengo nada que ver...

No pudimos sacarle nada más. Al parecer la separacion de los hermanos no fue amistosa.

Así pues, perdidos otra vez, buscamos la cantinita en busca de mejores respuestas, pero no pudimos ubicarla. Tal vez las calles cambian con el tiempo en estos parajes.

- Preguntale a ese viejo, ese debe saber...

El viejo en cuestion parecia estar bien enterado.

- Si, pues, antes trabajaban juntos los hermanos, pero ahora andan peleados... Parece que el mayor se estaba chupando la plata... Mire, para llegar donde Estalin es bien fácil... Se va por la segunda paralela a esta calle, siga hasta donde antes estaba antes el comedor popular, ahí da la vuelta y sigue por donde están haciendo hueco... Alli va ver donde venden kerosene en la mañanita y va por la curva... Donde paran los mototaxis azules, alli, a media cuadra es...

Esta vez habia apuntado, pero nos dimos cuenta de que estas señas eran imposibles de seguir para alguien que va en carro y que no vive alli, y que no sabe donde estaba antes el comedor popular, donde venden kerosene y donde paran los mototaxis.

- Sabes qué, compadre, vamonos y regresamos otro día, estamos perdiendo mucho tiempo aqui.

Afortunadamente, estas palabras siempre son mágicas: En tres minutos ya habíamos encontrado la dichosa tornería. Y solo nos gastamos medio tanque de la camioneta.

Así pues, regresamos a la oficina con un bronceado veraniego y la promesa de Estalin de que mañana sí estaría el trabajo de todas maneras, por su madrecita.

Hoy me llamó el ingeniero nuevamente.

- Oe, no voy a poder recoger el trabajo de la tornería, vas a tener que ir tú, porque tu eres el unico que sabe como llegar...

Ese trabajo tendrá que venir solo, por que ese sitio no lo encuentro ni más...

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