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miércoles, 9 de abril de 2014

El tren Fantasma


Eli salió corriendo de su casa. Había llenado la mochila de cualquier manera, apuntes, lapiceras, viandita del almuerzo. Ya se le hacía tarde y tenía que ir a trabajar y no olvidarse de los apuntes de su clase del día porque después del trabajo tenía un parcial. Corrió a tomar el subte en Federico Lacroze.
¡No podía perder ese tren y sintió el golpe de las puertas cuando se cerraban a sus espaldas!
El vagón estaba repleto y trató de no alejarse mucho de la puerta porque bajaba en Pueyrredón.
Poco a poco el tren tomó velocidad, lo normal. Pero tuvo la sensación de que sucedía algo raro.
       — ¿Cómo, no para en Dorrego?— le preguntó a un muchacho que estaba junto a ella. Éste la miró con mirada ausente y no le contestó.
Lentamente la sensación de irrealidad se apoderó de ella. ¿Por qué el tren iba cada vez más rápido? ¿Por qué no paraba en las estaciones? ¿Y dónde estaban las estaciones? No había estaciones; el tren tomó un túnel que ella no conocía, con extrañas bifurcaciones mientras la velocidad aumentaba continuamente. Sólo existía el túnel bordeado de caños y cables.
Quiso preguntar a otros pasajeros. Cuando los miró se dio cuenta de sus miradas petrificadas; nadie hablaba, los chicos estaban quietos en brazos de sus padres, las miradas perdidas y los rostros de todos cada vez más grises a medida que la luz del tren se hacía más tenue y la velocidad cada vez más intensa.
¿Qué eran estas personas?
Aterrada dijo: ¡Por favor, en dónde estamos! ¿Cuándo vamos a parar? Parecía que nadie escuchaba, como si estuvieran en otra dimensión.
A inmensa velocidad, vio una luz al final del túnel. La máquina se fue deteniendo y llegaron sin novedad a la estación terminal, Leandro Alem. Instantáneamente las luces del tren recuperaron su intensidad normal y los rostros de los pasajeros recuperaron sus expresiones humanas. Todos recogieron sus cosas, las mamás tomaron de las manos a sus hijos  y salieron al andén. Eli hizo lo mismo.
La chica, que debió haber bajado en la estación Pueyrredón, tomó su celular y se comunicó con su trabajo:

— Sí, mirá, tuve un problema de transporte, voy a llegar tarde.


Esta es una historia de las que encuentro perdidas en internet, y que reproduzco aquí para esos momentos en que mi inspiración amerita una distracción. El original se encuentra en http://laboratoriocentral.blogspot.com/2013/08/el-tren-fantasma-nelida-rabetzky.html 

domingo, 10 de octubre de 2010

Hoy pude haber escrito sobre…


Hoy que al fin tengo algo de tiempo libre, pude haber escrito sobre nuestro último Premio Nobel, y cómo todos hablan de tal acontecimiento, sobre cómo muchos hablan de la justicia hecha a nuestro más notable escritor, y que esto y que lo otro, sin haber leído ninguno de sus libros, y apenas recordando lo que vieron en alguna de las películas basadas en sus libros.

Pude haber escrito algo sobre John Lennon, que hubiera cumplido otro cumpleaños ayer, de lo que hemos hecho con el mundo en su ausencia, y de cómo de alguna manera, nos hemos quedado sin voz desde entonces.

Pude haber escrito sobre las cosas que me han pasado esta semana, y que dan tema no para una, sino para muchas entradas, ya que he tenido, como si fuera un festival de cine, historias introspectivas, surrealistas, aparatosas, taquilleras y personalistas.

Pude haber escrito sobre la locura en que se ha vuelto mi calle desde hace un tiempo, a causa de las obras que realizan al mismo tiempo el alcalde de la ciudad y la obra gubernamental más aparatosa, en busca de los votos que le faltan para la próxima elección.

Pude, incluso, escribir sobre la curiosa casualidad de que este post se publicó el dia 10 del mes 10 del año 10, a las 10, y sobre las consecuencias numéricas y astrológicas de semejante coincidencia.

Pude haber escrito, en fin, sobre tantas cosas, que al final me quedé sin escribir sobre nada.
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