El corazón y el cerebro empezaron a discutir, y no lograron ponerse de acuerdo, así que llamaron al hígado y a los ojos para mediar, sin obtener resultados. Al debate se unieron el estómago, el tacto, la sangre y los labios, aumentando el desconcierto. El olfato, la bilis y los pulmones también dieron su opinión. Incluso el páncreas intervino, cuando ya los ánimos estaban caldeados, pero fue el riñón el primero que cedió a la violencia, iniciando la gresca de todos contra todos.
El cuerpo entero, incapaz de soportar tanta disputa y agresiones mutuas, se dio por vencido y cayó, justo cuando la mano trataba de alcanzar el teléfono.
El médico sentenció una falla general, pero los amigos más íntimos sabían la verdad, y así lo dijeron a la familia: aún hay gente que muere de amor.
Muy original. Un beso
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