martes, 4 de julio de 2023

¿Por qué no escribes un libro?



Fruto de la experiencia escribiendo estas líneas descuidadas cada cierto tiempo y que publico aquí, llevo un registro de las historias que he escrito en formas de cuentos y opiniones. Con el tiempo he llegado a juntar más de 500 de estos cuentos que han logrado pasar el primer filtro, los que con el tiempo he reescrito y modificado varias veces. Esto ya es un número imponente, que me obliga a preguntarme qué puedo hacer con todo este material. La respuesta lógica sería buscar una manera de publicar estos relatos en forma de libro, como me recomendó alguien en los comentarios a uno de mis posts. Lamento decir que esa posibilidad no solo no la considero, sino que la he rechazado por exceso de modestia o por miedo. Explicaré esos casos. 

Ya he contado antes (hace mucho, así no que no hay problema en contar la historia otra vez) que una vez conocí a un editor de una pequeña empresa independiente que me impresionó porque publicaba trailers de sus libros en YouTube, y porque los libros que editaba pretendían ser vanguardistas, pero no tanto que impidiera una lectura ágil. En cuanto a la calidad literaria, no me impresionó demasiado, y me pareció que mis cuentos podían soportar airosos la comparación, y así se lo hice saber al editor. Su respuesta fue de interés y le echó una ojeada a mi blog, dándole una aprobación provisional. Me dejó sus datos de contacto con el compromiso de mostrarle la versión más acabada de los cuentos que ya tenía y ver la posibilidad de una publicación. Nunca me contacté con él, las responsabilidades de mi trabajo y la conciencia de que mis cuentos necesitaban todavía otra pulida me lo impidieron. 

Después de un tiempo, por una de esas recomendaciones que uno no comprende bien de dónde vinieron, me vi envuelto en una comisión que editaba libros en mi Colegio Profesional. Allí se dio la oportunidad (que más de uno me hizo notar) de publicar mis cuentos, ya que mi otra colección de artículos técnicos no estaba tan desarrollada como hoy. Rechacé la opción, dándome a mí mismo la excusa de que no era ético ser al mismo tiempo escritor y editor. Segunda oportunidad perdida. 

Con el tiempo, apareció el sitio Wattpad, abierto a colaboraciones literarias. El tema me interesó, hasta que hice una vista extensiva al sitio. No encontré más que fanfics adolescentes. Apareció además el problema de determinar a qué género pertenecían mis cuentos. El que haya leído mi blog sabrá que no son artículos de fantasía, ni de opinión, ni humor ni ficción, pero son todo eso junto y más. Revisando la sección de humor, que decidí como la más cercana, solo encontré chistes sacados de internet. Recordé entonces la idea de un libro que tenía desde hace tiempo. Se trataba de una historia novelada de las andanzas del antiguo maestro Abu Navid, alternada con la narración en primera persona de un personaje que iba recopilando los datos sobre su vida, como una crítica/parodia a los libros de autoayuda. A falta de una mejor clasificación, lo empecé a colocar en la sección de “Autoayuda” de Wattpad, pero solo llegué a los cinco primeros capítulos. No me gustó cómo estaba quedando y los capítulos publicados no recibieron visitas. Hasta hoy están allí abandonados y sin nadie que los haya visto. 

La última oportunidad hasta hoy se dio en una feria del libro a la que llegué por casualidad. En uno de los puestos trabé conversación con la persona que atendía, y le mencioné la existencia de mi blog. Ella me dijo entonces que habían editados varios libros escritos por blogueros, y en respuesta le mostré en mi celular mi archivo de 500 cuentos. Leyó dos de ellos, diciéndome que le gustaba uno de ellos, pero el otro no, añadiendo consejos para la hora de escribir. Me señaló entonces a una persona sentada en un aparte leyendo un libro. Ese es el dueño de la editora, muéstrale este cuento, y si lo convences, lo publicará, me dijo. Miré al personaje: un señor de edad, con cara de estar juzgando severamente el libro que tenía en las manos. Hice una rápida búsqueda entre mi archivo de cuentos, pero de repente no pude encontrar ninguno con el brillo suficiente para ablandar esa cara de pocos amigos. Ante mi duda, la vendedora me dijo que no tenga miedo, y me animó a avanzar esos pocos pasos que nos separaban, antes de voltear para atender a otros clientes. Mi cobardía terminó tomando la decisión de dar la vuelta y alejarme del puesto de libros, dejando a la vendedora con su cliente y al editor con su libro, ignorando mi presencia. 

Así, hasta la fecha de hoy, el mundo no tiene más testigo de mi presencia que el blog que sigo alimentando, y mis cuentos no ven todavía la luz pública en otro formato. Estoy consciente de que las oportunidades que he contado, otro con más determinación las hubiera aprovechado, pero no me arrepiento. Tal vez algún día tome el camino de otros que han hecho alguna publicación de reducido tiraje, con ejemplares solo para regalar a los amigos más selectos. Mientras tanto sigo escribiendo cada vez que me llega la inspiración, sin más aspiraciones que mi satisfacción personal.

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