domingo, 5 de marzo de 2023

La vida de las moscas



Aprovecha cada minuto, que la vida es corta, me dices. Permíteme discrepar, porque pocos animales hay con una vida más larga que los humanos, y nadie envidia a las tortugas por vivir 150 años. Son los otros animales los que deben aprovechar su tiempo, solo piensa en lo que daría un perro por vivir un poco más de sus 15 años. 

Para darte un mejor ejemplo, te contaré la vida de las moscas. Tal vez ya sabes que las moscas sólo disponen de un mes, para nacer, crecer, reproducirse y morir, y eso no les da tiempo para pensar ni esperar tiempos mejores. 
Las moscas (y esto me lo han contado otros insectos muy documentados) se manejan movidas casi siempre por el instinto, por lo que cuando se posan en tu plato lo hacen únicamente por hambre. No tienen nada contra ti, ni es su interés amargarte la vida como piensas, y por lo mismo no hacen caso de tus insultos. 
¿Qué pueden hacer las moscas en un mes de vida? Te diré más bien lo que no hacen: No pierden el tiempo en probar pareja tras pareja buscando requisitos imposibles. El amor de su vida es la primera pareja que encuentran, no hay tiempo para más. Tampoco buscan la acumulación de riqueza, pues el mundo es grande y lleno de comida. No tienen tiempo para fingir ante otras moscas que son mejores, bastante tienen con buscar el propio sustento y cumplir con la necesidad de la reproducción. 

Con un mes de vida, las moscas ven el mundo de manera muy diferente a los humanos. Para ellas los árboles son eternos e inmutables, como para nosotros las montañas, ya que nadie ha vivido lo bastante para verlos cambiar. Las casas humanas son para ellas accidentes geográficos que aceptan sin cuestionar, y las calles, parte del mundo tal como fue creado por alguna deidad ignota. 

Lo anterior podría llevar a pensar que las moscas creen en algún dios, pero eso no es cierto. La religión no es algo que se puede aprender en un mes, y hay cosas más importantes. Esto no significa que a un nivel instintivo no tengan conocimiento de un ser superior. Lo tienen, y este ser superior, la deidad suprema que reconocerían si tuvieran tiempo para pensarlo, es el hombre, gran dador de alimentos y brindador de refugio, aquel que moldeó el mundo a su voluntad y dejó un lugar para que las moscas vivan protegidas de las inclemencias del clima y de las aves devoradoras de insectos. Como dios caprichoso, brinda alimento, pero también reparte la muerte por razones que sólo él conoce. Usando el sagrado matamoscas, castiga con la muerte a quien deja de agradarle, y deja vivir a otros sin justificación de juicios morales que tampoco las moscas tendrían tiempo de entender si quisieran hacerlo. 

Con todo, las moscas no son insensibles a la belleza, aunque sus cánones estéticos no sean iguales a los nuestros. Valoran la hermosura de un plato de comida, al igual que la de un basural fresco y oloroso. Aprecian también a un ejemplar fuerte con quien aparearse. Si otra mosca rechaza un requerimiento amoroso, la mosca no se lamenta ni espera que cambie de opinión, simplemente busca otra pareja, el mundo está lleno de moscas, y alguien la aceptará tal como es. 

Al igual que el amor, la amistad es un sentimiento un poco diferente entre las moscas. Cualquiera con quien se comparta una manzana podrida, o un pedazo de basura, es un amigo, sin importar que sea una mosca roja, verde o azul. Las moscas no tienen tiempo para juzgar el pasado de nadie. Tampoco les afectan las traiciones, ya que no se sabe si quien los abandona es por haber encontrado algo mejor, o por haber caído prisionero en una telaraña, comido por un ave o condenado a muerte por el sagrado matamoscas. 

Por eso, déjame aprovechar mi ociosidad, que la vida humana es larga, no como la de la mosca. Deja el “Carpe Diem” para otro que en verdad lo necesite.

3 comentarios:

  1. Muy bueno. Deberías escribir un libro. Un beso

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    1. Ya intenté dos veces escribir un libro. Una vez invadí Wattpad y escribí cinco capítulos que no me dejaron nada satisfecho y con ninguna interacción. La segunda vez hice una mezcla entre un manual de empleabilidad y colección de tonterías que tuvo un par de reacciones positivas, pero nada realmente notable. El resto de la historia lo contaré por aquí alguna vez.

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  2. Reflexionado, reflexionando, me he posado en una manzana en el punto justo de podredumbre necesario para no hundirme y poder succionar con inmenso placer.

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