viernes, 20 de mayo de 2022

Miopía


La edad, o la costumbre de leer a altas horas de la noche, ha hecho que pierda poco a poco la vista. Al principio, culpaba al cansancio el hecho de no poder leer algunas palabras o las letras de los pies de páginas y las anotaciones. Con el tiempo, se me hizo cada vez más difícil leer los párrafos de los libros de bolsillo y al fin, no podía distinguir bien ni siquiera las letras grandes o incluso algún título del capítulo. Con todo, no he pensado en ponerme anteojos para leer. En su lugar, he tomado la costumbre de leer más lentamente y en voz alta, como una manera de no confundirme. Si suena bien, es porque estoy leyendo correctamente, me digo. Cuando, a pesar de todo, no puedo distinguir lo escrito, lo invento pensando en lo que tal vez quiso decir el escritor. Una vez, un amigo que me escuchó leyendo en voz alta, me dijo que lo que estaba leyendo no se parecía en nada a lo que estaba escrito en el libro. No me importa, ahora los libros dicen exactamente lo que quiero leer, soy parte de la trama, y la lectura se ha convertido en algo personal, que ningún otro lector compartirá del mismo modo.

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