sábado, 28 de mayo de 2022

Beneficios secundarios



Una vez hace ya bastante tiempo, me tocó ir a trabajar en un pueblo pequeño, donde no había nada que hacer por las noches. Ni siquiera se podía uno sentar en un banco de la plaza, pues estaba en remodelación, hasta el billar del pueblo estaba cerrado quien sabe por qué. Lo único que quedaba entonces era un casino que acababa de abrir en esos días. Afortunadamente soy inmune a las adicciones y cambiaba el más pequeño de mis billetes por fichas y de alguna manera lo hacía durar una hora jugando en las máquinas de poker. La mayoría de las veces lo que hacía era acompañar a otro de los trabajadores de la obra mientras perdía su dinero en alguna de las máquinas. Aquí ocurría el verdadero beneficio. Para mantener a los clientes sentados, cada cierto tiempo pasaba una azafata con una bandeja de pequeños sándwiches y empanadas para los jugadores. Yo que estaba sentado al costado sin jugar, también cogía de los bocaditos y vasitos de bebida, y le decía a mi compañero que sin necesidad de apostar nada, ya había obtenido ganancias en el casino. Después de todo ese tiempo, he vuelto a sentir esa misma sensación al inscribirme en Tinder. Repaso los perfiles, concedo algunos likes solo por seguir el juego, pero a lo que en realidad pongo atención es a la canción preferida. Cuando encuentro alguna canción que no conozco y que me parece interesante, la reproduzco en Spotify. De esa manera he descubierto a varios intérpretes y música que me han gustado, por parte de gente que ni siquiera se entera que me la ha recomendado. Ya he obtenido beneficio de esa red, sin invertir nada, y sin riesgo, pues a la fecha nadie me ha contestado un like. Tal vez soy el único que entra a un sitio de citas en busca de una recomendación musical.

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