domingo, 20 de junio de 2021

Perú en el primer mundial



Ahora que hay Eurocopa y Copa América y la gente acepta con buen ánimo las historias deportivas, voy a contar cómo fue la primera participación peruana en un mundial de fútbol, en el que también fue el primer mundial de la FIFA, en Uruguay en 1930, con la intención de recordar que no siempre los campeonato internacionales fueron como ahora, y ver lo diferente que era todo en esos días, aunque algunas cosas sigan igual. 

A finales de la década de los 1920, el fútbol peruano era un caos. Rencillas entre jugadores y dirigentes eran cosa de todos los días. El escándalo más sonado de aquellos años fue el llamado “partido de los bastonazos”, en 1927, entre los equipos de Alianza Lima y Universitario, que acabó en una batalla campal que incluyó al público asistente, y que hizo nacer entre esos equipo una rivalidad feroz, al punto que hasta hoy ese choque es el “Clásico” del fútbol peruano. A pesar de los problemas internos, no se dejaba de invitar al seleccionado peruano a los campeonatos internacionales. 
En 1929, para la Copa América, que se llevaría a cabo en Argentina, los jugadores de Alianza Lima abandonaron la concentración, debido a pleitos con los demás jugadores y dirigentes (los jugadores de Alianza eran en su mayoría de raza negra y del barrio pobre de Lima, lo que al parecer influyó mucho en el trato con los demás jugadores, que eran de clase alta) y fueron castigados, y el club suspendido de sus actividades deportivas. Es en ese contexto que llega la invitación al primer mundial de fútbol. 

Recordemos que en 1930 el mundo estaba en crisis después de la caída de la Bolsa en 1929, por lo que la mayoría de los países europeos no estaban interesados en un viaje intercontinental para un campeonato que no tenía el prestigio que hoy posee. La mayoría de los participantes eran países sudamericanos, designados por invitación. Aceptar la invitación al mundial era un paso arriesgado. Aunque Uruguay asumió los gastos de transporte de los equipos, la preparación del equipo exigía gastos que la Federación de Fútbol no podía cubrir. Poco a poco, con la realización de algunos partidos amistosos se fue obteniendo algo de dinero, y se contrató al Entrenador español Paco Brú, quien llegó solo dos meses antes de la fecha del viaje, para encontrar que no había absolutamente nada avanzado. Bru tuvo que coordinar varios partidos amistosos entre los clubes del torneo local para poder ver a los jugadores y tener una idea de la selección que podría armar, encontrando que los mejores jugadores del fútbol peruano, los de Alianza Lima, estaban castigados, y que el club jugaba solo partidos amistosos con otro nombre para eludir las sanciones del año anterior. Gracias a sus gestiones se levantó el castigo y pudo contar con ocho jugadores de este club. Pero ese no fue el único problema. Problemas en la cocina de la concentración terminaron con varios jugadores hospitalizados por problemas estomacales. A pesar del entusiasmo que logró despertar la participación peruana, pocos creían en que la selección podría hacer un buen papel, basados en los pésimos resultados obtenidos en la Copa América del año anterior. 

Así empezó la aventura del viaje a Montevideo, en un tiempo sin carreteras internacionales ni vuelos aéreos sobre los Andes. La selección salió del puerto del Callao, despedida por multitud de aficionados, y embarcó en un vapor, que hizo una parada en la costa peruana y tres en puertos chilenos hasta llegar a Antofagasta, donde abordaron un tren rumbo a Buenos Aires, atravesando la cordillera. De allí tomaron otro vapor hasta Montevideo, haciendo en total once días de viaje. 

En la capital uruguaya les esperaban otros problemas a la selección peruana. El clima lluvioso dificultaba los entrenamientos en la cancha de Peñarol y se ponía en duda si el estadio Centenario estaría listo para el inicio del Campeonato. Dentro de las actividades previas al inicio del Campeonato, estaba el sorteo de grupos, realizado a último momento debido a que no se sabía cuántas selecciones llegarían. Hasta ese entonces, la selección peruana no sabía a quiénes se iba a enfrentar, y cuando se conoció que compartiría grupo con el anfitrión Uruguay, bicampeón olímpico, no hubo entusiasmo. El tercero del grupo de tres era Rumania, equipo totalmente desconocido para los peruanos. Durante estas reuniones previas, los dirigentes de la selección peruana fueron informados de que deberían tener una camiseta distintiva, detalle en el que nadie de la delegación peruana había reparado. Uno de los dirigentes tuvo que salir corriendo a una tienda deportiva en Montevideo para comprar la primera camiseta peruana en un Mundial de Fútbol, de color blanco con ribetes rojos. 

El día del debut de la selección peruana, el nuevo estadio de Montevideo no estaba listo todavía, así que se decidió jugar en el estadio del balneario de Pocitos. El primer partido de Perú lo enfrentaría a Rumania, el único equipo europeo que venía con sus mejores jugadores. Entre tanto, en Lima, una muchedumbre se había agolpado frente a los edificios de los diarios “El Comercio” y “La Prensa” para enterarse de las incidencias del partido. En un tiempo sin radio internacional y sin televisión, los cables telegráficos eran la manera más inmediata de enterarse de los acontecimientos. Mientras ocurrían las jugadas, periodistas resumían lo más importante, y lo enviaban por telégrafo a la siguiente estación. Así, de estación en estación, las noticias llegaban a Lima, con un retraso de aproximadamente una hora. Estos mensajes por cable eran publicados en una pizarra en la puerta del diario. Así se vivían los partidos internacionales en esa época. 

Con una muy escasa concurrencia de público (el partido mundialista con menos público en la historia), empezó el partido. Para sorpresa de todos, los rumanos anotaron apenas a los 2 minutos de juego, lo que ocasionó que los peruanos perdieran la calma y convirtieran el partido en una lucha. En un primer tiempo muy interrumpido por el juego fuerte, los peruanos empataron el marcador. 
En el segundo tiempo, la cosa se puso peor. El jugador rumano Adalbert Steiner tuvo que abandonar el campo con una pierna fracturada, y así el peruano Plácido Galindo se convirtió en el primer expulsado de la historia de los mundiales. 
Con la superioridad numérica, Rumania anotó dos goles en los últimos diez minutos para terminar con un marcador de 3 a 1. Como suele suceder, la prensa peruana culpó al arquero peruano Valdivieso de la derrota. 

El segundo partido de la selección peruana fue muy diferente, ante el dueño de casa Uruguay, que celebraba ese mismo día el centenario de su independencia inaugurando el nuevo estadio, que por fin estaba listo. Ese día hubo mucho protocolo y ceremonia, con 70,000 espectadores alentando a los locales. La prensa local calificó el partido como una floja actuación de los uruguayos, de quienes se esperaba una goleada, mientras los peruanos celebraban la heroica resistencia de su defensa y su arquero Pardón, que fue vulnerada solo una vez. El partido terminó 1 a 0, resultado que dejó a los peruanos conformes al saber que, salvo ese partido, en todos los demás los uruguayos anotaron al menos 4 goles. 

Así terminó la primera participación peruana en un mundial de fútbol. No he encontrado datos sobre el regreso al Perú de los seleccionados, que debió ser una odisea igual a la de su llegada, ni del recibimiento del público a su selección, que también debió ser con gente a favor y en contra, hasta la próxima Copa América, en que todo vuelve a empezar con fe en un mejor resultado para nuestro fútbol.

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