domingo, 18 de agosto de 2019

Pelotitas anti stress


Conforme crece el índice de stress en nuestra oficina, los responsables de personal se esfuerzan cada vez más en buscar formas de mantener a la gente motivada, y evitar una ola de suicidios, asesinatos y levantamientos en masa de imprevisibles consecuencias. Yo también creía que estos riesgos eran pura exageración sacada de un libro extranjero, hasta que caí en la cuenta de ya ha habido varios casos de compañeros caídos en el cumplimiento del deber, que la empresa ha tratado de suavizar reportándolos como resfríos, descansos intempestivos o inofensivos arrebatos de locura temporal.

La primera acción que se tomó fue implementar un mini gimnasio. Tal como lo predije cuando nos dieron la noticia, la novedad duró cosa de dos semanas, hasta que se dieron cuenta de que a nadie le dan tiempo para usarlo, no importa que tan temprano o tan tarde sea, y a los que empezaron a usarlo eran mal vistos, como flojos que no querían trabajar o que tenían tiempo de sobra. Para mí, lo que hacía falta en el mini gimnasio era un saco de arena para golpear, y con sitio para colocar la foto de alguien, como para hacer el ejercicio con más gusto.

El último intento ha llegado hace poco, y consiste en repartir una dotación de pelotitas anti stress. La idea no parece tan mala, uno puede oprimir la pelota de una manera discreta en su mismo puesto de trabajo sin ser señalado por ningún dedo acusador. Una experta en bienestar laboral ha ido sección por sección para repartir y explicar el uso adecuado de las pelotas anti stress. Yo veo la que me dan y me parece raro que una pelota de espuma necesite instrucciones de uso. Solo se trata de estrujarlas hasta que se te quiten las ganas de venir con una ametralladora a la oficina, no hay gran ciencia en ello. La experta nos explica que la pelota se debe estrujar rítmicamente, coordinadamente con la respiración, que al hacerlo debemos estar una posición cómoda en nuestro asiento, y otras indicaciones que no escucho porque estoy tratando de hacer algunos de los trucos con pelotas que he aprendido alguna vez.

Aunque para algunos estas pelotitas se han convertido en un adorno más de la oficina, por mi sitio ya dos de ellas han cumplido su destino, quedando convertidas en una masa informe y arrugada, víctimas de un mano con mucho stress acumulado, que no solo estruja, sino que también retuerce, estrangula y destroza. Debo reconocer que no pensaba que una pelota podía convertirse en algo así en tan poco tiempo.

Yo por mi parte, aún estoy volviendo a recordar varios trucos de pelotitas. En la mañana, cuando los cestos de basura están todavía limpios, juego a la canasta en ellos, y ya me he ganado un par de apuestas y el récord de canasta a tres bandas. Con otras pelotitas donadas generosamente por trabajadores que no creen en estas cosas, he completado la colección de pelotitas con una de cada color, y he podido hacer dos vueltas de malabarismo con tres pelotitas, incrementando mi reputación en la oficina.

 Aunque ha aumentado el índice de pelotitas tumbando floreritos, lapiceras y monitores de computadoras, creo que en general la moral de la oficina ha subido un poco. Con mi ayuda, mis compañeros empiezan a dominar los secretos del “pelotitas anti stress free style”, pasando las pelotas desde la espalda y recibiéndolas con volteretas. Aún estoy tratando de convencer al Área de Personal que el incidente de la guerra de pelotitas entre áreas funcionales ha servido para liberar tensiones en ambos lados. Como parte del área técnica, estoy haciendo planes para modernizar el proceso con hondas y rifles lanza pelotas. Sería una verdadera forma de liberar el stress acumulado.

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