domingo, 17 de junio de 2018

Los Americanos


- Ingeniero, allá en la planta ¿Hay gringos?
- Sí, hay tres o cuatro americanos.
- Y los americanos ¿Cómo son?

El grupo de ingenieros que nos encontrábamos en la mesa miramos todos al niño, hijo de la dueña del restaurante que nos daba menú en la obra, y que nos hacía la pregunta con total inocencia y atrevimiento.
- Los americanos son más altos que nosotros, más blancos y saben todos hablar inglés – Respondió uno de mis compañeros, más en broma que en serio. Yo por mi parte, caí en la cuenta de que nunca me había hecho esa pregunta, y me puse a pensar en qué es lo que diferencia a los americanos de nosotros. Mientras tanto, otros complementaban la primera respuesta:
 - Los americanos creen realmente que son los dueños del mundo, nos miran por encima del hombro y creen que aquí todavía usamos taparrabos y arcos y flechas.
- Es que ellos no leen libros, sólo ven películas que escribe gente que tampoco lee libros.
- No les hagas caso, en realidad los americanos no existen, ellos mismos se inventaron, todos somos americanos, ellos se creen los únicos americanos, y por eso inventaron que nosotros somos latinos, cuando Latinoamérica es otro invento de ellos...
- Lo más chistoso es cuando creen que están aprendiendo español o cuando creen que están bailando como nosotros y no se dan cuenta de que se ven ridículos.

Aquí fue cuando yo intervine, después de revisar mentalmente todo lo que he visto en todos los americanos que he visto y también lo que recordaba de las películas.
- Yo creo que lo principal que hay que saber de los americanos es que se trata de gente con el alma vacía. El breve silencio incrédulo que siguió me dio la ocasión de completar la idea. - Nosotros tenemos un alma que llenamos con la familia, con los amigos, y hasta con el fútbol y con el baile. Los americanos no tienen eso. Apenas cumplen los 18 años, se van de su casa y no regresan más. Así pierden a su familia. Cuando se mudan, no conocen a sus vecinos, en su trabajo se ocupan tanto de sus labores que no les interesa conocer a sus compañeros. Ha habido casos en los que trabajaban junto a un asesino y nadie se dio cuenta. Así es que no tienen amigos.
- Pero a ellos sí les gusta el deporte, sólo que son otros deportes, les gusta el rugby y el básquetbol – intervino uno de los ingenieros.
- Pero para ellos es diferente – respondí – nosotros vamos en grupo desde temprano, cuando hay un gol nos abrazamos con desconocidos. Allá no existen barras ni hinchadas, cada quien va solo o con uno o dos amigos, sin grandes banderolas, sin bandas, y al final regresan solos como vinieron, sin festejar en las calles como hacemos aquí. Por eso es que decía que los americanos tienen un alma vacía.
- Por eso es que los americanos que están aquí sólo les interesa el trabajo…
- Y a aquellos que no les gusta su trabajo, quieren llenar su alma con otra cosa, y se vuelven fanáticos de cualquier cosa: hay fanáticos de cómics, del ejercicio, de las armas, de la religión, de las dietas, de la Guerra de las Galaxias, del dinero, del sexo, parece que cada americano busca algo a lo que hacerse adicto.

El niño nos miraba a uno y a otro, maravillado de las respuestas que recibía.
- ¿Y no hay gente normal allá?
- Yo creo que para ellos eso es lo normal, y esa es la parte triste…

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