jueves, 7 de junio de 2018

La terapia



Después de lo que he visto en el mundo, de ser testigo de los extremos a los que puede llegar la gente, he llegado a la conclusión de que todos estamos locos. Algunos menos que otros, unos cuantos más locos que el resto, pero todos estamos al menos un poco locos. Pero no estoy yo aquí para solamente dar el diagnóstico de los problemas del mundo, sino para plantear soluciones. Todos necesitamos terapia, un tratamiento que nos quite la locura, pero no una terapia convencional, eso sería aceptar que estamos locos, aceptar la derrota, guardemos algo de orgullo. Busquemos entonces una de esas terapias novedosas que han aparecido en los últimos años, creadas por un loco verdadero (se sabe que el mejor modo de comprender y curar una enfermedad es sufrirla en carne propia), una terapia de esas que nos hacen sentir que no estamos locos y que solamente estamos a la moda.

Buscaremos entonces a un gurú de las terapias alternativas para que nos imponga un tratamiento. Hay dos reglas que debemos observar para escoger a nuestro guía terapéutico. La primera regla es que debe llamarse a sí mismo “gurú”, “maestro”, “chamán”, o algo semejante. Afortunadamente ninguna institución otorga título oficial de gurú o chamán, así encontrarlos es tarea fácil, no es necesario ningún diploma a nombre de la nación ni certificado de estudios. Ha de bastar con la palabra del gurú, quien además nos convencerá de que las escuelas de medicina representan a la ciencia oficial y por lo tanto no comprenden estas cosas.
La segunda regla es que la terapia no debe ser dolorosa ni ser causa de sufrimiento alguno, eso hay que dejarlo para la medicina oficial, que desbalancea las energías.

Así, el primer encuentro con un Iluminado nos lleva a un centro de investigación sospechosamente parecido a una trastienda en el centro de la ciudad, donde nos presentan a la aromaterapia, donde nos llenarán de flores y perfumes para que las malas energías se desvanezcan en el aire. ¿Para eso hay que bañarse primero? – Para eso tiene que limpiar su casa y su dormitorio, para que no huela tan feo, luego tiene que bañarse también, no sea cochino. – Bueno, aprovecharé para usar ese perfume que me regalaron… - No, ese perfume no sirve, tiene que ser el que vendemos aquí, si no, no funciona. No me convence, no puedo creer que el perfume de Antonio Banderas no sirva para estas cosas, por más que me lo diga un chamán que afirma haber hecho viajes astrales a Alemania para seguir un curso de flores de Bach.

Mi segunda parada es la terapia con imanes. Me colocan unos imanes en el cuerpo para alinear las energías. Creo que estoy falto de hierro o los imanes tienen poca potencia, porque no me siento diferente, y me pongo a revisar los imanes. – Qué polo está aplicando – le pregunto. ¿Me está poniendo los imanes del lado del polo positivo o del negativo? Acto seguido nos enfrascamos en una discusión sobre si los imanes deben colocarse por el lado positivo o negativo. El lado positivo atraerá a las cargas negativas, pero el polo negativo alineará las partículas de hierro de la sangre en armonía con el polo magnético terrestre. ¿Y si al estar cargado de energía positiva atraigo a las energías negativas, como dictan las leyes de la electrostática? Tal vez lo mejor sea una terapia que use electroimanes con corriente alterna de 60 Hz. Así la energía se balanceará y obtendré el equilibrio.
La experiencia me sirve para comprender dos cosas: la primera es que si todas las terapias buscan hacer que uno se sienta mejor, podría encontrar actividades que hagan sentirse mejor y crear mi propia terapia, y la segunda es que puedo aplicar mis conocimientos científicos de ingeniero para la creación de terapias alternativas. Manos a la obra, entonces.

Mi primera creación es la “Especuloterapia”. Esta será una creación para las personas vanidosas, y consiste en la contemplación del propio reflejo en el espejo. Si existe la cromoterapia que consiste en llenarse de colores, la especuloterapia seguirá el mismo principio. Y aplicando los avances de la ciencia, puedo instalar en el espejo parlantes que repitan frases de autoayuda al mirarse. O espejos programados con filtros como los de Instagram para borrar arrugas, crecer músculos o ponerse nariz de perro cuando detecte que el usuario está de buen humor. También podría agregar al espejo una antena Bluetooth que tome selfies y los postee en las redes sociales automáticamente.

Sin detenerme allí, también me decido a crear la “Nintendoterapia”. No saben la cantidad de gente que conozco que se siente mucho mejor después de matar 1237 enemigos en una hora de juego. Estoy pensando en cómo será mi “Centro de Nintendoterapia”, con muchos televisores conectados al juego de moda y salas especiales para los juegos en red.

Por último, sería una buena idea compartir con el mundo la terapia que yo uso. Cuando no tengo nada que hacer, o cuando no tengo ganas de hacer lo que tengo que hacer, me pongo a escribir tonterías. Es muy reconfortante y no se imaginan lo animado que me siento después de escribir una. ¿Cómo llamaré a esta terapia? Creo que será la Tontoterapia.

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