Después de lo que
he visto en el mundo, de ser testigo de los extremos a los que puede llegar la
gente, he llegado a la conclusión de que todos estamos locos. Algunos menos que
otros, unos cuantos más locos que el resto, pero todos estamos al menos un poco
locos. Pero no estoy yo aquí para solamente dar el diagnóstico de los problemas
del mundo, sino para plantear soluciones. Todos necesitamos terapia, un
tratamiento que nos quite la locura, pero no una terapia convencional, eso
sería aceptar que estamos locos, aceptar la derrota, guardemos algo de orgullo.
Busquemos entonces una de esas terapias novedosas que han aparecido en los
últimos años, creadas por un loco verdadero (se sabe que el mejor modo de
comprender y curar una enfermedad es sufrirla en carne propia), una terapia de
esas que nos hacen sentir que no estamos locos y que solamente estamos a la
moda.
Buscaremos
entonces a un gurú de las terapias alternativas para que nos imponga un
tratamiento. Hay dos reglas que debemos observar para escoger a nuestro guía
terapéutico. La primera regla es que debe llamarse a sí mismo “gurú”,
“maestro”, “chamán”, o algo semejante. Afortunadamente ninguna institución
otorga título oficial de gurú o chamán, así encontrarlos es tarea fácil, no es
necesario ningún diploma a nombre de la nación ni certificado de estudios. Ha
de bastar con la palabra del gurú, quien además nos convencerá de que las
escuelas de medicina representan a la ciencia oficial y por lo tanto no
comprenden estas cosas.
La segunda regla es que la terapia no debe ser dolorosa ni ser causa de sufrimiento alguno, eso hay que dejarlo para la medicina oficial, que desbalancea las energías.
La segunda regla es que la terapia no debe ser dolorosa ni ser causa de sufrimiento alguno, eso hay que dejarlo para la medicina oficial, que desbalancea las energías.
Así, el primer
encuentro con un Iluminado nos lleva a un centro de investigación
sospechosamente parecido a una trastienda en el centro de la ciudad, donde nos
presentan a la aromaterapia, donde nos llenarán de flores y perfumes para que
las malas energías se desvanezcan en el aire. ¿Para eso hay que bañarse
primero? – Para eso tiene que limpiar su casa y su dormitorio, para que no
huela tan feo, luego tiene que bañarse también, no sea cochino. – Bueno,
aprovecharé para usar ese perfume que me regalaron… - No, ese perfume no sirve,
tiene que ser el que vendemos aquí, si no, no funciona. No me convence, no
puedo creer que el perfume de Antonio Banderas no sirva para estas cosas, por
más que me lo diga un chamán que afirma haber hecho viajes astrales a Alemania
para seguir un curso de flores de Bach.
Mi segunda parada
es la terapia con imanes. Me colocan unos imanes en el cuerpo para alinear las
energías. Creo que estoy falto de hierro o los imanes tienen poca potencia, porque
no me siento diferente, y me pongo a revisar los imanes. – Qué polo está
aplicando – le pregunto. ¿Me está poniendo los imanes del lado del polo
positivo o del negativo? Acto seguido nos enfrascamos en una discusión sobre si
los imanes deben colocarse por el lado positivo o negativo. El lado positivo
atraerá a las cargas negativas, pero el polo negativo alineará las partículas
de hierro de la sangre en armonía con el polo magnético terrestre. ¿Y si al
estar cargado de energía positiva atraigo a las energías negativas, como dictan
las leyes de la electrostática? Tal vez lo mejor sea una terapia que use
electroimanes con corriente alterna de 60 Hz. Así la energía se balanceará y
obtendré el equilibrio.
La experiencia me
sirve para comprender dos cosas: la primera es que si todas las terapias buscan
hacer que uno se sienta mejor, podría encontrar actividades que hagan sentirse
mejor y crear mi propia terapia, y la segunda es que puedo aplicar mis
conocimientos científicos de ingeniero para la creación de terapias
alternativas. Manos a la obra, entonces.
Mi primera
creación es la “Especuloterapia”. Esta será una creación para las personas
vanidosas, y consiste en la contemplación del propio reflejo en el espejo. Si
existe la cromoterapia que consiste en llenarse de colores, la especuloterapia
seguirá el mismo principio. Y aplicando los avances de la ciencia, puedo
instalar en el espejo parlantes que repitan frases de autoayuda al mirarse. O
espejos programados con filtros como los de Instagram para borrar arrugas,
crecer músculos o ponerse nariz de perro cuando detecte que el usuario está de
buen humor. También podría agregar al espejo una antena Bluetooth que tome
selfies y los postee en las redes sociales automáticamente.
Sin detenerme
allí, también me decido a crear la “Nintendoterapia”. No saben la cantidad de
gente que conozco que se siente mucho mejor después de matar 1237 enemigos en
una hora de juego. Estoy pensando en cómo será mi “Centro de Nintendoterapia”,
con muchos televisores conectados al juego de moda y salas especiales para los
juegos en red.
Por último, sería
una buena idea compartir con el mundo la terapia que yo uso. Cuando no tengo
nada que hacer, o cuando no tengo ganas de hacer lo que tengo que hacer, me
pongo a escribir tonterías. Es muy reconfortante y no se imaginan lo animado
que me siento después de escribir una. ¿Cómo llamaré a esta terapia? Creo que
será la Tontoterapia.
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