A veces pienso
que ya tenemos demasiada historia. No hay día en que no se conmemore algo, en
que no se recuerde algún hecho pasado. Las lecciones de la historia son siempre
recordadas aunque nunca se aprenden realmente. Por eso ahora, cuando ya todo
parece estar inventado, me pongo a investigar los logros olvidados y sepultados
en las profundidades de la prehistoria, mediante la fórmula secreta que une a
la astrología inversa y los viajes astrales para volver a la época en que la
gente era más simple, en que muchas de las cosas que hoy damos por sentadas
tuvieron sus gloriosos comienzos. Muchos creen que la gente en esos tiempos no
sabía nada y que los grandes inventos son cosa de nuestro tiempo. Pues no, por
eso dejo aquí algunos ejemplos de esos
grandes momentos de la prehistoria.
La invención del número seis. En el tiempo en que aún se pensaba que todo aquello que no pudiera contarse
con los dedos de una mano no valía la pena ser contado, vivió Pmnt, considerado
por algunos como el primer matemático de la prehistoria. No hacía muchas
generaciones que se había llegado a la idea revolucionaria de equiparar
conceptualmente una cantidad de objetos con los dedos de una mano. Por aquel
entonces se contaba señalando primero los bienes y luego señalando un dedo de
la mano. Este método, aunque útil, no permitía contar más allá de cinco, pues
se usaba una mano para señalar. Hoy se nos hace difícil comprender el cambio
conceptual que significaba dejar de señalar para poder contar, y esto fue lo
que descubrió Pmnt. Algunos piensan todavía que la invención del número seis
fue producto de la casualidad, al considerar el puño como un dedo más al acabarse
los dedos, pero Pmnt fue el primero en definir formalmente al número seis. Esto
abrió todo un mundo nuevo para el hombre, quien finalmente descubrió que era
posible contar cantidades mayores a los dedos de una mano. Desde ese momento
fue posible la invención de números mayores, la acumulación de riquezas, la
planificación y el control de tribus, y los conceptos de suma y resta. Lamentablemente,
esta historia tiene un final triste: Muchos creyeron que Pmnt había llegado
demasiado lejos con sus habilidades matemáticas, y el uso del número seis fue
resistido e incluso prohibido, al considerarse como un invento diabólico. Las
castas sacerdotales trataron de mantener este conocimiento en secreto para
alejar al hombre de la codicia y la acumulación, pero Pmnt difundía su
invención a todos, lo ocasionó que fuera apedreado hasta morir en uno de los
disturbios entre los partidarios y detractores del número seis. Es desde esa
época que el seis conlleva una connotación negativa, y hasta hoy se le asocia
al demonio.
El café. En los
tiempos en que las tribus prehistóricas seminómadas vagaban por el norte de
África, las cabras eran parte importante de la vida diaria, que proporcionaban
carne, leche, cuero y lana, además de ser capaces de comer hierbas duras y requerir
poca agua. No en vano se les consideraba entonces como un regalo de los dioses
a los hombres. La tribu Korbu, que buscaba un sitio donde establecerse durante
el invierno, notó que las cabras de la tribu estaban inusualmente inquietas. No
se tardó mucho en descubrir que la razón eran unos arbustos de frutas rojas que
habían estado comiendo. Uno de los pastores, cuyo nombre ha caído en el olvido,
probó la fruta y el sabor le pareció desagradable. Desencantado, arrojó las
ramas al fuego. En ese momento ocurrió un doble milagro: el café comenzó a
hacer efecto y los frutos tostados empezaron a emitir un olor agradable y muy
penetrante, que atrajo a toda la aldea. El gran jefe pidió consejo a los
ancianos sobre cómo aprovechar mejor el descubrimiento, surgiendo varias ideas como
tratar de disolver los frutos en agua hirviente, preparar una pasta comestible
o quemarlo para inhalar el humo. Después de semanas de intensa experimentación,
labor acometida por todos los habitantes de la aldea, se encontró que la mejor
manera de consumirlo era disolver los granos molidos en agua caliente. Una vez
descubierto el mejor método, los resultados fueron explosivos. Se dice que en
esa temporada toda la tribu se mantuvo cuatro días trabajando sin dormir,
tiempo durante el cual muchos de los habitantes tuvieron visiones y entraron en
posesión de entidades divinas. El gran jefe se vio obligado a prohibir el uso
de la bebida para evitar que los aldeanos perdieran el contacto con la
realidad. El consumo de café se reservó al inicio para ocasiones especiales,
aunque después se permitió su empleo durante la temporada de cosecha, cuando el
trabajo se intensificaba, y en la temporada de frío, en que se tomaba solamente
en las noches. Aunque se trató de mantener el secreto, pronto se esparció la
fama del pueblo que no dormía y que podía hablar con los dioses gracias a una
bebida maravillosa. El café también impulsó la creatividad en las artes de la
cerámica y la textilería, que se hicieron conocidas en toda la región. Se dice
también que era posible reconocer a uno de los habitantes de la tribu Korbu,
así como sus textiles y su cerámica, solo por el aroma que tenían impregnado, y
que perduraba mucho tiempo después de que hubieran abandonado su pueblo.
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