En una empresa requerían cierta vez contratar
a una persona para uno de los puestos de la organización. Sabido es que
actualmente las empresas dejan esta labor a empresas especializadas de
reclutamiento, pero tras dos intentos infructuosos, decidieron dejar de lado
esta opción y encargaron a la jefa de Recursos Humanos la búsqueda de la
persona apropiada para el puesto. La encargada lo primero que hizo fue
consultar en su red de contactos por si alguien conocía a quien cumpla con los
requisitos. Los requisitos, por lo demás, nunca estuvieron muy claros. Se quería
a alguien que, aparte de unos requisitos de educación bastante confusos,
pudiera cumplir con las cualidades personales que la empresa tiene en sus
planes de negocio. Ante la duda, la encargada recibía a todo tipo de personas:
Con título, sin título, con experiencia, sin experiencia, con experiencia en
otras áreas, en fin, de todo. La búsqueda parecía no dar resultados y los
tiempos apretaban. Fue en uno de los últimos días cuando aparecieron dos
personas especiales, diferentes a los que se habían presentado antes.
La primera persona apareció en la mañana,
recomendada por alguien conocido. Su traje no era todo lo elegante que se suele
llevar a una entrevista de trabajo, pero cumplía con lo mínimo que se pide para
estas cosas. Se presentó a sí mismo como un buceador.
-
¿Por qué nos podría interesar un
buceador en nuestra empresa? - Fue la pregunta que surgió de manera automática.
-
Un buceador tiene las cualidades
que esta empresa necesita – Respondió el postulante – un buceador sabe lo que
es trabajar bajo presión, se sumerge en el trabajo asignado, analizando los
problemas a profundidad, sabe cuándo se debe respirar y cuando se debe echar el
aire. Además, los buceadores no son gente superficial. Saben que una falla en
su equipo les puede costar la vida, por eso son muy cuidadosos, pero cuando ven
las oportunidades favorables, se zambullen sin ningún temor. Los buceadores son
también gente que llega siempre hasta el fondo del asunto, y de vez en cuando
encuentran verdaderos tesoros en la profundidad. Saben cuándo es el momento
apropiado para salir a la superficie y mostrarse. Si lo que busca es alguien que pueda hacer carrera, un buceador es alguien que ya ha estado en el fondo y conoce lo que cuesta ascender. Un buceador, por lo tanto, es
el elemento ideal que necesita su empresa.
Estas razones causaron buena impresión en la
reclutadora, quien estuvo de acuerdo con las ideas del postulante y la
convencieron de las bondades de tener a un buceador dentro de la empresa. Pero
aún faltaba el último postulante, quien se presentaría en la tarde para su
entrevista de trabajo. Decidió esperarlo antes de tomar la decisión final.
A la hora indicada se presentó el último
postulante. Su ropa, aunque limpia y con una elegancia casual, no era lo que
uno esperaría en una entrevista para una gran empresa. Al fin y al cabo, las
modernas tendencias de reclutamiento recomiendan indican que la apariencia no
es el factor determinante, pensó la encargada, al hacerlo pasar.
-
¿Qué cree que puede aportar usted
a nuestra empresa? – preguntó.
-
Yo, señorita, soy montañista –
dijo, como si la respuesta se explicara sola.
Ante la mirada confundida de la encargada de
Recursos Humanos, el postulante explicó:
-
Un montañista está acostumbrado a
escalar posiciones, está fuertemente orientado a una meta, está dispuesto a
llegar a lo más alto, puede ver el panorama que otros no están acostumbrado a
ver, y no se conforma con menos que las alturas. Un montañista puede trabajar y
rendir incluso cuando la atmósfera está enrarecida, no necesita de mucho
oxígeno para trabajar, y no se rinde ante el esfuerzo. Sabe trabajar en equipo,
y utiliza todas las herramientas disponibles para llegar al final, pues sabe
que si no lo logra, será considerado un fracaso, no lo arredran los climas
adversos ni los vientos fuertes, sabe capear una tormenta y se agarra de
cualquier saliente para evitar la caída. Es alguien que no se conforma con menos que llegar a la cima. En suma, un montañista tiene las
cualidades que su empresa necesita.
La reclutadora, ante las dos posibilidades
encontradas ese día, dudó entre las cualidades de uno y de otro. ¿Cuál sería el
que reuniera las mejores cualidades para la empresa? ¿El buceador? ¿El
montañista? Decidió consultar a su gerente.
-
¡No me venga con metáforas y
contrate al que cobre menos! Fue la seca respuesta.
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