Esta semana los habitantes de Lima celebran el aniversario de la ciudad, la cual es una actitud contradictoria con el ánimo prevaleciente los otros 364 días del año. Para estar a tono con la ocasión, sin perder mi manía por los datos curiosos, aquí pongo a consideración del casual lector de este blog algunos apuntes sobre la historia de esta ciudad:
- La fundación de Lima le debe mucho al azar. Francisco Pizarro envió una expedición a buscar un lugar donde establecer la capital. Esta expedición pasó primero por mi tierra, Pisco, donde encontraron algunos problemas, y luego llegó hasta aquí. Dio la casualidad de que llegaron en la mejor época del año, cuando el sol brilla y todo se ve bonito. Cuando se dieron cuenta que el resto del año el cielo se cubre de una neblina espesa propicia para el asma, ya era demasiado tarde.
- Lima fue la capital de un territorio que llegó a abarcar toda Sudamérica y la actual Panamá. El virrey que gobernaba desde Lima en representación del Rey de España tenía un poder casi ilimitado dentro de este territorio y poseía una corte que nada tenía que envidiar a las cortes europeas. Hoy nos cuesta pensar que desde aquí se gobernaba todo un continente.
- Todas las riquezas del Nuevo Mundo salían desde el puerto de Lima hacia España. El comercio resultante hacía que la ciudad tenga un lujo escandaloso. Se tiene noticia de que en una ocasión, los comerciantes de Lima, para recibir a un virrey, mandaron pavimentar la calle que da a la plaza principal con adoquines de oro, y las dos calles siguientes con adoquines de plata. Si, pues, las calles de Lima estaban empedradas de oro.
- Tanta riqueza despertaba la codicia de piratas y corsarios, que en dos ocasiones saquearon Lima. A raíz de ello, se decidió amurallar la ciudad. Como suele suceder con las obras públicas en este país, la obra ser retrasó y se excedió en el presupuesto. La muralla se terminó dos siglos después… cuando ya no habían piratas ni corsarios. Para no entorpecer el crecimiento de la ciudad, se ordenó la demolición de la muralla. Nuevamente, la obra se excedió en tiempo y dinero. Aún queda un resto de la muralla, restaurado y convertido en parque, para recordarnos como se hacen las obras públicas en esta tierra.
- El verdadero nombre de la ciudad era “Ciudad de los Reyes”. En los documentos oficiales del tiempo del virreinato se le llama simplemente “Los Reyes”. Con las ideas de independencia es que el nombre de “Lima” toma fuerza entre la gente. Se podía reconocer en ese tiempo quien era realista o patriota simplemente por la forma en que llamaba a la ciudad.
- La ciudad que conocemos hoy como la “Lima virreinal”, que tanta admiración causa a los turistas, no es la ciudad que fundó Pizarro. Esta fue destruida dos veces, por los terremotos de1648 y 1746, en que no quedó ninguna casa en pie. Al virrey que reconstruyó la ciudad, José Manso de Velasco, Conde de Superunda, no se le recuerda hoy, aunque se le llamó en su momento “el segundo fundador de Lima”.
- Después de la independencia, el Perú cayó en la anarquía por las luchas entre caudillos que se disputaban el poder, salían en campaña de guerra y dejaban a la ciudad totalmente desprotegida a merced de las bandas de bandoleros que operaban en las afueras de la ciudad. En una ocasión, una de estas bandas entró a la ciudad y tomó el Palacio de Gobierno, convirtiéndose su jefe en el presidente más breve de nuestra historia: Unas dos o tres horas, antes de que las fuerzas del orden lo acribillaran sobre el propio sillón presidencial. ¡Aquí sí podemos decir que cualquiera puede llegar a ser presidente!
- Lima es una ciudad llena de obras inconclusas. A la muralla mencionada anteriormente, debemos agregar el edificio de 22 pisos que fue por mucho tiempo sede del Ministerio de Educación. El proyecto era hacer dos edificios iguales, con el otro edificio cruzando la calle, donde se encuentra hoy “El Hueco” mercado de comercio informal de Lima. El edificio que es hasta hoy el más alto de Lima, el Centro Cívico, también sufrió un recorte de presupuesto que dejó un segundo edificio gemelo “para después”. Y de eso hace ya más de 30 años. La vía expresa de Lima quedó solamente en la primera etapa. Cada cierto tiempo se desempolva el proyecto de terminarla hasta Villa El Salvador, pero nunca se concreta.
- Como última perla, tenemos la obra del Tren Eléctrico Elevado de Lima, obra impulsada personalmente por nuestro actual presidente durante su primer gobierno, que actualmente opera (cuando quiere) un tramo de un kilómetro y medio, y ha dejado varios tramos de la única alameda en el mundo con árboles de concreto. Como decimos por aquí: ¡Esto sólo pasa en el Perú!
No dirán después que Lima no es ciudad para que alguien como yo viva, respire y escriba este blog ¿verdad?
Conde de Superunda era el nombre de la calle que ahora se conoce como Jirón Callao, si no me falla la memoria. Aún hay una placa que lo dice por ahí. Saludos.
ResponderBorrarEfectivamente, existe la calle Conde de Superunda, que, aunque calle mas bien pequeña, es mas de lo que se puede decir de otros. Si sacamos la cuenta de los personajes que mas han hecho por Lima, veremos que a casi nadie se le dedica una calle. Mencionemos algunos nombres: Nicolas de Ribera (que si tiene una calle con su nombre) Tauli Chusco, Bergasse Du Petit Thouars (que si tiene una avenida importante y un monumento dando la mano a Tauli Cusco), Augusto Leguia, Manuel Odria, Luis Bedoya Reyes. Por supuesto, nadie tiene un monumento o una calle ni de casualidad, aunque los ultimos es por claras razones politicas.
ResponderBorrarahhh, pero Odría tiene de sobra en Tarma...
ResponderBorrarHan transcurrido 79 años desde que dieron el golpe de Estado a don Augusto B. Leguía, el
ResponderBorrargran autor de la Av. Leguía (Hoy Av. Arequipa, en conmemoración al lugar donde se produjo el levantamiento) que unió Lima con Miraflores y todavía no hay alcalde ni gobierno que haga justicia y restituya el nombre original a la avenida que sigue siendo después de ocho décadas una de las principales arterias de nuestra ciudad.
Además, los amigos de lo ajeno se han tirado el pequeño busto de Leguía que estaba en la Av. Arequipa.
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