sábado, 19 de enero de 2008

El premio gordo de la lotería

Normalmente no creo en la suerte. O más exactamente, no creo en que la suerte se presente a favor mío. Puedo contar innumerables ocasiones en que la suerte se ha presentado porfiadamente en mi contra, ocasiones en que he salido avante a duras penas. A pesar de todo, siempre dejo en todo lo que hago un pequeño margen para la suerte, ya sea porque la suerte pudiera ser buena a pesar de todo, o por haber hallado un placer perverso en vencerla.
Parte de esta concesión al azar es el jugar a la lotería. No tanto a la lotería instantánea, sino a la lotería semanal. Las loterías instantáneas no sirven para mí, pues son una comprobación demasiado rápida de mi divorcio con las combinaciones ganadoras. Además, para alguien con un promedios de aciertos tan bajo, no voy a desperdiciar mi porción estadística de aciertos en un premio de "juega gratis otra vez".
Acostumbro jugar, entonces a la lotería por los premios grandes. Ya he probado la mayoría de las combinaciones sobre como escoger un número. Los cumpleaños de mis seres queridos, mis documentos de identidad, los números de suerte del horóscopo... Todos han pasado a alimentar las jugadas ganadoras que nunca salen. Y hubo un tiempo en que llegué al extremo en esta actividad:
- Señor, que le pasa, no está apuntando su número ¿Acaso se le olvidó?
- No señorita, es que apunto los números de las placas de los carros que pasan, y ahorita no pasa ninguno...
(A la semana siguiente)
- Señor, apunte el 12 de la placa de ese carro!
- No, señorita, esta semana estoy apuntando los números de los precios de esa vitrina...
(A la semana siguiente)
- Señor ¿Qué números va a apuntar esta vez?
- No sé... ¿Qué tal tu teléfono?
Al final, y ya por aburrimiento, dejo que otros escojan los números que voy a jugar. Hasta este fin de año en que ocurrió lo que me impulsó a escribir el primer post de este 2008.
- Voy a comprar la tinka, ¿Qué números se te ocurren para jugar?
- No sé... Voy a pensar un rato y te digo.
Ese rato se prolongó toda la tarde, y al día siguiente, que ya era domingo, repetí la pregunta.
- ¡Ya compré un boleto para tí, con unos números muy bonitos!
- ¿Donde está el boleto?
- A ver... creo que lo dejé en mi casa... ¡Pero aquí tengo apuntados los números!
- Bueno, ojalá que tenga suerte, dije guardando el papel.


El lunes en la tarde, que es mi hora de cotejar mi suerte, voy al puesto habitual y pido a la vendedora los números ganadores. Al compararlos con los números que tenía, me dió el chucaque. 6-10-17-24-28-30... Tenía los 6 números correctos!
¡Al fin se me hizo! pensaba mientras trataba de mantener la calma y regresar a mi casa antes de que a alguien se diera cuenta y me secuestrara al crédito por lo que aún no había cobrado. Pero es muy difícil mantener la compostura después de tres saltos mortales y varios gritos estridentes trepado sobre el puesto de lotería diciendo lo que realmente pienso de mucha gente.
Como pude, llegué a casa y llamé por teléfono.
- ¿Dónde esta el boleto de la tinka? Tráelo al toque, que tenemos que ir a cobrar nuestros millones!
- ¿Qué?
- Flaca, nos vamos a Varadero... ¡NOS SACAMOS LA LOTERIA!
- No puede ser...
- Ya te dije que cuando tú piensas, pierdes, así que tráeme nomás el boleto... ¡AHORAAAA!
- Pero si yo cotejé el número en la mañana, no hay mas que 3 números correctos...
- ¡YO ACABO VER AHORITA! Y si no vienes al instante con el boleto te voy a cambiar por alguien que sepa apreciar a los millonarios!
Los 20 minutos más largos de mi vida fueron los que tardó en venir con el boleto. Ni siquiera la dejé pasar de la puerta antes de arrancarle el boleto que traía en la mano.
- ¿Ves, incrédula mujer? ¡Ya somos de la alta sociedad! ¡Somos respetables! ¡Somos....!
- Pero si son sólo tres números... ¡Ah, ya entendí! ¡El número es 4-16-17-29-28-37!, Mira, este es mi 4, y este es mi 9, y este es mi 6, y...
- Lo siguiente que recuerdo es que me habían echado agua para recuperarme del desmayo. Así que he empezado el año sin millones, y sin perro que me ladre, después de un intento de asesinato y muchos comentarios sobre la madre de quien escribe los números con semejante caligrafía.
Como dije al comienzo, la suerte está siempre en contra mía...

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