jueves, 13 de febrero de 2025

Solo una copa de vino



Te invito una copa de vino. Sólo una, tal vez dos, pero no más. Con una sola copa de vino, los sentidos despiertan y un agradable calor invade el cuerpo. Te quiero cómoda, con esa pequeña alegría que da una sola copa de vino. Relajada, pero aún en control, quiero que me cuentes tu vida. Narrar una vida es diferente después de una copa de vino. Hay más detalles, los hechos son más que una sucesión de trabajos, mudanzas y listas de cosas que en realidad no importan. El vino da color a las anécdotas, y convierte una biografía en un recuento de emociones más que de hechos. 

Quiero brindar contigo con una copa de vino. Si así lo quieres, fingiremos que estamos celebrando. Celebremos cualquier cosa, celebremos que estamos aquí, que por fin atendiste a mi invitación, celebremos que hemos sobrevivido a todo lo que hemos pasado, celebremos al universo, al destino, a esa infinita cadena de casualidades que hizo que por fin nos sentemos en una misma mesa. 
Cuando tomes el primer sorbo quiero ver esa sonrisa que causa el primer cosquilleo de alcohol al pasar por tu garganta, y quiero que veas mi sonrisa al ver la tuya. Quiero tomar el primer sorbo mientras tú me miras, y disimular diciendo que el rubor de mi rostro se debe al vino. 
Mientras esperamos que el vino haga su efecto, hablaremos de cualquier cosa: del clima, del tráfico, del vino. Avísame si en estos primeros minutos se nota demasiado que quiero impresionarte, aunque lo más probable es que todo lo que diga sean tonterías para disimular mi timidez.

Con el calorcillo del vino, la conversación será cada vez más personal. Se acabarán los hechos intrascendentes y empezaremos realmente a conocernos. No tengo aún el derecho de conocer tus secretos, pero aceptaré lo que quieras compartir conmigo. Yo compartiré contigo todo lo que una copa de vino me permita compartir. Yo sabré si lo que te cuento te interesa, porque dejarás de mirar la copa de vino y empezarás a mirarme a mí. 
Una copa de vino no emborracha a nadie, ni siquiera dos, así que en cualquier momento serás libre de abandonar el lugar. No deberás buscar excusas ni más disculpa que la que se debe a la educación o a la amabilidad. No te culparé, pues para entonces es probable que ya haya visto en tus ojos tus deseos de no seguir. Cuando nuestras miradas ya no se encuentren, no hará falta más explicaciones. Volveremos al mutuo anonimato, sin más pérdida que dos copas de vino. 

Pero también podría ser que te abras y me cuentes durante una o dos copas de vino, lo que piensas y sientes, y que yo te cuente cómo es que todo lo que he vivido me ha preparado para esta noche, para este bar, y para ti. Quiero que durante dos copas de vino, seas feliz. Quiero que al llegar a tu casa después de esta cita pienses que esta ha sido una buena noche, que valió la pena aceptar al fin mi invitación, que se iluminen tus ojos al recordar nuestra conversación, y que el sabor de esa copa te acompañe mucho tiempo después de hoy. 

¿Y qué es lo que yo quiero? Yo quiero que esta copa de vino sea sólo la primera, y que el futuro nos depare más copas de vino, vasos de cerveza, tazas de café, cenas y desayunos en la cama. 
Pero primero debes aceptar solo una copa de vino.

1 comentario:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...