domingo, 12 de noviembre de 2023

Sobre energías y vibraciones



Siempre hay alguien dentro del círculo de amigos, o en el trabajo, que empieza a hablar de las energías o las vibraciones, generalmente en un sentido negativo: “Esta persona está trayendo energías negativas”, o “no traigas tus malas vibras”, los escucho decir. Y para los que no han escuchado estas cosas personalmente, internet está lleno de textos, videos y frases sobre la energía y la vibración. Y yo, que soy ingeniero, me rompo la cabeza tratando de entender a qué se refieren, porque los conceptos sobre energía y vibraciones que traigo aprendidos desde la universidad no tienen ninguna relación con lo que se habla en la oficina. 

Empecemos con el tema de la energía. Yo siempre creí que la energía es la capacidad para realizar un cambio físico. Para ponerlo de manera más entendible, yo necesito energía para mover mi taza de café desde el plato hasta mi boca, lo cual me dará energía que acumularé hasta que la necesite para realizar mi trabajo diario, con el resultado de que podré cobrar mi sueldo que usaré para comprar más café que usaré para darme energía para trabajar otro mes y así cumplir con un ciclo infinito. Dicho así parece simple, pero hasta ahora no entiendo qué es lo que tiene que ver con la disposición de las personas para trabajar o para hacer de la vida del prójimo más miserable. Hasta donde puedo medir (y para un ingeniero solo se puede controlar lo que se puede medir), las personas malhumoradas que odian a todo el mundo necesitan la misma cantidad de energía para escribir un informe que las personas que van cantando por la vida. Y en cuanto a la acumulación de energía, sé que el cuerpo humano tiene dos maneras de guardar energía: la primera es la energía instantánea, que se conserva durante poco tiempo y que se basa en el consumo de azúcar, lo cual he probado como cierto después de innumerables barras de chocolate a media tarde que me han dado la energía suficiente para acabar con las tareas del día; y la otra es la energía a largo plazo, que proviene del consumo de grasas, y que nuestros ancestros usaban para sobrevivir a los fríos inviernos, pero que ahora solo se usa para exhibir una antiestética panza que mantiene a las mujeres en una relación estrictamente profesional. 

Pero de alguna manera, mucha gente piensa que la energía, que yo puedo medir en Joules o en calorías, tiene que ver con la actitud hacia la vida y el efecto psicológico que causa el malhumor sobre el estado de ánimo de los demás. Más aún, ahora la energía tiene polaridad, progreso desconocido en mis tiempos de estudiante. Resulta que las personas tienen energía positiva y negativa, lo cual me causa problemas teóricos y cortocircuitos cerebrales. Veamos, si aceptamos que la energía puede ser positiva o negativa, de acuerdo a la ley de la electrostática, una energía atraerá a la de signo contrario y repelerá a la de su mismo signo, ergo, si yo tengo una energía positiva, atraeré a las personas de energía negativa, y alejaré a las personas con energía positiva. Cuando comenté esto a alguien que me hablaba de las energías positivas, me miró con “cringe”, como se dice ahora. Tal vez desde que salí de la universidad han derogado la ley de la electrostática, pero nadie me ha avisado.
Considerando que la energía es lo que se almacena en las baterías para accionar todos los artefactos que usamos en la actualidad, tal vez sea hora de aprovecharla para usos pacíficos. Según lo que me cuentan algunos, hay gente con tanta energía negativa como para iluminar todo el edificio. Cuando logre inventar el acumulador y el motor de energía negativa, ganaré el premio Nobel y eliminaré la necesidad de combustibles fósiles en el mundo. Pero no nos adelantemos tanto, con que pueda cargar mi celular me doy por bien servido. El problema sería que tal vez un smartphone cargado con energía negativa me presente solo malas noticias y críticas al gobierno en las redes sociales, y tome fotos de tonos grises, pero tampoco es muy diferente de lo que obtengo ahora, digo yo.

Y como siempre hay quien quiere dar un paso más allá, en cuanto a los temas espirituales, ahora no solamente se habla de “energías”, sino también de “vibraciones”. Como si alguien hubiera dado una hojeada a mis libros de texto de la universidad solo para ver los nombres de los capítulos en busca de un término marketeable, encuentro gente que me dice que tengo que vibrar con el universo. Otro cortocircuito cerebral cuando pregunto qué vibración es esa, de cuántos Hertzios es la vibración del universo y a cuánto estoy vibrando yo. Nuevamente tengo la desagradable impresión de haberme perdido de algo desde que terminé mis estudios de ingeniería. Para mí, las vibraciones siempre tuvieron que ver con las magnitudes medibles de amplitud y frecuencia, pero ahora la vibración se trata de algo inasible que tiene el universo y yo no. De la explicación que me dieron solo pude entender que si dos personas se caen bien, están vibrando juntas, y que yo debo andar desafinado, porque no vibro con nadie. Tal vez estoy confundiendo vibración con tembladera, porque no entiendo cómo puedo medirle la vibración a una persona, ni mucho menos medir la frecuencia de vibración del universo, como para saber si solo necesito una afinación, o mi caso es grave y solo se resuelve con una bajada de motor completa. 

Pero como soy persona animosa, he visto aquí una oportunidad de negocio, y hoy he llegado a la oficina armado de una batería, un osciloscopio y un diapasón, ofreciendo mis servicios de medición de energía y vibración. La gente se puede acercar a mi sitio para tomar los bornes de la batería, y con un voltímetro puedo equilibrar la potencia para saber el nivel de energía. Como la batería proporciona corriente continua, puedo determinar si una persona tiene energía positiva o negativa simplemente comparando el nivel de energía en posición positiva, es decir, cuando toma el borne positivo con la mano derecha y el negativo con la mano izquierda; con el nivel negativo, cuando los bornes intercambian de manos. Así, a las personas con falta de energía, una descarga de la batería basta para avisparlo, y a las personas de energía negativa les doy una descarga de la batería con los bornes en posición positiva para contrarrestar. 

En cuanto a las vibraciones, tengo un diapasón ajustado a 432 Hz, que todos saben que es la vibración del universo, y un osciloscopio para medir la frecuencia a la que vibra el cliente. En caso de desajuste, conecto la batería a un inversor de corriente para darle una descarga que le arregle las vibraciones. Como algunas a algunas personas no les basta una descarga de energía a 432 Hz, hay que complementar el tratamiento con una zamaqueada mecánica acompañada de un par de cachetadas de cortesía, acompañados de ese mantra tan efectivo que es el “Amigue, date cuenta”. 

Así, esta semana me estoy haciendo de un pequeño ingreso extra, explicando que mi tratamiento es más científico que el de los que venden cristales de cuarzo, u ofrecen alineamiento de chakras, que rechazo como tonterías con las que estafan a la gente.

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