domingo, 7 de julio de 2019

Signos de puntuación


Caminaba por la calle cuando vi unos puntos suspensivos tirados en un jardín. Es lo que quedó de una historia sin terminar, pensé. Recordé lo que pasa cuando los puntos suspensivos se separan, y caminé hacia una iglesia cercana. Tal como me temía, allí se celebraba el velorio de un punto final. Así funciona la vida, decía uno de los deudos, una va por allí hasta que encuentra un punto y avanza confiado en que sea un punto seguido, que lo detenga sólo un momento y después le permita seguir avanzando, pero no, es el punto final que termina con su historia.

Salí de la iglesia pensativo. Tiene razón, no hay manera de distinguir a un punto seguido de un punto final, acercarse a él sin saber si se está llegando al final de una frase, de un párrafo, de un capítulo o de todo el libro. Caminaba tan distraído que tropecé con una coma, que me hizo recordar que no es bueno seguir tanto rato sin detenerme un momento a respirar.
Aproveché el pequeño descanso para ver a la gente por la calle. Pasaron dos signos de admiración, gritando y tratando de asustar a la gente. Algunos se escondieron en medio de dos paréntesis para sentirse a salvo, sin darse cuenta que al hacerlo, también quedaron minimizados y sin personalidad propia.

Vi también a un signo de interrogación, un turista extraviado, sin duda. Se le reconoce por estar solo y siempre preguntando. Me dejó pensando en que los europeos, que presumen de ser más desarrollados, pagan este progreso con la soledad. Nuestros signos de interrogación, en cambio, siempre tienen una pareja que les abre paso. Los ingleses, franceses y alemanes la desprecian, diciendo que no es más que una tonta a quién traen de cabeza, pero yo se que no es así. El compañero de un signo de interrogación no es su igual, sino su complemento.

Al poco rato distinguí un punto y coma. No resistí la tentación de tomarle una foto con mi celular, porque cada vez es más raro verlos, separando frases largas. Algunos no saben siquiera para qué sirven. Pensé en recogerlo para guardarlo, pero un guión me obligó a mantenerme a distancia.

Ya más tarde, empiezan a aparecer las comillas, que nunca me han parecido simpáticas. Es cierto que muchas son de alcurnia y guardan títulos importantes, pero la mayoría tan solo rodean falsedades. Estaba ya buscando a los signos de admiración para gritarles lo que pienso de ellas, pero vino la policía y se encerró entre dos corchetes. Allí estuve unas horas hasta que me dejaron salir con una advertencia. Llegué a mi casa cansado y con ganas de descansar un rato en una almohadilla, de donde salí del problema de inspiración que tenía, para terminar escribiendo sobre los signos de puntuación.

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