martes, 12 de agosto de 2014

El lugar con mayor energía del mundo

Recientemente estuve de visita en la ciudad del Cuzco. Es este un lugar donde se respira la historia del imponente imperio de los incas, que en sus épocas de esplendor llegó a ser más grande que el imperio romano, y cuyo mayor inca, Pachacútec, está a la par con los mayores conquistadores de la historia. Caminando por las calles del centro histórico se puede uno encontrar con los muros incas, construcciones tan perfectas que hasta ahora no se conoce cómo es que pudieron encajar entre sí piedras en forma de polígonos irregulares y de varias toneladas de peso tan perfectamente que no tuvieron necesidad de cemento ni argamasa.



Lo malo que encontré en esta ciudad es que si bien las construcciones pasan con holgura la prueba del tiempo y se mantienen igual que hace quinientos años, no ha pasado lo mismo con las personas. Si bien nos dijeron en la escuela que los incas no conocieron el dinero y utilizaban el oro solo con fines religiosos, sus descendientes hoy en día no solamente conocen el valor del dinero, sino que saben perfectamente el tipo de cambio del dólar y del euro, y están prestos a cobrarlo a cambio de una foto cuando pasean con sus trajes típicos y llevando a su llama o alpaca por las calles.

Los turistas que llegan por miles al Cuzco quedan admirados por la belleza de la ciudad, por su historia y por sus restos incaicos, regresando a sus países convencidos de haber visitado una de las maravillas del mundo, el ombligo del mundo, como significa el nombre de la ciudad.
Pero hay otro tipo de turista, el que viene en un viaje místico a contactarse con las vibraciones del planeta y a llenarse de la energía que dicen abunda en el Cuzco, y sobre todo en Machu Picchu.
Esto de la energía nunca lo he entendido del todo. No sé si es una energía eléctrica, magnética, tal vez hidráulica. Tampoco sé si esa energía sirve para recargar la batería de mi celular, lo cual sería fantástico para no andar buscando siempre un enchufe, tal como hice durante toda mi visita al Cuzco. Y a esto viene mi historia:

En un café de la ciudad, al que acudí huyendo del frío, encontré a un turista norteamericano conversando con otros de los, digamos, turistas normales. Su conversación era rápida y saltaba de un tema a otro con sorprendente velocidad. Alguien bastante energético, diría yo. Mi atención se disparó cuando me pareció entender que dicho turista había publicado un libro. Al ver mi evidente interés me invitó a integrarme a su grupo, que más que conversación era de un monólogo sobre los misterios del universo. A lo largo de una hora desfilaron sus opiniones sobre las conspiraciones de los rastros de aviones o chemtrails, sobre la fluorización del agua, los mensajes subliminales en la publicidad y sobre la sociedad secreta que gobierna en realidad a los Estados Unidos. Cuando llegó el momento de explicar mi posición, solo pude decirle que venía de un lugar del Perú llamado Ica. El norteamericano (quien dijo llamarse Shiva, lo que ya me dio una idea del tipo de loco con el que me había topado) mostró su desconocimiento de ese lugar, así que tuve que mencionarle que era cerca a las líneas de Nazca, seguro de que sí había escuchado hablar de ese lugar.
Así me enteré de que su visita al Cuzco obedecía a la búsqueda del lugar con mayor energía del mundo, y que ya había pasado por el Tibet y otros lugares sindicados como poseedores de esa energía.

Al día siguiente volví al café y lo volví a encontrar, pero esta vez ya estaba vestido para la ocasión, con poncho, chullo y ojotas, que usaba de esa manera que tienen los norteamericanos cuando tratan de camuflarse entre los nativos. No tuve el corazón para decirle lo ridículo que se veía. Lo importante es que trató de explicarme en qué consistía esa famosa energía de la que hablaba. Lo trágico es que yo no entendí nada de lo que dijo. Solo trataba de adecuar los términos “bioenergético”, “energía vital” o “energía positiva” con mis conocimientos de física. Para mí, una energía positiva se atrae con las energías negativas y se repele con las energías positivas, y por lo tanto, me conviene cargarme de energía negativas para atraer a las energías positivas. De igual modo, solo obtuve una sonrisa condescendiente cuando le expliqué que necesitaba una forma de medir la energía cosmoenergética para definir de una vez por todas si es que Machu Picchu tiene más concentración de energía que los Himalayas o Chichen Itzá.
Al final, no estoy seguro si se quedó con la impresión de haberse encontrado con un escéptico o con un tonto. De todos modos,  nos despedimos en buenos términos, pues él se iría al día siguiente para Machu Picchu.

A mi regreso a Lima, me interesé por el tema y me puse a buscar por internet cuál sería el lugar con mayor energía en el mundo, con la esperanza de instalar allí un spa regenerador cinco estrellas, o tal vez un estadio de fútbol que haga a nuestra selección invencible con todas las energías allí concentradas.
Ante el convencimiento de mi amigo el gringo de que las mayores concentraciones de energía se encuentran en el Perú, y no en Nepal ni en la India ni en Xanadu, y ante la falta de un instrumento confiable con el que medir la energía, no me queda más que confiar en la sabiduría de los antiguos peruanos, cuyos conocimientos están más allá de la ciencia occidental. Entonces ¿Cuál era el lugar más sagrado del antiguo Perú? ¿Cuál el lugar donde se encontraba el mayor templo y donde se congregaba la gente a recargarse de energía positiva? No era el Cuzco, que era el centro administrativo, ni Machu Picchu, que era un lugar secreto reservado solamente para la nobleza, y que era usado más como un retiro VIP por los incas. No, el lugar más sagrado y con mayor energía estaba en Lima, a quien los cronistas antiguos describen como la Roma o la Meca del antiguo Perú, y que es exactamente la razón por la que los españoles la escogieron como capital del Perú y centro de difusión del cristianismo. Por eso la cantidad de iglesias en Lima, por eso la cantidad de santos que vivieron aquí, y por eso la cantidad de milagros que sucedieron aquí.

Siguiendo con la búsqueda, trato ahora de encontrar dentro de la ciudad de Lima los lugares con mayor energía, donde los dioses antiguos se manifestaban con mayor fuerza, el punto exacto a donde llegaban todas las peregrinaciones y a donde el propio inca iba a consultar cuando le aquejaban las dudas sobre el futuro del imperio. Y encontré dos lugares.

El primer lugar es el antiguo templo o palacio de Tauli Chusco el Viejo, último sacerdote y gobernante de Lima antes de la llegada de los españoles, quien interrogaba personalmente a los dioses y transmitía los augurios. Es fama que predijo la llegada de los españoles y previno al inca de que el imperio sería destruido por los recién llegados.
Grande fue mi sorpresa al descubrir que sobre ese templo donde se rendía culto al agua se levanta hoy el Palacio de Gobierno, donde vive el Presidente de la República y con seguridad se llena de buenas vibras y se llena de sabiduría para dirigir los destinos del país. Ahora entiendo por qué hay tantos que se esfuerzan en llegar a residir el mayor tiempo posible en el Palacio de Gobierno, por qué es un lugar tan codiciado para vivir, no es por simples ansias de poder, es por la búsqueda espiritual de las energías de la Madre Tierra.



El segundo lugar, y el sitio con mayor energía es donde se encontraba el propio oráculo del río Rímac (Que significa “El que habla” en alusión a sus oráculos). Había allí una piedra de donde brotaba el agua del río y el Dios Pachacámac hablaba para predecir el futuro y aconsejar a los peregrinos. Ese lugar es hoy una plaza en un barrio tradicional de Lima, antiguamente llamada Plaza Santa Ana y hoy conocida como Plaza Italia, en razón de que la colonia italiana construyó aquí un hospital.


Este que vemos en la foto es, pues, el lugar con mayor energía del mundo, donde uno podrá llenarse de energía paseando por sus calles (con cuidado, porque después del anochecer asaltan mucho por allí) o visitando la Iglesia de Santa Ana, donde podrá rezar a la Pachamama, a la Madre Tierra, o a Gaia, que aquí Diosito es muy permisivo y nos permite ciertas gollerías. Ya he mandado esta importante información al gringo Shiva, de quien sospecho, por desgracia, que hará caso omiso a mis recomendaciones para su próximo libro. Él se lo pierde, yo me quedo viviendo en Lima lleno de buenas vibras y de energía.

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