La historia no es como la cuentan los libros
infantiles. Al menos no lo es totalmente. Es verdad que había una princesa, y
es verdad que había un príncipe convertido en sapo. Lo que no han recogido esas
historias es que la magia residía no en el sapo, sino en la princesa. La
princesa tenía el poder, otorgado sin pedirlo e ignorado por ella misma, de
convertir en humano a aquel a quien diera un beso de amor. La leyenda de aquel príncipe
castigado por su orgullo y condenado a tomar la forma de un sapo era solo el
complemento de la historia.
Aquella tarde en el estanque, el príncipe
lamentaba tener que vivir atrapando moscas con su lengua cuando llegó la bella
princesa. El príncipe le habló, pues no había perdido la facultad del habla, y
le contó sobre el cruel hechizo. Nada le dijo sobre el hecho que no se le había
dicho nunca cómo revertir el embrujo, y que los demás animales le habían hablado
sobre la leyenda de la princesa que tenía la facultad de convertir en humanos a
los animales con un beso. Porque los animales también tienen leyendas y cuentos
de hadas que no comparten con los humanos, que no comprenden que la magia no se
limita a la gente, y que también afecta a los animales y a las plantas.
Quedaron en que la princesa regresaría a la
tarde siguiente a besar al sapo, cumpliendo la promesa dada, que un miembro de
la nobleza no puede romper. Pero algo pasó poco antes de la hora acordada, no
se sabe bien qué pasó exactamente, algún contratiempo, tal vez una serpiente
que apareció en el estanque y que hizo ocultarse a todos los batracios, quizá
pasó que era un día nublado y no se veía el sol y el principesco sapo no podía
saber a ciencia cierta si la hora de la cita ya había pasado. Lo que sí sabemos
es que la princesa acudió puntual a la cita y vio a un sapo sentado sobre una de
las piedras que afloraban a la superficie del agua. Incapaz de diferenciar a
un sapo de otro lo tomó por aquel con el que había hablado el día anterior y lo cogió
para besarlo. El sapo se encontró de repente rodeado de unas manos pálidas,
largas y duras. Se vio cerca de un rostro liso y pecoso, horroroso para los
gustos de los sapos, y protestó croando enérgica e inútilmente, pues los
humanos no comprenden el idioma de los animales. De nada sirvieron los intentos
de zafarse de ni sus quejas. La determinación de la joven, su deseo de acabar
con la tarea lo antes posible y el desconocido poder de transformación hicieron
el prodigio de transformar a un sapo en hombre.
El verdadero príncipe vio como la princesa se
marchaba con un desconocido con dirección al castillo para no volver jamás. No
se supo, pues la historia no lo cuenta, si el príncipe hizo algún esfuerzo para
aclarar el error, para llegar al castillo, o si se conformó con su suerte el
resto de su vida como sapo.
El sapo tomado por príncipe tampoco tuvo
muchas oportunidades de aclarar el error, pues no conocía todavía el lenguaje
de los hombres, circunstancia que los demás atribuyeron a ser un príncipe de un
reino lejano y que hablaba otro idioma. Más tarde decidió callar, presa del
temor de todos los animales de ser muerto por los humanos, que matan a todos
los animales que no les son útiles.
Una vertiente de la historia que nunca me puse a pensar.
ResponderBorrarMuy interesante enserio , me gusto :3 te mando un abrazo enorme y nos leemos :3
Qué bonita historia. sique escribiendo. Me encantó.
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