Camino en medio de las enormes pilas de
chatarra con el dueño del depósito, quien me sirve de guía. Yo pensaba
encontrar solamente montículos informes de chatarra y partes irreconocibles,
pero esto es muy diferente: brazos, piernas y cabezas aun con la piel
artificial colocada, que se ve sucia y desgarrada, haciendo que parezcamos
circular entre montañas de cadáveres. Hasta ese momento, nunca me había
preguntado qué pasaba con los robots que son reemplazados por modelos más
avanzados.
-
Hay que tener cuidado al caminar – Me dice mi
acompañante, mientras alista una larga barra de acero – A veces los robots
atacan a los visitantes – Al preguntar cómo es que pueden atacar, me explica:
-
Desde que salieron los robots con baterías
autorrecargables, se ha vuelto un problema, los robots obsoletos tienen aún
carga cuando los traen aquí, y tratan de mantenerse funcionando.
En ese momento justo, uno de los brazos
alcanza mi pierna, sujetándola fuertemente, haciéndome trastabillar. El dueño
del depósito clava la varilla en la articulación, liberándome. Se escucha un
grito apagado, el brazo estaba unido todavía a un pedazo de tórax y una cabeza.
El grito es tan humano que me espanta, haciéndome retroceder, y a mi
acompañante soltar una carcajada.
-
No se asuste, le dije que aquí pasan estas
cosas…
-
¿Por qué no desconectan a los robots antes de
llegar aquí?
-
Es muy difícil apagarlos, señor, tienen
pequeños servomotores en las articulaciones, y las baterías son
autorrecargables, como le dije… Además, solo es cuestión de tener un poco de
cuidado, ¡Mire, aquí hay otro! – Sin darme tiempo a reaccionar, asesta una
estocada con la varilla a un robot que intentaba incorporarse. El robot cae
atravesado. Al caer inerte, su mano es estrechada por otra mano robótica. La
cabeza a la que pertenece la mano queda mirando con tristeza a su compañero.
-
¡Los robots! ¡Están sufriendo!
-
No – me responde el dueño - es solo su
programación de sentimientos artificiales…
-
Pero…
-
¿Usted también es de los que creen que los
robots tienen sentimientos? No, es solo programación, no es tan difícil
programar sentimientos artificiales… Por ejemplo, si un robot detecta una
situación de peligro para alguien a su alrededor, modificará su expresión para
mostrar tristeza y buscará en su banco de datos alternativas de solución, como
la que acaba de ver… Las bases de datos están cargadas con miles de situaciones
en las que deben mostrar alegría, ira, tristeza… Si la situación no está en su
banco de datos, mostrará sorpresa… No es tan difícil...
Un robot, semienterrado en la chatarra, trata
de estirar un brazo mutilado. – Ayúdeme – Dice casi en un susurro. Esta vez la
varilla le atraviesa justo en el ojo.
-
Hay que apagarlos, los robots pueden ser
traicioneros… Una vez, me llegó un robot
autorreparante, tomó piezas de otros robots y juntó baterías para poder
levantarse… Cuando me di cuenta, ya estaba atacándome… Suerte que tenía la
varilla cerca… Otra vez sorprendí a uno que ya se estaba escapando por la
cerca… Tuve que cortarle las piernas con una sierra…
Solo entonces me doy cuenta de la cantidad de
robots que todavía pueden moverse débilmente. La montaña de piezas parece moverse
penosamente en todas direcciones. Una de las cabezas me lanza una mirada de
profunda tristeza mientras lágrimas sucias salen de sus ojos. El dueño no hace
caso y solo usa la varilla con aquellos que tratan de levantarse. Todos los
robots que han sido remplazados por modelos más modernos parecen estar aquí.
Incluso puedo ver robots con formas infantiles tratando de arrastrarse fuera de
la pila de miembros, cabezas y troncos despeinados y sucios. No imagino qué
pasará cuando los nuevos modelos de robots orgánicos se vuelvan obsoletos y
lleguen a este tiradero casi humano. Tal vez me ocurra lo mismo que al dueño de
este cementerio de robots, a quien su trabajo ha endurecido tanto que no tiene
problema alguno en atravesar cabezas y extremidades con una varilla de acero.
-
¡Maldición! ¡Este estaba vivo! Esto está
pasando cada vez más, señor, los ladrones asaltan personas, y cuando el robo
sale mal, arrojan aquí los cuerpos moribundos… Sigamos a la oficina, tenemos
que reportarlo…