-Fue por aquel maldito anuncio en el periódico.
Prometía dinero fácil de forma inmediata. Y tú sabes mejor que nadie en qué
situación estoy: el divorcio, el embargo, más de tres años sin trabajo...
-empezó a explicarle Tristán a su amigo mientras miraba con compulsiva
desconfianza al resto de clientes del café.
-¿Te han timado? ¿Es eso? Joder, Tristán,
huele a estafa de lejos. ¿Cuánto dinero has palmado? ¿Cuánto necesitas esta
vez?
-No, no es eso. Escúchame -bebía a
pequeños sorbos del vaso que tenía sobre la mesa -. Mandé un mensaje al teléfono
móvil que venía en el anuncio, y me respondieron con otro en el que venía una
hora, una dirección y un código de seis dígitos.
-¿Y fuiste?
-Sí, aunque sonaba un poco raro, no podía
dejar de intentarlo. La cita era en un edificio de oficinas, en la zona industrial.
No salió nadie a recibirme. La puerta de la calle estaba abierta, y al final de
un pasillo al que daba acceso había otra puerta con un teclado en el que intuí
que debía marcar el código que me habían mandado por teléfono. Entré en una
sala oscura, que parecía enorme por el eco que rebotaba en las paredes sin
ventanas. Estaba amueblada únicamente con una silla y una mesa situadas en el
centro, iluminadas por la pequeña claraboya sucia del techo.
Sobre la mesa había un maletín y un sobre,
y al fondo, escondido en la oscuridad que ocultaba todo a mi alrededor, un
reloj que marcaba una cuenta atrás y dos marcadores parados ambos en el 50.
El sobre estaba a mi nombre así que,
después de preguntar varias veces en voz alta si había alguien allí y no obtener
respuesta, lo abrí.
-¿Y? -Tristán levantó la vista y encontró
a su interlocutor ojiplático. -¿Qué había dentro del sobre?
-Un mensaje -Tristán intentó reproducir
textualmente lo que había leído: "No se haga preguntas. No se cuestione
nada, no le servirá de mucho. Ha venido a ganar dinero, mucho y de forma
inmediata, y eso solo se consigue jugando fuerte, que es lo que le proponemos, que juegue. En
el maletín que tiene frente a usted hay un millón de dólares. El juego consiste
en que lo coja o lo deje. Si decide llevárselo, usted será millonario, si
rechaza el dinero se irá y no pasará nada. Pero un juego no es realmente
interesante si no hay unas reglas y cierto riesgo. En este caso, si se lleva el
maletín con el dinero morirá alguien en algún lugar del mundo. Para su
tranquilidad le diré que se trata de alguien que usted no conoce. Todo sucederá
a miles de kilómetros, algo tan simple como un asesinato sin resolver de los
muchos que ocurren cada día en todo el mundo y al que jamás podrán vincularle.
Piense que se trata simplemente de alguien que, aunque involuntariamente,
también pasará a formar parte del juego.
Si opta por no llevarse el dinero, salga
por la misma puerta por la que ha entrado y no se moleste en llamar a la
Policía, antes de que pueda marcar el número, nada de esto habrá
sucedido". -Tristán apuró el vaso y continuó con su entrecortado relato -.
Mientras leía en voz alta, me di cuenta de que con cada uno de mis gestos los
marcadores disminuían y aumentaban proporcionalmente uno respecto al otro.
Entonces comprendí que detrás los que realmente jugaban eran quienes estaban
apostando sobre qué decisión iba a tomar. Cuando apenas faltaban diez segundos
se heló el sudor frío que invadía mi tembloroso cuerpo y...
-¡¿Qué hiciste?!
Tristán miró fijamente a su amigo y le
espetó: -¿Qué habrías hecho tú?
Este cuentito lo encontré en la siguiente dirección: http://teresadilamargo.blogspot.com/2014/05/el-juego.html
Este cuentito lo encontré en la siguiente dirección: http://teresadilamargo.blogspot.com/2014/05/el-juego.html
jajajaj me has dejado ojiplatico, esta fenomenal el cuento, tenia ganas de encontrar ese final tan anciado.
ResponderBorrarMe atrapo, un abrazo enorme. Chico :3
me encanta leerte.