La vida es como el juego del Tetris, en donde tratas de arreglarte con las cosas que te van cayendo, tratas de ordenar las cosas de la mejor manera, borras lo que ya tienes completo para no preocuparte por ello, y cuando crees que ya le agarraste el truco, te empiezan a caer cosas que no esperabas y que te desordenan todo, cada vez más rápido, hasta que caes en la cuenta de que nunca podrás ganar, y que tu única misión es durar el mayor tiempo posible sin dejar todo hecho un desastre. Podría iniciar toda una escuela filosófica con solo esta analogía.
Por otra parte, y sabiendo que ya he jugado a este juego desde que me inicié en el mundillo de las computadoras, creo que la práctica me ha dejado algunas lecciones en la vida. Específicamente, aquella vez en que en mi trabajo recibimos una maquinaria desarmada en cajas de distintas formas y tamaños, y tuvimos que acomodarlas en el almacén, en lo que hasta ahora ha sido la experiencia más cercana a un Tetris de la vida real. Algún episodio semejante, estoy seguro, le dio a su creador la idea de este juego.
Otra de las lecciones que me dejó este juego fue cuando en los tiempos de los diskettes y los 10 Mb de disco duro, este juego fue el primero en incluir un "botón de pánico", que ponía el juego en pausa y hacía aparecer en la pantalla la imagen de una hoja de cálculo. A mí y a muchos amigos este botón nos salvó de situaciones embarazosas ante la visita de un superior o padre que nos creía estudiando en la computadora. Desde esa época se ha transformado en una norma de vida tener siempre un plan de respaldo ante posibles desastres.
Al cabo del tiempo, en el que este juego ha pasado también por mi tablet y por mi celular, puedo plantarme frente a la vida y decirle confiado, como lo he hecho siempre que comienzo un nuevo juego de Tetris: "no importa lo que me mandes, estoy preparado".
Fue allí cuando me empecé a preguntar si esta misma actitud la tenían sobre sus conocimientos profesionales. Para mi sorpresa, me di cuenta que sí. No importa el área de conocimiento, muchos profesionales se niegan a admitir que no lo conocen, y en el mejor de los casos, solamente han repasado un resumen sobre el tema en internet y se consideran así mismos como conocedores. Hasta el día en que alguien les pida poner en práctica esos conocimientos, entonces estas personas harán el equivalente a presionar cuadraditos al azar en el Buscaminas, con el lógico resultado de que les reventará todo y perderán el juego. ¿Se comprende ahora mi teoría del “síndrome del Buscaminas”?
Esta teoría incluso puede servir para explicar el desempeño de buena parte de nuestra clase política, que jura tener la respuesta para todos los problemas, cuando en realidad no tienen la menor idea de lo que están haciendo y se limitan a hacer clicks al azar, hasta que nos revienta todo y el smiley que representa al sufrido pueblo trabajador se torna en un rostro de muerte. Y así nos va.
Me gusta tu filosofía de los juegos. Muy apropiada. un beso
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