Me precio de escuchar muchos tipos de música. Hay música que he escuchado
alguna vez y ahora, con las facilidades que da la internet, puedo rescatar y
que me sirven de punto de partida para escuchar nuevas propuestas musicales.
Algunas veces es gente a la que conozco la que me introduce a nuevos sonidos.
En fin, que trato de tener los oídos abiertos a algo diferente a lo que tengo
ya archivado. Una de esas canciones es una que leí como referencia alguna vez,
y que durante bastante tiempo creí que era una leyenda urbana, o en el mejor de
los casos, una broma de alguien. Una canción que era solamente silencio, una
canción silenciosa.
Con el tiempo encontré que en los años 50 se puso en duda
el mismo concepto de “arte”, y supe de artistas que querían romper el paradigma
de lo “artístico”, exhibiendo como pintura garabatos coloridos, como escultura
objetos cotidianos y como poesía palabras y conversaciones al azar. En este
contexto no era tan descabellado una canción compuesta únicamente por el
silencio. Ya había escuchado muestras de la “música concreta” cuando volví a
ver una referencia en un artículo del periódico a la canción silente. Y empecé
la búsqueda en internet, que no duró mucho, en realidad.
La canción se llama 4’33” y fue escrita, si cabe la palabra, en 1952 por el
norteamericano John Cage. El nombre de la canción hace referencia a su duración
de 4 minutos y 33 segundos, repartidos en tres movimientos: un primer
movimiento de 30 segundos, un segundo movimiento de 2 minutos y 23 segundos, y
un último movimiento de 1 minuto y 20 segundos.
Como vemos, no es una broma esta canción. Tiene una estructura musical,
tiene un autor reconocido y una descripción. Aunque el género musical no parece
estar definido, sin duda es lo que llamamos “música de cámara”, es decir música
culta para la gente que gusta de ir a los conciertos clásicos de las orquestas
sinfónicas.
Como supongo que le a pasado a mucha gente, al principio pensaba en esta
canción como una broma, pero al analizarla un poco y al escucharla un par de veces
(sí, me di el trabajo de escucharla más de una vez) le fui encontrando el
sentido. En el mundo en que vivimos es cada vez más difícil encontrar el
silencio. Mucha gente que va al campo, o a algún lugar lejos de la civilización
se sorprende de la calma y el silencio que encuentra. ¿No sería maravilloso
poner algo de eso en una canción? Eso es lo que hizo el señor John Cage. Es una
declaración, a tono con la época en que fue escrita, fue su manera de decirnos
que nos detengamos unos minutos a apreciar el silencio.
Terminado un primer análisis, me dispuse a disfrutar de esta obra. Parece
mentira, pero uno debe prepararse mentalmente para realmente disfrutarla.
Afortunadamente he podido conseguir la versión remasterizada digitalmente con
sonido dolby, y con unos audífonos con supresión del ruido externo he podido
escucharla. La experiencia es fascinante. Debo decir que la música es
evocadora, cuando se escucha libre de interferencias exteriores, echa a volar
la mente y la hace viajar por lugares a los que parecía imposible llegar sin la
ayuda de alucinógenos.
Entusiasmado tomé mi guitarra y me dispuse a tratar de obtenerla para
incrementarla a mi repertorio. Curiosamente, no pude encontrar una tablatura en
internet, por lo que tuve que ir probando los acordes de oído. Obtener el
primer movimiento fue el más difícil, debo decir, no podía identificar el
compás, hasta que al final lo logré, aunque el sonido no me satisfizo del todo.
Creo que todavía me imaginaba el sonido de una gran orquesta sinfónica con el director
vigilando atentamente los compases para no pasarse, con la anotación en la
partitura “non andante, inmoblile”. Con todo, el segundo y tercer movimiento se
me hicieron más fáciles y pude al fin obtenerla en la guitarra. Aprovechando
una reunión con varios amigos la interpreté por primera vez, obteniendo una
recepción entusiasta. Incluso hubo quien dijo que era lo mejor que había tocado
en mi vida. Algunos me sugirieron que la grabe y la ponga en YouTube, que
seguro obtendría muchas visitas, y que con seguridad sería más popular que el
video de esa vez que me di un salto mortal improvisado al chocar con una piedra
en moto, registrando todo en una cámara gopro.
La idea no me pareció mal, pero
creo que puedo mejorar mi versión un poco, tal vez con un acompañamiento de
percusión con un cajón o una conga pueda mejorarse, aún lo estoy pensando.
El siguiente paso será la popularización. La grabación que hice sólo de
audio me han dicho algunos que les recuerda a otra cosa, y creo que hay algo de
razón. Investigando me he dado cuenta que es muy similar a otras canciones que
aparecen en selecciones musicales por la red. Escuché una muy similar con la
etiqueta “lo mejor del reggaetón”; otras listas lo muestran con la descripción
“Daft Punk Unplugged” y otras incluso lo colocan en la sección de noticias con
el título “Político diciendo la verdad”.
Con todo, un día de estos publicaré mi versión de 4’33”, a la que estoy
pensando después agregar una versión extendida y un dance remix especial para
aquellos que no sabemos bailar. Sería el inicio de mi carrera musical, de la
manera más apropiada a mis talentos: con una canción compuesta únicamente por
silencios.
Intrigante
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