Benditos sean los mozos que tardan en traer la
comida a la mesa, pues nos dan oportunidad de escribir en una servilleta. Ese tiempo
es verdaderamente libre, ya que no se sabe cuánto tiempo durará, y la gente
tiene miedo de hacer algo más. Escribir o dibujar en una servilleta es un medio de escape si no se tiene una
conversación, e incluso con ella, pues basta dejar divagar el lapicero sobre la
servilleta, y las ideas saldrán solas, sin distracciones. Como todo arte, este
es uno que va mejorando con la práctica. Se debe iniciar con la costumbre de llevar
siempre un lápiz o un lapicero en el bolsillo, lo cual es fácil. Luego viene la
decisión de tomar la servilleta y escribir. No escribir teléfonos o direcciones
electrónicas, que eso es algo trivial. Se trata de simplemente colocar el lápiz
sobre la servilleta y dejar que salga lo que esconde. Al principio saldrán
pequeñas cosas: un pequeño dibujo, una frase, algún garabato sin sentido. La
timidez y el miedo a que llegue el plato tienen ese efecto. Poco a poco se
logra ese estado en que la mente se desconecta de la mano que escribe y se
liberan los bloqueos que el cerebro consciente ha construido toda la mañana o
toda la tarde. Así aparecerán sobre la servilleta las soluciones a los
problemas que hemos estado buscando inútilmente, el verso perdido y la idea que
nos esquivaba todo este tiempo.
Poco se habla de la contribución de las
servilletas al avance de la poesía, la música, el dibujo y la ingeniería. Una servilleta
en manos de una mente creativa y al alcance de un lapicero puede ser realmente
poderosa. Muchas poesías, canciones, obras maestras de la pintura y la
arquitectura han empezado en una servilleta, inicio que no tiene nada de
humilde, pues lo han utilizado grandes pensadores y artistas.
Yo suelo dibujar mientras converso, sin
fijarme en lo que sale del lapicero, tal vez son los personajes encerrados en
la tinta o dentro de mi propia imaginación. A veces sale un verso, a veces un
dibujo, a veces una mezcla de ambos. Y ya que han salido, los dejo a mi
interlocutor o los conservo si es que merecen un repaso hasta convertirse en
una idea completa.
Es por eso que dejo esta servilleta en esta
mesa, como un náufrago dejando un mensaje en una botella, con la esperanza de
que la encuentres y la puedas leer. No dejes que un camarero demasiado atento
la recoja y la lleve al tacho de basura que representa el olvido, el
convertirse en nada. Ensaya, si es que no lo has hecho antes, este arte
moribundo, aunque no sea más que para sentir el tacto de un lápiz deslizándose sobre
un papel, que es un sentimiento más íntimo y personal que escribir sobre un
teclado.
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