miércoles, 25 de enero de 2023

Horóscopos



Ahora que ha empezado el Año Nuevo chino, es buen momento para dejar en claro que no creo en los horóscopos. Hay muchas razones físicas, astronómicas y de sentido común que me impiden creer en los horóscopos. Sin ir más lejos, puedo mencionar la ocasión en que tuve que ir a visitar la maternidad. Allí pude ver a todos los recién nacidos que habían nacido en el mismo lugar (metros más, metros menos) y a la misma hora (minutos más, minutos menos). Lo lógico es preguntarse si ya que todos tendrán el mismo signo y la misma carta astral ¿tendrán todos el mismo destino y el mismo carácter? Desde entonces cada vez que encuentro a una de esas personas que me manda Dios para poner a prueba mí paciencia, no le echo la culpa a unos astros tan lejanos que ni siquiera saben que existimos, sino a los padres que no saben criar a un humano decente.

Afortunadamente todos saben en el fondo que ninguna predicción zodiacal sirve para algo, y por eso nunca ha habido alguien que demande a ningún astrólogo por incumplimiento de horóscopo, y nadie ha presentado como atenuante de algún delito que su horóscopo le dijo que era una buena idea. Por eso cuando leo un horóscopo de los que salen en periódicos y revistas, me río pensando en lo que dirá un anciano leyendo que conocerá a un nuevo interés amoroso, un desempleado leyendo que tendrá un ascenso, o yo mismo cuando lea que me llegará una sorpresa, ahora que estoy tan aburrido que todos los días me parecen iguales. 
Aun así, siempre hay gente tan creyente en este tipo de cosas que ya no me extrañará cuando alguien pida licencia o justifique su bajo rendimiento en el trabajo aduciendo que son días en que mercurio está retrógrado, o que el sol ha entrado en aries, lo que sea que eso signifique. 

Ahora existen variaciones de los horóscopos para escoger el que más guste, todos igual de inefectivos en la precisión de sus predicciones. El más conocido es el horóscopo chino, el cual me ha traído algunos problemas cuando alguien me dice su signo, y yo, acucioso siempre, saco la cuenta para obtener su verdadero año de nacimiento. A mi vez, cuando yo declaro mi signo en el horóscopo chino, y lo comparo con mi signo zodiacal occidental, aparecen interesantes similitudes, pero que tampoco coinciden con lo que mis amigos piensan sobre mi carácter y manías. 

Esta comparación entre la forma en que debería ser según las estrellas, y lo que soy en realidad, en la autorizada opinión de mis amigos y compañeros de trabajo, me ha llevado a la conclusión de que tendría que salir del closet como un trans signo, un géminis encerrado en el cuerpo de un virgo, o alguien nacido como escorpio, pero se siente y se identifica como un aries. Tal vez tendré que iniciar un movimiento para que el mundo respete mis derechos, inventar un símbolo y una bandera, e invadir las grandes reuniones internacionales para exigir la inclusión de mi agenda transzodiacal, como parte de la agenda 2030. 

Menos mal que no creo en los horóscopos, y no me entran ansiedades suicidas al saber que vivo con un mercurio eternamente retrógrado, en medio de una guerra civil entre Marte y Júpiter, que ignora ascendentes y conjunciones. A veces, solo a veces, salgo a la calle y miro al cielo nocturno, y mi falta de conocimientos astronómicos me impiden identificar las constelaciones zodiacales para levantarles mi puño en señal de ira, o tan siquiera hacerles un gesto obsceno.

1 comentario:

  1. Los que escriben los horóscopos siempre te dicen lo que quieres oir. Un beso

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