sábado, 25 de febrero de 2023

Leyendas peruanas: Las aguas termales de Churin



En Churín, a 200 km al norte de Lima, existen unas famosas aguas termales a donde va la gente a relajarse y disfrutar de sus aguas medicinales. Una de las fuentes es llamada "Mamahuarmi", cuyo nombre proviene de la leyenda que presento a continuación:

Hace unos 500 años vivía en Churín el curaca Runa Kachi (Hombre Sal), quien tenía una esposa y una hija. Ella creció en el campo, paseaba entre los árboles y se bañaba en el río, conversaba con las aves y contemplaba a los cóndores. En el día el Inti (Sol) la admiraba y durante la noche la Killa (Luna) envidiaba la belleza de Urpi (paloma), que tal era el nombre de la doncella. 

Pero en ese tiempo llegaron los españoles, vestidos de armadura y montados sobre sus caballos. La misión de los soldados era encontrar oro y plata para enriquecer a los soldados y enviar a España. Llegaban cansados después del largo camino que los había llevado desde Pachacamac, por eso cuando el curaca Runa Kachi recibió con hospitalidad a los extranjeros, se sintieron en el paraíso. Runa Kachi hizo honores a los hispanos e incluso ordenó a su hija atenderlos. 

El capitán, al ver a Urpi, se enamoró inmediatamente de ella. El romance fue apasionado, pero tuvo que llegar a su fin cuando el veedor le ordenó partir para integrarse al resto del ejército conquistador. El capitán prometió volver mientras Urpi se quedó llorando desconsolada. Urpi descubrió que estaba esperando un hijo del español, y temiendo la cólera de su padre Runa Kachi, acudió a su madre. Ella le aconsejó huir. "Escóndete en las cuevas cerca de aquí, allí enviaré a atenderte" - le dijo. Cuando Runa Kachi se enteró, montó en cólera y juró venganza contra el español, por abusar de su confianza y dejarlo en vergüenza. No pudo averiguar en dónde estaba su hija y su hijo recién nacido, y mientras esperaba una pista sobre su paradero, preparó una flecha untada con veneno vegetal para cuando supiera la verdad. 

Meses después el capitán español regresó por su amada. Evitó encontrarse con Runa Kachi, buscando en cambio a la madre de Urpi. Ella le confió la ubicación de la cueva en donde se encontraba, sin saber que el curaca Runa Kachi los estaba espiando. El propio curaca siguió al capitán hasta la cueva. El español, ansioso, llegó a la entrada de la cueva gritando: ¡Urpi!. Ella salió corriendo con el niño en brazos, gritando a su vez: "¡Churique! ¡Churique!" (Este es tu hijo). Runa Kachi, que había seguido sigilosamente al español, no había sido visto por ninguno de los dos amantes, ciego de ira tensó el arco con la flecha envenenada y disparó. Pero la flecha, en vez de acertar al capitán que ya abrazaba a Urpi, atravesó al niño que Urpi le mostraba. Urpi, loca de dolor gritaba al ver morir a su hijo en sus brazos y se internó en la cueva para jamás volver a ser vista. 

Desde entonces dentro de la cueva se ve el agua gotear desde las rocas como las lágrimas de Urpi, que sigue llorando a su hijo muerto. Con el tiempo, los españoles conocieron primero al pueblo con el nombre de "Churique", el que poco a poco se fue convirtiendo en el nombre actual de Churín, que permanece hasta hoy. De vez en cuando, en las noches de luna llena, hay quien dice haber visto aparecer a Urpi en la entrada de la cueva, desnuda y con una larga cabellera, para sumergirse en una de las lagunas de aguas termales que hay fuera de la cueva, la que hoy es conocida como "Mamawarmi", que significa "Mujer madre".

miércoles, 15 de febrero de 2023

Engaños



El amor es difícil y complicado, decía Rovira, con esa sabiduría que surgía en él al segundo vaso de cerveza. Todo es un enrevesado juego de engaños y mentiras, vea usted: 

Un hombre o una mujer nunca se ven a sí mismos como son, sino como cada uno, en su poca o mucha soberbia, cree que es. Aun así, nadie cree ser lo suficientemente bueno para la persona que ha escogido, entonces el hombre intenta cambiar para convertirse en aquello que cree que la mujer va a admirar, y la mujer quiere cambiar al hombre en algo que pueda manejar. Nada de esto es posible, porque ni el punto de partida ni el resultado de llegada existen. Ambos terminan tratando de convertir una imagen falsa en una utopía inalcanzable. 
No digo que el esfuerzo sea en vano, porque las parejas terminan juntándose, pero como todas las ilusiones, son destruidas por el choque con la realidad. Allí se dan cuenta de que todo su esfuerzo estaba dirigido a alguien a quien en realidad no conocían, y muchos caen en la cuenta de que su pareja estaba mal escogida desde el principio. La posibilidad de que esa pareja que se ha escogido sea lo que buscaban, o al menos algo con lo que puedan conformarse es la misma que la de sacarse la lotería. 

¿Qué se puede hacer entonces? Cada uno tratará de cambiar al otro, con menos expectativas que al inicio, pero con los mismos resultados. A su vez, el otro fingirá haber cambiado, y lo hará con tanto éxito que terminará engañándose a sí mismo. 

Al tiempo que uno pierde en todo este juego de engaños en el que uno se engaña a sí mismo y a la vez engaña al otro, se le llama la vida en pareja.

sábado, 4 de febrero de 2023

Hablando en comida



Si hay algo de lo que todos los peruanos se sienten orgullosos, es de su comida. El extranjero que llega a estas tierras es advertido que aquí va a comer mucho, que no hay mayor placer para los peruanos que invitar comida, y que debe resignarse a subir al menos un par de kilos de peso antes de regresar a su país. Los bocados universalmente consumidos, como hamburguesas, pollo frito y pizza, no tienen aquí sino un éxito mediano, avasallados por sus sustitutos locales, e incluso las pastas y la comida china han hallado aquí un sabor propio y distinto. 
El éxito de la cocina en el Perú ha rebasado el ámbito culinario y se estudia como un caso social e incluso (y esto no es tan conocido) ha llegado a influir en el lenguaje. Nosotros tenemos un nutrido conjunto de frases referidas a la comida que confunden al extranjero e identifican al peruano en cualquier parte del mundo. Quiero poner aquí algunos ejemplos de cómo el peruano se expresa, y que podría hacer pensar que está pensando siempre en la comida, lo que tal vez no está muy alejado de la realidad. 

Supongamos una conversación normal y corriente en el Perú, o mejor aún, una conversación con un extranjero desprevenido, que oye mencionar papas, ollucos, paltas, y cree que ya se acerca la hora del almuerzo y su interlocutor se muere de hambre. Al comentar esto, recibirá como respuesta un “no entiendes ni papa”, dicho entre risas. Otro peruano agregará: “estás mezclando papas con camotes”, equiparando su confusión con la semejanza entre estos dos tubérculos peruanos, conocidos en otros países como patatas y batatas. 

El pobre extranjero, tratando de aclarar su confusión, preguntará si la papa y el camote sirven como verbo o adjetivo en este país. Los peruanos, siempre orgullosos de su comida, le aclararán que ambas opciones son ciertas. Al almuerzo o a cualquier comida, se le conoce como “papeo”, por lo que almorzar o cenar también es “papear”. Y alguien orgulloso de su estado físico declarará: “Este pechito come papa”. El extranjero, ya mareado por estas referencias, tratará de cambiar de tema y comentará el chisme de moda sobre esa pareja a la que se ve en todo momento haciéndose cariñitos. “Es que están encamotados” sentencia el peruano, volviendo al tema de los camotes. Es que decir “tenerle camote” a algo indica para los peruanos predilección o cariño. 

El extranjero piensa que ya es hora de ponerle algo de racionalidad a esta conversación, y preguntará sobre la causa de tanta alusión culinaria. Aquí es cuando los peruanos sueltan la carcajada, pues la palabra “causa” indica aquí tanto un plato de papas amasadas, como un término para referirse a un amigo de confianza. “Tú eres mi causa”, es una frase declarativa de amistad, la que pasa después como fórmula de saludo: “Habla, causa”. 

Incapaz de desviar el tema hacia algo que no tenga que ver con comida, el extranjero, ya con un poco de hambre a raíz de esta conversación, pide que le enseñen este dialecto peruano. “Es papaya”, le responderán, como cuando el peruano quiere resaltar la facilidad de algo. Por el contrario, si algo presenta dificultad, dirá “está yuca”, aludiendo a otro tubérculo peruano. La cara del extranjero es notada por uno de los peruanos, que advertirá: “está palteado”. Los otros peruanos confirmarán la apreciación diciendo “está con la palta”, para indicar que han notado su confusión. Afortunadamente esta es una situación temporal que se resuelve con una explicación. Hay que cuidarse, le advierten, de que le digan que es un “caído del palto”, pues esta frase se reserva para calificar a alguien irremediablemente tonto. 

En adelante, los peruanos lanzarán todos al mismo tiempo una palabra diferente referida a la comida que se usa también como jerga peruana. Se hablará de la “Pachamanca”, mezcla de muchos alimentos diferentes cocinados con piedras calientes dentro de un agujero en la tierra, y también palabra usada para un grupo de muchas cosas diferentes sin orden ni concierto, al igual que las palabras “sancochado”, o “chanfaina”, usadas con el mismo fin. Otro hablará (al mismo tiempo) del “anticucho”, como trozos de corazón de res marinados y cocinados en parrilla, y también como las cosas ocultas y vergonzosas, que alguien no quiere que nadie sepa. Esa persona “tiene sus anticuchos”, se dirá en ese caso. 

Para este momento, el extranjero ya no sabe a quién prestarle atención ante varios peruanos hablando al mismo tiempo, en una polifonía culinaria de la que distingue las palabras “mazamorra”, “tamal” y “chicharrón”. Rendido, el extranjero pedirá a sus amigos peruanos que lo lleven al restaurante más cercano para sucumbir nuevamente al encanto de la comida peruana, que no admite disculpas de dietas o intolerancia al picante. 

Entonces, cuando llegue un visitante a nuestro país y escuche nombres de platos y alimentos en conversaciones cotidianas, no piense que le están recitando el menú del día, ni que es una indirecta para hacerle notar que se acerca la hora del almuerzo, es que así hablamos los peruanos, hablamos en comida.
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