viernes, 22 de diciembre de 2023

Desmontando mitos navideños


En estas épocas navideñas, es tradición que se cuenten historias navideñas, mitos y leyendas, en general mal contadas, y también hay los que gozan con reventarle la burbuja de sueños a los niños, con un entusiasmo que me hace pensar que prefieren celebrar no el 25 de diciembre, sino el 28, que es el día de Herodes, como todos saben. Por este motivo decidí hacer una investigación exhaustiva, ayudada por la inteligencia artificial, y con acceso a la deep web, que es donde están todos los secretos del mundo, para desmontar los argumentos de quienes odian la navidad e insisten en querer echársela a perder al resto del mundo. Claro que esa noble decisión no me duró mucho, a causa de mi flojera invencible que no sabe de esos santos propósitos, así que hice lo más fácil: inventé todo y después, cuando me pregunten, diré que la información la he sacado de los más secretos archivos de la NASA, los Iluminati y de la biblioteca de Hermes Trismegisto. Aquí va entonces la verdad que muchos quieren ocultar: 

Papa Noel sí puede entregar regalos a los niños del mundo: Cada año, alguien se pone a sacar cuentas de cuantos regalos puede entregar Papa Noel, o Santa Claus, o San Nicolás (que usa todos estos nombres para entrar a diferentes países por no sé qué problemas legales) y resulta que no tiene tiempo para entrar a todas las casas y dejar regalo. Quienes insisten en decir de solo tiene no sé cuántas décimas de segundo para hacer el delivery navideño nunca tienen en cuenta que la tierra tiene diferentes husos horarios, por lo que cuando dan las doce de la noche en Europa, en América recién está anocheciendo, con lo que le da tiempo sobrado para cumplir con su misión. Aún así hay tantos niños en el mundo que no puede cumplir con todos, insisten. Este argumento se desmonta fácilmente leyendo bien las reglas de Papa Noel, que especifican claramente que solamente reciben regalo los niños que se han portado bien todo el año. El solo cumplimiento de este requisito elimina a la gran mayoría de demonios en miniatura que pueblan nuestras ciudades, y que creen que por portarse bien la última semana de diciembre van a borrar el prontuario de todo el año que tienen. No, así no funciona. Con la lista tan reducida, y considerando que los niños cada año están saliendo peor, Santa Claus tiene tiempo sobrado para entregar la mercadería, y hasta le sobra espacio para parar en un McDonalds y pedirse una hamburguesa y algo de heno para los renos. 

Papa Noel no es comunista: Para muchos, ver a un tipo vestido de rojo, les hace pensar que es un comunista, más aún si porta una barba que recuerda vagamente a la de Carlos Marx. Repartir juguetes en forma gratuita se parece también mucho a las prácticas de los países socialistas, dicen. Pues este es otro mito que se puede desmontar fácilmente con un poco de análisis. Basta con revisar un poco de historia para darse cuenta de que, aunque durante la guerra fría los soviéticos reclamaban la invención de los principales artefactos y avances de la ciencia, nunca reclamaron la idea de Sant Nikla, lo que pudieron hacer arguyendo un origen siberiano. Por el contrario, en los países socialistas siempre fue visto como símbolo del capitalismo, al que trataron de combatir introduciendo competencia desleal con productos tales como “Papá Stalin” en Europa, o “Papá Fidel” en Cuba. 

Los Reyes no son los padres: No lo mencioné anteriormente, pero otra de las razones por las que Papa Noel puede repartir todos los regalos la noche de navidad, es que la navidad se celebra varios días después en el calendario ruso, además de la ayuda que recibe en muchos países por parte de los Reyes Magos. Y otro de los mitos es que se dice que en realidad los reyes son los padres. Este mito al parecer lo inició hace mucho tiempo una mujer en los registros públicos, quien a la hora de declarar al padre de la criatura, dijo que lo había concebido un seis de enero, y por lo tanto, los reyes eran los padres. El argumento fue denegado, al igual que el de todas las madres que afirman que se embarazaron por obra del Espíritu Santo, pero del hecho se pasó al dicho. La verdad es que los Reyes hacen bien su labor, repartiendo juguetes a quien lo merece, repartiéndose el trabajo entre tres, lo que hace más fácil el cumplimiento de la tarea, y sin hacer caso a los pedidos de muchos padres que prefieren que el regalo se los entregue el Rey Mago rubio en vez del negro. A esos simplemente se les deja la papeleta de extorno y no se les entrega nada hasta que se les quite lo racista. 

Papa Noel no entrega regalos caros: San Nicolás era un pobre carpintero que hacía juguetes de madera y los entregaba a los niños pobres en Bari, Italia, antes de mudarse a su actual planta de producción en el Polo Norte, para evitar problemas de impuestos, según me dicen. Por esa razón, no entrega jamás los últimos juguetes anunciados en tiendas. Esos sí son los padres, que ni siquiera se toman el trabajo de quitarle la etiqueta de precio, dándole regalos a niños que en vez de un regalo se merecen una temporada en el reformatorio. Papa Noel tiene además un sistema de vigilancia de alta tecnología que vigila el comportamiento de los niños para calificarlos de buenos o malos, y es insobornable, como ya han comprobado muchos ricos que trataron de sobornarlo, cantidad de políticos que trataron de usar sus influencias, y tantos abogados que incluso trataron de querellarlo diciendo que no se cumplía la presunción de inocencia. Por esa razón, muchos niños que durante el año afeitaron al gato, tiraron a la vecinita al charco de fango u otra fechoría semejante, después se dedican a desprestigiarlo diciendo que no existe o que se salta casas a su capricho. Pero no, Papa Noel cumple siempre, excepto aquella vez en que alguien dejó junto al árbol unas galletas vencidas y leche agria, lo que hizo que tuviera que interrumpir su recorrido y pasara el resto de la noche en el baño más cercano que pudo encontrar, y por lo que no me pudo entregar el trencito Chu-Chu que le había pedido cuando era niño. 

Sirva este post para desearle a los lectores (que sé que tengo algunos) una Feliz Navidad. Pórtense bien para que Papa Noel les deje regalo.

miércoles, 13 de diciembre de 2023

Yo no pedí nacer



Era un día normal en la oficina. Obviamente, lo normal en una oficina como en la que trabajo es que haya apuros, sobresaltos, amenazas, gente presionando y reuniones acaloradas. Por lo mismo, son toleradas ciertas actitudes para desahogarse, o algunas expresiones verbales, como para que no terminemos asesinándonos unos a otros, además de que nos han advertido que si alguien vuelve a romper la ventana para arrojarse desde el quinto piso, toda el área pagará por los vidrios rotos. Ese día, como decía, la normalidad dictaba que la mitad de la gente persiga a la otra mitad para que cumpla su parte y poder entregar las tareas y resultados de fin de mes, y los que no tenían a quién presionar, se lamenten en voz alta con frases como “¿Por qué a mí?”, “Yo no firmé para esto”, o “Si quieren todo a tiempo, contraten más gente”. 

Quien peor la pasaba en todo ese laberinto era una chica que sufría especialmente el cambio de pasar de una empresa estatal al ámbito privado, lo que en este país significa pasar de trabajar de 10 a 100 kilómetros por hora. Ella fue la que soltó el grito más ingenioso del día: “¿Para qué tengo que hacer todo esto, si yo ni siquiera pedí nacer?”. Yo, ocupado como estaba en mis propias labores, no tuve tiempo en ese momento para darle una respuesta, pero el lamento me dejó pensando. Al día siguiente, cuando ya casi había olvidado el episodio, volvió a la carga con esa frase “Yo no pedí nacer”. Ahí fue que me puse a pensar. Pude haber respondido que nadie de los presentes había pedido nacer tampoco, y que, en la mayoría de los casos, los padres tampoco estaban pensando en traer otro niño al mundo cuando los estaban concibiendo, pero no lo hice, el asunto requiere de un análisis más minucioso. 

El hecho es que, pensándolo bien, ella sí había pedido nacer, de lo contrario sus padres no hubieran desaprovechado tantas oportunidades como tuvieron para evitar que ella venga al mundo a armar expedientes en nuestra oficina. Y lo demuestro a continuación: 

La primera oportunidad para no nacer que ignoraron sus padres fue muy temprano, en aquella fiesta en que a su futura madre le presentaron a ese joven y se empezaron a mirar con ojos hambrientos. En ese momento su madre pudo rechazar cortésmente los requiebros, acordarse de los consejos paternos, portarse como una señorita decente, o al menos no fiarse de esa actitud de lobo acechando a su presa que tenía su futuro padre. Pero no, se perdió esa ocasión. 

Hubo más ocasiones ignoradas activamente por sus padres en las semanas siguientes, como cuando su futuro padre dejó todo tirado para pasar ese fin de semana con su nueva conquista, cuando su madre se escapó a esa fiesta, dejando de lado otras responsabilidades, y un largo etcétera. En el tiempo de su relación, ella pudo haber dicho que no, que debían darse un tiempo, que estaba muy jovencita para esas cosas. Del mismo modo, él pudo pedir algo de espacio, hacerle caso a esa otra señorita que lo miraba con apetito, o elegir su libertad. Tantas oportunidades perdidas nos llevan a pensar que en ese momento había realmente alguien pidiendo nacer. 

Pero todas estas oportunidades fueron mínimas comparadas con aquella cuando él olvidó, o le dio flojera, llevar un preservativo a la cita culminante, cuando ella aceptó seguir adelante a pesar de que el calendario indicaba el riesgo alto. No conocemos los detalles, pero estadísticamente podemos decir que no era la primera vez que confluían un período fértil y la ausencia de un preservativo, y que tal vez el que no haya pasado nada una vez, les haya llevado a pensar que ambos eran invencibles. En fin, los dos decidieron ignorar todas las oportunidades, hasta que los astros se alinearon, el universo conspiró a favor de mi futura compañera de trabajo, y un saludable embrión apareció gritando “Sorpresa, ya llegué” al organismo de la madre, alborotando su vida como indicativo de que ya se había divertido lo suficiente. 

Por muy católicos, apostólicos y romanos que sean los jóvenes, la evidencia de un embarazo les pone a pensar en qué tiene que meterse el Papa en mi vida privada, en cómo voy a sacrificar mi juventud criando a un hijo cuando mi irresponsabilidad indica que ni siquiera han terminado de criarme a mí, y en vamos a buscar a esa chica que también pasó por eso y se consiguió un doctor que le extrajo hasta los remordimientos de conciencia y las consideraciones éticas. El rechazo a esta posibilidad para seguir adelante es otra prueba de que, a pesar de lo que dice, mi compañera sí pidió nacer, por más que el plan era ponerse a jugar con muñecas, en vez de estar aguantando jefes explotadores. 

La última oportunidad de no nacer se presentó en el consultorio médico, después de ver en las ecografías a una bebita ansiosa de nacer y de comerse el mundo, siempre que no represente demasiado trabajo. Allí se discutieron las opciones del nacimiento. Por un lado, la forma natural, llena de dolor y con el apoyo de unos forceps que son el último recurso para los que a última hora no quieren nacer. La otra opción era una cesárea que evita los sobresaltos, no hace trabajar en la madrugada a los médicos y a los padres les permite hacer que su hija nazca bajo el signo de capricornio en vez de escorpio, que tanta gente insoportable ha dado al mundo. En este momento fue cuando se descartó firmemente la alternativa de arreglar las cosas por lo bajo, fingir que aquí no pasó nada y continuar con sus vidas. La decisión de seguir adelante con el proceso natural implica una voluntad de nacer, además de una conspiración entre médico, padres, y los padres de los padres, tal vez consolados por la posibilidad de que la futura niña termine trabajando conmigo y aprovechando los beneficios de mi sabiduría.

Al fin, después de tantas oportunidades no aprovechadas, nació esta niña, no hay vuelta atrás, que los padres se preparen para todo lo que significa traer una niña al mundo en estos tiempos, y que ella se haga a la idea desde ahora de que esos expedientes los debe tener listos para esta semana, y que después no se ande lamentando con eso de que no pidió nacer, que si hubiera querido no existir, oportunidades no le faltaron, que no me venga con vainas.

domingo, 3 de diciembre de 2023

Las mejores historias en una canción



Hace mucho tiempo que no escribo nada sobre música, al punto que empecé a temer el que ya haya escrito todo lo que tenía que decir. De repente un día, escuchando mi playlist, recordé que me gustan mucho las canciones que cuentan una historia, esas que van más allá del “Te quiero” o el “Te conocí y me enamoré”, que componen la mayoría de las canciones que uno escucha. Inicié una búsqueda por internet y no encontré nada parecido. Entonces me puse a hacer mi lista de las 10 mejores historias contadas en una canción, aquellas que pudieron haber sido un cuento o una novela, así que creo que una lista como esta no la encontrarán en ningún sitio. A ponerse, pues, los audífonos y a disfrutar de esta especial Playlist. 

Ob la di-Ob la da (The Beatles, 1968) 
Esta es una canción que siempre ha causado polémica. Se la ha llamado la peor canción de Los Beatles y cosas por el estilo, pero a mí me gusta mucho su historia, que es una muy simple: Un hombre conoce a una mujer, se gustan, se casan y tienen hijos. Pero para mí está muy bien contada, de una manera alegre y sin pretensiones. 

Tie a Yellow Ribbon Round the Ole Oak Tree (Tony Orlando and Dawn, 1973) 
Esta canción está basada en un cuento publicado (creo) en los años 50 en los Estados Unidos. Un hombre es condenado a tres años de cárcel, lo que era una deshonra mayúscula, y escribe una carta a su esposa indicando que, si al salir de la cárcel aún lo acepta, coloque una cinta amarilla en el roble a la entrada del pueblo. De no encontrarla, seguiría su camino y no volvería jamás al pueblo. Esta canción fue muy popular en una versión en castellano en mi país, pero esta versión omitía la estrofa final, lo que la dejaba como una historia inconclusa. Para suerte mía, varios años después encontré la historia original en una antigua edición de la revista “Selecciones del Reader’s Digest”. El final me emocionó, al conocer al fin el desenlace de la historia: El hombre llega a la entrada del pueblo y encuentra el viejo roble lleno de cintas amarillas. 

Las cuatro y diez (Luis Eduardo Aute, 1973) 
Un hombre encuentra casualmente a una mujer con la que tuvo una relación en sus años de adolescencia, y le invita un café para recordar esos años y contarle lo que pasó en su vida desde entonces, para al final despedirse de ella. Una historia muy hermosa y que a mí me pasó una vez casi a la letra. Será tal vez porque esta historia es muy común, o Luis Eduardo Aute la escribió para mí sin conocerme. Quiero creer lo segundo, es por eso que me gusta tanto. 

Pedro Navaja (Rubén Blades, 1978) 
Esta fue una revolución en la salsa. Jamás se había escrito una canción con valor literario, la historia de un matón de poca monta que encuentra la horma de su zapato en una prostituta a la que las cosas tampoco le iban bien. Como referencia literaria podemos decir que la historia está basada en el personaje “Mack the Knife” de la obra “Ascenso y caída de la ciudad de Mahogany” de Bertolt Brecht. Gabriel García Marquez declaró una vez con cierta envidia que le hubiera gustado escribir esa historia. No puede haber mayor elogio. Como curiosidad, esta canción me trajo más tarde dos decepciones: La mediocre película mexicana del mismo nombre, que traiciona a la canción, y una olvidable continuación del propio Rubén Blades, llamada “Sorpresas”, escrita años después, y que suena demasiado forzada.

Escape (The Pina Colada song) (Rupert Holmes, 1979) 
Esta historia es un poco (o bastante) cursi, pero también es muy popular, y su cursilería le da bastante encanto. Investigando sobre el tema, me enteré que su autor también era guionista de telenovelas. Y la historia parece, en efecto el guión de una película romántica: Un hombre está aburrido en su matrimonio y coloca un aviso en el periódico buscando todo aquello que su pareja no le daba, para escapar con ella. Concreta el encuentro con quien respondió el aviso y se da con la sorpresa de que es su propia esposa, quien buscaba lo mismo que él. Canción para escuchar con palomitas de maíz. 

The Devil went down to Georgia (Charlie Daniels Band, 1979)
Esta canción está basada en una leyenda popular: El diablo va a Georgia en busca de un alma que llevarse y apuesta el alma de un muchacho en una competencia de violín, siendo derrotado. Será que a la gente le gustan las historias de gente que logra burlar al diablo. 

Era en Abril (Juan Carlos Baglietto, 1982) 
Hay toda una leyenda sobre esta canción. Suena tan auténtica y desgarradora que cuando salió, se dijo que era una historia real que le fue legada a Juan Carlos Baglietto. Una pareja está muy ilusionada ante la llegada de su hijo, hasta que ella pierde al niño dentro de su vientre. Desolados por la pérdida, la pareja decide suicidarse. Nuevamente, una historia, aunque terrible, muy bien contada, llena de metáforas. 

Naturaleza Muerta (Mecano, 1991) 
Recuerdo que a principio de los 90, los integrantes de Mecano dijeron que buscaban mayor profundidad en sus canciones, y que querían hacer algo como lo que hacía Joan Manuel Serrat. La idea sonaba tan disparatada que pocos la creyeron posible. En su siguiente disco se encuentra esta canción. Ignoro si se basa en una leyenda popular o en algún cuento ya publicado, pero la leyenda aquí contada es una hermosa leyenda. El mar se enamora de un pescador, quien ya tiene una mujer que lo ama y lo espera en casa. El mar secuestra al pescador, y la mujer se convierte en una piedra blanca que mira al mar esperando el regreso de su amado, mientras el pescador lucha eternamente contra las aguas sin poder escapar. Si esta canción es creación de Nacho y José Cano, los compositores del grupo, pudieran bien haberla publicado como cuento y ser reconocidos por ello. 

Y nos dieron las diez (Joaquín Sabina, 1992) 
La preferida del público. La historia del cantante que se enamora de una mesonera en un pueblito, y que cuando vuelve un año después, no encuentra rastro de ella, todo ello contado con el arte de Sabina en su mejor época, no tiene desperdicio. Canción para cantar con entusiasmo e invitar al público a unirse en el coro. 

Ruido (Joaquin Sabina, 1994) 
Otra de Joaquin Sabina, y otra joya literaria. A través de la metáfora del ruido, se cuenta la historia de una pareja, de su inicial entusiasmo y su dolorosa ruptura. Ruido de amenazas, ruido de abogados, tanto, tanto ruido. 

¡Y aquí hay algunos Bonus tracks! 

Piano Man (Billy Joel, 1973) 
No incluyo esta canción en la lista porque no narra una historia propiamente dicha, es más bien una descripción casi cinematográfica de una escena: Un pianista toca por las noches en un bar, rodeado de personajes, cada uno con una historia que contar. 

Another Day (Paul McCartney, 1971) 
Otra canción que es más una escena que una historia: Una mujer se levanta en la mañana para seguir con su vida rutinaria, mientras espera, o más bien desea, que venga alguien para rescatarla. 

Hotel California (The Eagles, 1976) 
Pondría esta canción en la lista, si no fuera porque todos sabemos que cuenta una historia, pero nadie se pone de acuerdo sobre lo que se cuenta en esta historia ¿Es un cuento de fantasmas? ¿Un viaje lisérgico? ¿Una secta satánica? Lo único que sabemos es que un hombre llega a un hotel y encuentra gente en una fiesta o reunión. No sabemos exactamente qué pasa después o cómo termina la historia.

Sigamos escuchando música y prestando atención a las letras, de vez en cuando hay buenas historias esperando allí.

jueves, 23 de noviembre de 2023

Leyendas Peruanas: Las aventuras perdidas de Ai Apaec



Esta vez quiero hablar de una leyenda que se ha perdido, y que los arqueólogos e investigadores peruanos tratan afanosamente de reconstruir. Primero contaré sobre cómo llegué al conocimiento de esta leyenda olvidada. Tengo la costumbre desde hace ya un tiempo de salir con una bicicleta y una camara fotográfica para ver qué encuentro, y así, rodando, rodando, llegué al Museo de Arte de Lima, en donde encontré una exposición de arte precolombino. Lo que más me impresionó fue algunas vasijas de arcilla muy decoradas que describen las aventuras de Ai Apaec. Algo de contexto vendrá bien aquí, para el que no conoce: Entre los siglos III y IX de nuestra era, en lo que hoy es el norte del Perú, floreció la cultura Mochica, llamada así por su ubicación en el valle de Moche. No parece haber tenido una unidad política duradera, y fue más bien muchos pequeños territorios independientes unidos tal vez por una cultura común, y hoy se habla al mismo tiempo de las culturas Vicús, Sicán o Sipán, que habrían sido dominantes en algún momento y lugar. 

Lo que sabemos sobre la mitología de estos pueblos proviene de las ofrendas funerarias encontradas en la zona, principalmente piezas de cerámica, y lo muy poco que sobrevivió como tradición oral hasta la llegada de los españoles, y que pudo ser recogido por los cronistas y evangelizadores que llegaron en el siglo XVI. Entre las vasijas y representaciones encontradas, se encuentra con frecuencia Ai Apaec, quien habría sido un dios, pero cuya leyenda alude más bien a lo que conocemos hoy como un héroe, cuyas aventuras están representadas en multitud de vasijas funerarias. Lamentablemente, los mochicas no tenían escritura, y todo lo que nos queda de sus aventuras son estas representaciones en cerámica. Estas fueron las que vi en el museo, y que me entusiasmaron al saber que teníamos un héroe comparable a Ulises o a Hércules. 

Lo que hemos podido saber de este héroe es que era hijo del Sol y de la Tierra, por lo que podía transitar entre los reinos del cielo, el reino subterráneo y el reino de los hombres. Una de las aventuras que los investigadores asumen que tuvo fue el rescate del sol que sumió a la tierra en la oscuridad. Otras aventuras son la defensa del mundo contra invasiones de monstruos venidos del mar como cangrejos gigantes, o los viajes que realizó con sus compañeros: un perro que podía detectar los peligros, y una iguana que conocía los caminos para llegar a los reinos subterráneos. Otra de las cualidades que se le atribuyen a Ai Apaec es la capacidad de transformarse en animal. En muchas cerámicas se le representa con dientes felinos o con pinzas de cangrejo como manos. Lleva además un tocado de pluma de ave, y una serpiente que lleva como cinturón. La figura que acompaña a este post es la que tomé en el museo, en donde se representa una de las aventuras de Ai Apaec, extraída de un ceramio funerario.

Es indudable que existieron muchas leyendas sobre Ai Apaec, algunas en donde se comporta como héroe, y otras en donde ya ha reclamado su condición de dios, mantenedor del orden en el universo y proveedor de los dones de la tierra. Los investigadores hasta el día de hoy tratan de reconstruir esas aventuras, que pondrían a la mitología peruana al nivel de la de Gilgamesh, las sagas nórdicas o las leyendas griegas.

domingo, 12 de noviembre de 2023

Sobre energías y vibraciones



Siempre hay alguien dentro del círculo de amigos, o en el trabajo, que empieza a hablar de las energías o las vibraciones, generalmente en un sentido negativo: “Esta persona está trayendo energías negativas”, o “no traigas tus malas vibras”, los escucho decir. Y para los que no han escuchado estas cosas personalmente, internet está lleno de textos, videos y frases sobre la energía y la vibración. Y yo, que soy ingeniero, me rompo la cabeza tratando de entender a qué se refieren, porque los conceptos sobre energía y vibraciones que traigo aprendidos desde la universidad no tienen ninguna relación con lo que se habla en la oficina. 

Empecemos con el tema de la energía. Yo siempre creí que la energía es la capacidad para realizar un cambio físico. Para ponerlo de manera más entendible, yo necesito energía para mover mi taza de café desde el plato hasta mi boca, lo cual me dará energía que acumularé hasta que la necesite para realizar mi trabajo diario, con el resultado de que podré cobrar mi sueldo que usaré para comprar más café que usaré para darme energía para trabajar otro mes y así cumplir con un ciclo infinito. Dicho así parece simple, pero hasta ahora no entiendo qué es lo que tiene que ver con la disposición de las personas para trabajar o para hacer de la vida del prójimo más miserable. Hasta donde puedo medir (y para un ingeniero solo se puede controlar lo que se puede medir), las personas malhumoradas que odian a todo el mundo necesitan la misma cantidad de energía para escribir un informe que las personas que van cantando por la vida. Y en cuanto a la acumulación de energía, sé que el cuerpo humano tiene dos maneras de guardar energía: la primera es la energía instantánea, que se conserva durante poco tiempo y que se basa en el consumo de azúcar, lo cual he probado como cierto después de innumerables barras de chocolate a media tarde que me han dado la energía suficiente para acabar con las tareas del día; y la otra es la energía a largo plazo, que proviene del consumo de grasas, y que nuestros ancestros usaban para sobrevivir a los fríos inviernos, pero que ahora solo se usa para exhibir una antiestética panza que mantiene a las mujeres en una relación estrictamente profesional. 

Pero de alguna manera, mucha gente piensa que la energía, que yo puedo medir en Joules o en calorías, tiene que ver con la actitud hacia la vida y el efecto psicológico que causa el malhumor sobre el estado de ánimo de los demás. Más aún, ahora la energía tiene polaridad, progreso desconocido en mis tiempos de estudiante. Resulta que las personas tienen energía positiva y negativa, lo cual me causa problemas teóricos y cortocircuitos cerebrales. Veamos, si aceptamos que la energía puede ser positiva o negativa, de acuerdo a la ley de la electrostática, una energía atraerá a la de signo contrario y repelerá a la de su mismo signo, ergo, si yo tengo una energía positiva, atraeré a las personas de energía negativa, y alejaré a las personas con energía positiva. Cuando comenté esto a alguien que me hablaba de las energías positivas, me miró con “cringe”, como se dice ahora. Tal vez desde que salí de la universidad han derogado la ley de la electrostática, pero nadie me ha avisado.
Considerando que la energía es lo que se almacena en las baterías para accionar todos los artefactos que usamos en la actualidad, tal vez sea hora de aprovecharla para usos pacíficos. Según lo que me cuentan algunos, hay gente con tanta energía negativa como para iluminar todo el edificio. Cuando logre inventar el acumulador y el motor de energía negativa, ganaré el premio Nobel y eliminaré la necesidad de combustibles fósiles en el mundo. Pero no nos adelantemos tanto, con que pueda cargar mi celular me doy por bien servido. El problema sería que tal vez un smartphone cargado con energía negativa me presente solo malas noticias y críticas al gobierno en las redes sociales, y tome fotos de tonos grises, pero tampoco es muy diferente de lo que obtengo ahora, digo yo.

Y como siempre hay quien quiere dar un paso más allá, en cuanto a los temas espirituales, ahora no solamente se habla de “energías”, sino también de “vibraciones”. Como si alguien hubiera dado una hojeada a mis libros de texto de la universidad solo para ver los nombres de los capítulos en busca de un término marketeable, encuentro gente que me dice que tengo que vibrar con el universo. Otro cortocircuito cerebral cuando pregunto qué vibración es esa, de cuántos Hertzios es la vibración del universo y a cuánto estoy vibrando yo. Nuevamente tengo la desagradable impresión de haberme perdido de algo desde que terminé mis estudios de ingeniería. Para mí, las vibraciones siempre tuvieron que ver con las magnitudes medibles de amplitud y frecuencia, pero ahora la vibración se trata de algo inasible que tiene el universo y yo no. De la explicación que me dieron solo pude entender que si dos personas se caen bien, están vibrando juntas, y que yo debo andar desafinado, porque no vibro con nadie. Tal vez estoy confundiendo vibración con tembladera, porque no entiendo cómo puedo medirle la vibración a una persona, ni mucho menos medir la frecuencia de vibración del universo, como para saber si solo necesito una afinación, o mi caso es grave y solo se resuelve con una bajada de motor completa. 

Pero como soy persona animosa, he visto aquí una oportunidad de negocio, y hoy he llegado a la oficina armado de una batería, un osciloscopio y un diapasón, ofreciendo mis servicios de medición de energía y vibración. La gente se puede acercar a mi sitio para tomar los bornes de la batería, y con un voltímetro puedo equilibrar la potencia para saber el nivel de energía. Como la batería proporciona corriente continua, puedo determinar si una persona tiene energía positiva o negativa simplemente comparando el nivel de energía en posición positiva, es decir, cuando toma el borne positivo con la mano derecha y el negativo con la mano izquierda; con el nivel negativo, cuando los bornes intercambian de manos. Así, a las personas con falta de energía, una descarga de la batería basta para avisparlo, y a las personas de energía negativa les doy una descarga de la batería con los bornes en posición positiva para contrarrestar. 

En cuanto a las vibraciones, tengo un diapasón ajustado a 432 Hz, que todos saben que es la vibración del universo, y un osciloscopio para medir la frecuencia a la que vibra el cliente. En caso de desajuste, conecto la batería a un inversor de corriente para darle una descarga que le arregle las vibraciones. Como algunas a algunas personas no les basta una descarga de energía a 432 Hz, hay que complementar el tratamiento con una zamaqueada mecánica acompañada de un par de cachetadas de cortesía, acompañados de ese mantra tan efectivo que es el “Amigue, date cuenta”. 

Así, esta semana me estoy haciendo de un pequeño ingreso extra, explicando que mi tratamiento es más científico que el de los que venden cristales de cuarzo, u ofrecen alineamiento de chakras, que rechazo como tonterías con las que estafan a la gente.

jueves, 2 de noviembre de 2023

Frases twitteables 66



Hace tiempo que no publicaba una recopilación de mis frases twitteables. Si es cierto lo que dicen que la pluma es más poderosa que la espada, entonces estas frases son como una práctica de esgrima. También eso me hace pensar si mi pluma llegará a ser más poderosa que la espada Excalibur, o más bien será mi espada de Damócles.
  • La ortografía es un arte que se está perdiendo. - i ke? La hortografia no inporta kuando ce abla kon el corason. 
  • Caminante, no hay camino, se hace camino al andar, dijo el poeta. El Ingeniero civil le respondió: Caminante, no hay camino, se hace camino al pavimentar. 
  • El problema de haberte olvidado es que, ahora que estoy escribiendo mi autobiografía, tengo que preguntarte a ti, sobre lo que pasó entre nosotros. 
  • Mi idea de negocio infalible es abrir un gimnasio en la última semana del año y cerrarlo en enero. Luego viviré con el dinero que me han dado todos los que se inscribieron como propósito de año nuevo y nunca volvieron a ir. 
  • Es el indesmayable optimismo humano, que siempre cree que ya no se puede estar peor. 
  • Hay personas que creen que soy buen entendedor, porque apenas me dirigen la palabra. 
  • Me pregunto si alguna vez la inteligencia artificial aprenderá en qué momento equivocarse. 
  • Yo soy de la época en que la verdad era más importante que la opinión. 
  • Con el pelo teñido de rubio, nariz operada, cremas para aclararte la piel, con ropa de imitación de marcas famosas, insistiendo en que te llamen por tu nombre en inglés ¿Y dices a los hombres que no quieres que te mientan? 
  • Yo soy de la época en que los eufemismos y palabras políticamente correctas eran muy pocas y uno las podía identificar y contar. 
  • Solo los fanáticos de los Beatles entendemos lo que es vivir un día Hey Jude, que empieza lentamente y con una letra de consuelo, para terminar con un alegre e interminable na na na na na na na na. 
  • Muchos años después, cuando ya era una respetada psicoanalista, Alicia aún preguntaba a sus pacientes si en alguno de sus sueños habían visto alguna vez a un conejo blanco o a un gato que desaparecía hasta dejar solamente su sonrisa… 
  • Todos hemos tenido alguna vez una semana llena de viernes 13. 
  • Tremendo desperdicio de energía el de aquellos que quieren saber lo que piensan los tontos, sin considerar que en realidad los tontos no piensan. 
  • No todos somos iguales, qué aburrido sería el mundo si así fuera. El problema es toda la gente que busca justamente las diferencias que menos valen la pena.
  • Mi teoría tonta: Hay en el cielo una fábrica de almas, que entrega las almas a la gente que nace. Pero ahora nace tanta gente que la fábrica ya no se da abasto y las almas no alcanzan para todos. Es por eso que se ve tanta gente desalmada en estos días. 
  • No soy lo que se dice una persona de impulsos, soy más bien una persona aburrida. Si me dijeran que viva este día como si fuera mi último día, me pondría a hacer mi testamento. 
  • Claro que todavía existe gente buena en el mundo, pero hemos pasado a la clandestinidad para protegernos. 
  • Yo creo que los extraterrestres no quieren invadir la tierra, solo vienen de visita para ver qué tan rápido nos extinguimos, porque ya están ofreciendo el planeta como terreno recién desocupado. 
  • Dicen que el supervillano, al verse vencido por el joven héroe, tuvo una idea para salvar su vida. Era descabellado, pero decidió correr el riesgo. - ¡Yo soy tu padre! - Le gritó. Y funcionó. El héroe, confundido y anonadado, suspendió el ataque, permitiéndole escapar. 
  • La frase “Pienso, luego existo” solo es aplicable en democracia. En una dictadura, al que piensa le cortan la existencia. 
  • Tal vez la aplicar la frase “Pienso, luego existo” causa problemas existenciales, porque ahora al que piensa le hacen bullying, o bloquean o lo linchan en las redes sociales, hasta que ya no existe. 
  • Si la frase “Pienso, luego existo” es verdadera, entonces hay muchos que viven una existencia prestada, al igual que sus pensamientos. 
  • En ese club de lectura ya empezaron con la crisis de la edad madura: Uno salió vestido de caballero andante a desfacer entuertos, otro despertó convertido en insecto, uno está construyendo un submarino para alejarse del mundo y no volver. 
  • A veces encuentro a alguien tan incapaz en el trabajo, que pienso que en realidad es un testigo protegido al que han puesto allí para que la mafia no lo mate.

lunes, 23 de octubre de 2023

Anticuento



Alguna vez, en un reino muy antiguo y lejano, durante una gran celebración, el rey invitó a todos los artistas de su reino a hacer una obra que represente a la felicidad, ofreciendo como premio una gran bolsa de monedas de oro. Se presentó un famoso escultor, que mostró un mármol con la alegoría de una hermosa mujer con una gran sonrisa. Demasiado académico, dijo el rey. Pasó a la siguiente obra. Era un lienzo con la imagen de una fiesta en donde jóvenes cantaban y bailaban. Demasiado predecible, opinó el rey. Así fue pasando ante todas las obras, encontrando defectos en todas y diciendo que ninguna de las obras representaba fielmente la felicidad. Hasta que encontró un papel que alguien había colocado sobre la mesa, en donde se veía el garabato de un niño de la mano de su madre. El rey al fin sonrió complacido. Esta es la verdadera imagen de la felicidad, dijo, no es la complejidad de un arte, ni una alegoría, es el simple sentimiento. Toda la corte asintió en reconocimiento a la sabiduría del rey. Solamente la gente del pueblo, que desde el principio dudó de que el rey hubiera abandonado la costumbre de la tacañería, empezó a decir en voz baja que no era de extrañar que diera el premio a su propio hijo por dibujar tan solo un garabato.

viernes, 13 de octubre de 2023

Juguemos a la conspiración



Hoy, que tengo un poco de tiempo para no hacer nada, y ganas de escribir sobre cosas de las que no tengo idea, quiero ver si es tan fácil como dicen crear una teoría de conspiración, por lo que propongo el juego de la conspiración ¿Jugamos? 

Como todo juego, debemos tener algunas reglas: En primer lugar, debemos establecer como certeza que los accidentes fatales no existen, sobre todo si el muerto es alguien famoso. Nadie muere por sobredosis, ni se suicida, ni se cae de una escalera, todo eso son invenciones para encubrir la muerte de alguien que justo al día siguiente iba a hacer una gran revelación. Todos sabemos que el único que murió fue Paul McCartney, y que su doble está desde entonces sacando discos y llenando estadios en sus giras sin que a nadie le moleste. 

La segunda regla es que no existen rivalidades ni competencia entre países y gobiernos. En realidad, gobiernos musulmanes, comunistas, populistas de todos los colores, demócratas y dictadores son todos amigos y están de acuerdo para encubrir las verdaderas razones de por qué estamos como estamos y por qué vamos hacia donde vamos. La tercera regla es que la falta de pruebas de algo es la evidencia de que se está ocultando la verdad. La prueba de que lo que digo es verdad es que no tengo pruebas. Esto nos lleva a la última regla: todos los planes son perfectos, y se cumplen meticulosamente. No hay fallas de diseño ni errores humanos. Incluso los que identificamos como fallas se han hecho a propósito para despistarnos. 

¿Estamos listos para empezar? Solo un momento, me pondré mi pulóver con capucha y mi máscara de Guy Fawkes. Ya está, empecemos. 
Ahora, tomemos un evento que haya salido en las noticias y redes sociales, por ejemplo, el accidente del submarino lleno de millonarios haciendo un tour por los restos del Titanic. Como los accidentes no existen, tiene que haber otra razón. Entonces podemos decir que uno de los millonarios había desarrollado el motor que funciona con agua como combustible, y que ya todo estaba listo para la producción en masa, lo que haría quebrar a las grandes compañías que dominan el mundo. ¿Quieren una prueba? Noten que nadie ha hablado de este tema, porque han ocultado este hecho para que no salga a la luz. ¿Qué tal está esta teoría? Como primer intento no está mal. 

Hagamos otro intento. Un señor ha declarado ante el Congreso de Estados Unidos que los extraterrestres existen. Aquí podemos asumir que el Congreso de Estados Unidos es tan sagrado que nadie puede mentir allí, no como en el nuestro, donde ocurre exactamente lo contrario. Entonces estamos ante la prueba de que toda la vida nos han estado ocultando la verdad, y que los ETs nos visitan, hacen turismo y algunos hasta se quedan a vivir aquí, porque en Alfa Centauri hay demasiada gente y el alquiler está carísimo. Otra teoría es que el plan de ocultarnos a los extraterrestres es tan perfecto que han contratado a alguien para que diga todo eso, y luego lo refutarán de manera vergonzosa, dejando en el ridículo a todos los que en adelante a cuestionar la verdad oficial de que estamos solos en el universo. Y a los que me digan que eso no pasa, les pondré el video de lo que pasó en México ¿Cuál teoría es la mejor? Pondremos las dos en las redes sociales y que el público decida, que eso es más divertido que andar buscando pruebas. 

Conforme avance el juego, aparecerá la Agenda 2030, ese plan donde aparecen todas las tendencias que no nos gustan, y yo aprovecharé para ofrecer mis servicios como director de proyectos, en vista del estrepitoso fracaso que hasta ahora tiene ese proyecto ¿O acaso alguien cree realmente que llegaremos al 2030 con todos comiendo insectos y casándonos con el negro africano que acaba de llegar?

Por último, cuando la cosa amenace con volverse aburrida y repetitiva, pasaremos a la fase del razonamiento conspirativo recursivo, que es cuando la serpiente de la teoría conspirativa se muerde la cola. Podemos decir que hay tantas teorías conspirativas porque alguien las está inventando para que cuando alguien descubra la verdad y la publique en las redes sociales, nadie le crea y todos piensen que es solo otra teoría de conspiración de las tantas que hay por ahí. Y si no me crees, es que eres parte de esa teoría de conspiración y, por lo tanto, estás demostrando que yo estoy en lo cierto. ¡Gané el juego!

martes, 3 de octubre de 2023

Si los antiguos griegos hubieran conocido el aji



Entre las ideas filosóficas que se me ocurren a la hora del almuerzo, hace poco se me ocurrió una ucronía que ahora trataré de desarrollar. ¿Qué hubiera pasado si los antiguos griegos hubieran conocido el ají? Como la mayoría de mis ideas, aunque parece una tontería, tiene más trascendencia de lo que se ve a simple vista. Primero, para ubicarnos en la época, recordemos que los griegos tenían una variedad limitada de condimentos: un poco de mostaza, sésamo, azafrán y una que otra hierba aromática, nada que realmente pueda retar al paladar, pues no se conocía la canela ni la pimienta. Los únicos alimentos de sabor fuerte eran el queso y el yogurt, nada que pueda ser usado para probar voluntades o ganar campeonatos de resistencia. Imaginemos ahora que algún viajero haya traído en remotos tiempos una cantidad de ajíes o chiles, y las semillas de estos frutos hayan podido germinar en los valles helenos. 
Sin duda los griegos habrían creado una leyenda sobre su origen, tal vez hubieran dicho que fue un regalo de Hefestos, el dios de los volcanes, para los hombres, ya que comerlos es como comer el fuego ardiente de un volcán. Tal vez Homero habría contado la leyenda de Chileón, rey de Agias, quien cultivaba frutos tan dulces en sus jardines, que se jactaba de que ni en el Olimpo se hallaba manjar semejante. Al saberlo Zeus, lanzó furioso uno de sus rayos sobre el rey cuando cuidaba de uno de sus arbustos, y el rayo lo fundió a él con la planta, que desde entonces dio frutos que, al comerlos, uno podía sentir aún el rayo que había caído sobre él. 

El ají, como es natural, se habría convertido en el condimento preferido de los arcadios primero, para extender luego su consumo hasta Esparta, en donde se hubiera usado para probar la valentía de los guerreros, y aun se la habría reservado como un alimento para comer antes de las batallas, para aumentar la ferocidad de los soldados. Al expandirse a toda Grecia, el consumo de ají habría sido parte de los Juegos Olímpicos, y se recordaría a Arquilao, como el único capaz de comer dos platos llenos de ajíes, lo que le valió la corona de laurel, al costo de no poder probar alimentos sólidos por el resto de su vida. 

Pero la contribución más importante del ají hubiera sido en la filosofía griega. Nuestro pensamiento y filosofía serían distintos si los antiguos filósofos griegos hubieran conocido el ají. Todos nuestros conceptos sobre el dolor y el placer serían diferentes, y no se verían hoy como sentimientos contrarios. Eros y Tánatos tendrían un significado diferente, El ají, por su sola existencia, habría hermanado las filosofías del hedonismo y el estoicismo. 

Estas y otras cosas semejantes estaba pensando, y ya meditaba sobre la influencia del ají en la política y el comercio griegos, cuando llegó el mozo con mi orden en el restaurante. 
- Aquí está señor, su cebiche con bastante ají, bien picantito, como a usted le gusta…

sábado, 23 de septiembre de 2023

Una historia política


Esta es una historia que pasó en un país lejano, muy lejano, que no es el mío, de ninguna manera, así que no busquen parecido alguno con lo que se ha leído en los periódicos. Había una vez un político humilde, que llegó a ser presidente, porque era un desconocido y nadie quería votar por los malos conocidos, porque en una campaña política gana el menos odiado, y porque la gente prefirió votar por un cambio, sin preguntar de qué se trataba ese cambio. 
El candidato más humilde que haya ganado una elección en ese país (que no es mi país, no insistan), llegó con un afán de revancha heredado por generaciones de pobreza y al que su pasado sindicalista había hecho crecer hasta límites desconocidos en ese entonces. Se declaró entonces socialista-autóctono-reivindicativo-ancestral, aunque nunca pudo explicar qué significaba cada uno de esos títulos. 
Lo que hizo, basado en su experiencia de profesor que no pudo pasar un examen para subir de categoría, fue declarar que hasta ese momento el país había vivido una dictadura a cargo de una minoría que había tenido acceso a la educación, que los puestos de responsabilidad estaban copados por gente capaz y con estudios. Esto era una clara forma de discriminación, una dictadura de los inteligentes, por lo tanto, era urgente permitir que los incapaces, que son la mayoría, estén bien representados en el sector público. Nadie se dio cuenta entonces, pero esos incapaces llegaban a esos altos puestos porque habían tenido la suficiente visión unos meses antes para aportar dinero en la campaña del nuevo presidente. Cuando estalló el escándalo, los congresistas del oficialismo justificaron los nombramientos diciendo que estaban reemplazando a la casta política que había gobernado el país los cinco siglos anteriores y que ahora les correspondía aprovechar de las riquezas del país. 

El problema empezó cuando empezó a hacer promesas que iban en contra de las leyes del país. Nadie está por encima de la ley, fue la decisión de los tribunales. Entonces, para poder cumplir con su palabra, promulgaba leyes que solo lo favorecían a él y a sus allegados. Por ejemplo, declaró el terreno de casa de sus padres como de “valor estratégico” con el fin de poder hacer un helipuerto estatal y poder visitar a sus padres sin preocuparse del tráfico ni del estado de la carretera. 

Como se dijo antes, nunca tuvo el país a un presidente tan inexperto en todos los quehaceres de la política. Sus discursos pronto se hicieron famosos por las tonterías que soltaba cuando no se enredaba en sus propias palabras y perdía el hilo de sus propios pensamientos. Por eso hacía casos a los peores consejeros que sus mentores políticos le facilitaron. Así llegó a pensar que robar al erario público y cobrar comisiones de contratos estatales era una prerrogativa presidencial y una tradición nacional que todos aceptaban. Sus intentos de apropiarse de dinero público fueron tan torpes que causaban pena, indignación y risa al mismo tiempo. Se llegó a extrañar públicamente a aquel otro expresidente, ladrón de talla mundial que robaba con tal arte, inteligencia y carisma que nadie pudo encontrarle nada incluso después de muchos años. 

Nunca tuvo una idea clara de lo que quería hacer en el gobierno, sólo la convicción de que el tiempo no le iba a alcanzar. Por eso dedicó mucho tiempo y esfuerzo a intentar quedarse en el poder, o al menos asegurar su futuro y el de su familia. Demasiado pronto el gobierno empezó a hacer agua, y lo obligó a seguir el manual del populista de izquierda: Prometió una nueva constitución, una que reemplazaría a esa que solo había hecho ricos a los ricos y pobres a los pobres. Nunca pudo explicar qué es lo que tenía exactamente de malo la constitución vigente, ni tampoco pudo dar un ejemplo de cómo podría cambiarse algún artículo para hacerlo menos derechista. La discusión duró meses, mientras el presidente trataba de ocultar sus errores y trataba de llevar adelante un cambio de constitución que no implicara participación alguna del pueblo que decía defender. 

Se dio entonces la rara circunstancia de un gobernante que no sabía gobernar, mientras echaba la culpa de su incapacidad a la derecha, a los ricos, y a la constitución, mientras no hacía nada. Hasta hoy, ni siquiera los pocos partidarios que hoy le quedan pueden mencionar una sola obra que haya realizado, una ley que haya impulsado o una decisión que haya tomada para mejorar en algo lo que encontró al llegar. El Congreso de la república, aunque también era una cueva de pícaros, no podía ver cómo se desbarrancaba el país, bajo el razonamiento práctico de que era mejor obtener beneficios en un país rico que en un país en quiebra. Se presentó una moción de remoción al presidente, por razón de incapacidad moral, aun a sabiendas que a dicha moción le sobraba la palabra “moral”. 
El presidente para entonces estaba tan aterrado por la posibilidad, que, aunque las encuestas decían que la moción no iba a prosperar, realizó el acto más penoso de su gobierno: Difundió un mensaje a la nación en donde declaraba la disolución del congreso que lo quería sacar y del sistema judicial que lo quería investigar, reemplazando a ambos por la Asamblea Constituyente que solucionaría todos los problemas del país. Mientras tanto, ordenó al ejército salir a la calle a defenderlo, con toque de queda incluido. Cuando me vinieron con la noticia, la descarté inmediatamente por falsa. Ni siquiera él puede ser tan bruto, dije. Solo cuando vi la confirmación por canales oficiales pude creerlo, pero volví a exclamar ¡Qué bruto! (¡Ah! me olvidé que esto ocurrió en un país muy lejano, así olviden que escribí la línea anterior). La realidad del país le dio en la cara. Nadie le hizo caso, ni el ejército ni el pueblo, porque el país ya estaba curado de dictadores y prefiere que lo roben en democracia. 

Cuando el Congreso, en solo dos horas declaró fundada la incapacidad presidencial, le dejó solo la opción de mostrarse valiente y enfrentarse a sus enemigos. Nuevamente falló. Ordenó a su escolta llevarlo a la embajada de otro país izquierdista para pedir asilo político, con tanta torpeza que todo el mundo sabía hacia donde se dirigía y se formó un bloqueo de autos de gente harta en la embajada para impedirle la llegada. No fue necesario, la escolta presidencial recibió órdenes del Congreso para arrestar al presidente. Nadie levantó la voz ese día para defenderlo, y las multitudes que salieron a la calle ese día lo hicieron para celebrar. Solo en los sitios alejados de la capital hubo protestas de gente que no había tenido que soportarlo día a día, y que hasta hoy cree que era solo un pobre maestro rural aplastado por una élite blanca. 

Aún hay quienes fuera de ese país creen que su destitución se debe al racismo, olvidando que los dos presidentes anteriores y la sucesora de este presidente son tan indígenas como él, y solo de diferencian por el hecho de no declararse izquierdistas. No saben que en el país hace ya mucho que la izquierda y la derecha han perdido su significado, y que ahora solo existen en el país los fines personales. Que se los diga la vicepresidenta del este malhadado presidente, que pasó de ser una comunista recalcitrante a ser hoy como presidenta, la representante de la derecha más retrógrada, según sus detractores. 

¿La moraleja de la historia? La incapacidad no tiene raza, color político ni clase social, y a ese presidente no lo sacaron por izquierdista ni por ser del pueblo, sino por bruto.

miércoles, 13 de septiembre de 2023

Sin anotaciones al margen



El que entre a mis dominios privados verá un gran librero, multiusos como todo lo que tengo. Allí tengo libros técnicos de mi especialidad, diccionarios, una parte de mi colección de música, y una variada selección de libros de literatura. Algunos que dedican más tiempo que yo a leer podrán pedirme hojear alguno de ellos, y una de las cosas que notarán es que casi ninguno de los libros tiene anotaciones al margen. Entonces me preguntará el porqué, e incluso algún fanático literario expresará la duda de que en realidad he leído los libros que hay allí.
Anotar en un libro. Nunca lo he entendido. Creo que es porque soy de la generación en que todos éramos pobres, y un libro era casi un lujo, además de que tenía que compartirlo con mis hermanos. Hasta hoy me parece una barbaridad manchar un libro con mi escritura, más allá de escribir mi nombre en una de las primeras páginas, en caso de que alguien me lo pida prestado. Esa es otra de las razones por la que no hago anotaciones. Si por alguna razón el libro acaba en otras manos, alguien más se enterará de lo que pienso y opino. Me imagino también si escribiera al margen de un párrafo y lo leyera después de tiempo, sólo para sentir pena de las tonterías que pensaba entonces. Tampoco encontrará nadie en mi biblioteca libros subrayados o resaltados, otra aberración propia de predicadores callejeros, a los que reconozco por cargar siempre una biblia desgastada con tantas frases resaltadas en varios colores que el libro ya ha perdido su significado y se ha convertido en una lista de frases inconexas.
Observo también que hay libros baratos en papel corriente, preparados para ser anotados, y ediciones de lujo, para leer con reverencia o enseñar a los amigos, y que nunca serán anotados. Ese es otro extremo al que no llego, pues para mí, un libro fue hecho para ser leído, y no para tenerlo como adorno o símbolo de estatus. 
Con todo, alguna vez me atreví a anotar al margen de un libro. Como en muchas cosas que hago, lo hice esa vez para saber lo que sé siente, y ver de primera mano si era esa experiencia enriquecedora de la que hablaban mis amigos literatos. No me sentí cómodo, y más aún, me di cuenta de que no estaba opinando, sino corrigiendo al autor. Para mayor afrenta, mi caligrafía se ve realmente mal, y echa a perder toda la estética de la página. 

Revisando mi biblioteca, veo que la mitad de mis libros son técnicos, relacionados a mi profesión, algunos con anotaciones de referencias a normas técnicas, y en algunos casos, enmarcando alguna fórmula realmente importante. Los libros de literatura están limpios de marcas de lápiz o resaltador, lo que me parece mucho mejor, porque me distraerían de la historia, al igual que los pies de página. Recuerdo que alguna vez pasó por mis manos una edición del Quijote, con tantos pies de página que me desanimaba al ver que casi la mitad de la página era un pie con citas incomprensibles y opiniones de gente que no me interesaba. Yo quería saber la historia, no enterarme que la primera edición dijo esta palabra y después la cambiaron a esta otra. Y esa es otra razón para no anotar en los libros que tengo: Si decido emprender nuevamente la lectura de un libro, quiero hacerlo como si fuera la primera vez, quiero sorprenderme de nuevo, sin anotaciones que me distraigan, y sin tener que pensar si mis opiniones han cambiado desde la primera vez que lo leí. 
Allá los que dicen que hay que anotar en los libros, yo simplemente no lo hago.

domingo, 3 de septiembre de 2023

Leyendas peruanas: tesoros



En el Perú no hay sitio en donde no haya alguna historia sobre un tesoro escondido. En cualquier pueblo basta con preguntar un poco y se obtendrá una leyenda transmitida de boca en boca durante mucho tiempo, o un relato sobre gente que buscó o encontró un tesoro. Aquí cuento un par de historias que obtuve de primera mano: 

La primera me fue referida por un compañero ingeniero, cuando trabajaba en una línea de transmisión eléctrica a través de las montañas. Uno de los tramos tenía que atravesar el río, y la gente de la población advirtió a los trabajadores sobre el peligro de acampar cerca al río. Hay cosas, decían. Los ingenieros, provenientes de la ciudad, hicieron caso omiso de las supersticiones pueblerinas. En la noche, algunos trabajadores vieron un resplandor dorado proveniente de las aguas, y uno ellos, con valor insensato, se metió al río, para salir a los pocos minutos diciendo que había visto una especie de casa o caverna llena de oro en el fondo del río. Los demás trabajadores se pusieron de acuerdo y el primero volvió a entrar, está vez atado a una cuerda que lo demás jalarían una vez asegurado el tesoro. El intento fue infructuoso, pero el buceador improvisado volvió emocionado, estuvo a punto de tocar el tesoro, pero la cuerda se había quedado corta. Una segunda cuerda, atada a la primera, tampoco fue suficiente, esta vez el buceador dijo que casi lo alcanzaba con los dedos, pero parecía que el oro se alejaba cada vez que trataba de llegar a él. 

A la mañana siguiente, en el pueblo uno de los del grupo de la noche anterior comentó lo ocurrido. Recibió la respuesta airada de uno de los pobladores: ¡Insensatos! Les advertí que el río hay cosas. La gente del pueblo sabía desde hace mucho del tesoro del río, pero sabían también que el oro estaba maldito, todo aquel que lo toca no puede salir de la caverna y muere ahogado. El trabajador que se había metido al río tenía suerte de no haber tocado nada y seguir vivo. Ese mismo día se dio la orden estricta de no entrar al río, y el campamento fue mudado al día siguiente, terminada la labor en esa zona. 

La otra forma en que se encuentra un tesoro en mi país es por una costumbre usada en siglos anteriores. Se dice que en muchas haciendas la gente enterraba sus tesoros dentro de sus casas, con ayuda de un esclavo o sirviente, y una vez terminada la tarea, mataban al cavador con el doble propósito de que no revele el lugar del entierro, y para que su fantasma cuide del tesoro. A tal lugar se le conoce como "tapado" o "entierro", y hay multitud de historias de gente que ha buscado estos tesoros en las casas antiguas, para ser derrotado por el fantasmal guardián. Otras historias cuentan que había gente que, al construir una casa, pedían a un chamán que robe una calavera del cementerio y la entierre dentro de la casa, para que su fantasma la proteja de los ladrones y otros daños. 
Por eso cuando mi familia compró una casa hace años y al hacer los trabajos de cambio del piso, y los albañiles encontraron una calavera, nadie supo ante cuál de los dos casos nos encontrábamos. A pesar de las prohibiciones expresas, los obreros terminaron sacando los pisos de toda la casa, cavando en varios lugares. Tuvimos que despedir a los obreros y reemplazarlos por otros que nada supieran del tema, bajo una supervisión estricta para que nadie cave más de lo necesario. El asunto fue zanjado llamando al sacerdote de la iglesia cercana con una botella de agua bendita para bendecir todas las habitaciones, y enterrar la calavera en un lugar más seguro, con permiso de la iglesia. 

Así es el Perú, donde cualquiera puede contarle a uno historias de tesoros y fantasmas, o hasta encontrar una en su propia casa.

jueves, 24 de agosto de 2023

La carta automática



Desde que se puso de moda el ChatGPT, varios me han pedido mi opinión, y aunque ya hice un post antes sobre el tema, todavía me quedaban algunas cosas por decir. 
Cómo expresé antes, no le veo lo novedoso a la inteligencia artificial, porque basado en las respuestas que he obtenido hasta ahora, yo he conocido a algunos que me daban respuestas semejantes cada vez que alguien les encargaba un trabajo, carta o informe. 
Esto me he puesto a pensar con cierta seriedad en que, aunque no soy muy dado a las teorías de conspiración, sí creo que alguien en algún lugar ha logrado traspasar el cerebro de algunas personas que he conocido a la red digital de internet y la ha convertido en el chat GPT. Personas he conocido a las que sus escritos me dejaban esa sensación de haberlas visto antes, de tantos lugares comunes que utilizaban. Con uno de ellos, en especial, las empresas públicas y oficinas de atención al cliente tomaron ejemplo para escribir esas cartas masivas de respuesta a cualquier reclamo que hacen los clientes, y que se veían más o menos así: 

De mi consideración: 
Esperando se encuentre usted bien, quiero decirle, con el respeto que me merece, que, en mi humilde opinión, a mi parecer, creo que, me corrige si me equivoco, pienso que, como están los tiempos, llegada la ocasión, tengo derecho a opinar, en mi condición de ser humano, y le hago saber que, no obstante, por razones ajenas a nuestra voluntad, qué más quisiera que sea así, pero obligado por las circunstancias, en vista de lo ocurrido, se hizo lo humanamente posible, por lo tanto, de ahora en adelante, era cuestión de tiempo, lo lamentamos profundamente, y de manera temporal, hasta nuevo aviso, que sea lo que ha de ser. Con relación al objeto de la referencia, como es público y notorio, sin lugar a duda, no hay motivo para pensar que, a pesar de las evidencias, no hay forma en que los eventos ocurridos, por las razones arriba indicadas, lleven a pensar que, los hechos consumados han tenido como fruto tal consecuencia. No quisiera terminar sin mencionar que, a su debido momento, el tiempo nos dará la razón, en estos tiempos difíciles, nuestra razón de ser nos hará más fuertes, y miraremos con confianza hacia el futuro. El día de mañana será brillante, la ruta que nos hemos trazado será el camino a seguir, sin dudas ni vacilaciones, sin miedo al éxito, el día llegará. 
Esperando seguir contando con su preferencia, me despido de usted. 

Como ven la carta en mención sirve para todo, suena a conocido, da abundante información sobre nada, y es completamente inútil. Igual que esa persona, e igual que el ChatGPT.

lunes, 14 de agosto de 2023

Leyendas Peruanas: El pago a la tierra



Dentro de las costumbres y manías que tenemos los peruanos está la de compartir el vaso de cerveza o licor con los amigos. Esta costumbre, aunque muy desacreditada desde la aparición del Covid, se sigue usando sobre todo fuera de Lima. Y en esas ocasiones siempre hay alguien que derrama accidentalmente algo de la bebida en el piso. Los demás, nunca se molestan por ello, más bien lo aceptan, y aceptan la disculpa del culpable que dice: “es el pago a la Pachamama”. Incluso hay quien, al empezar la ronda de bebidas (siempre que sea en exteriores) derrama intencionalmente un pequeño chorrito “como pago a la tierra”. Esta costumbre es en realidad muy antigua en la parte andina del Perú y está presente hoy con mucha frecuencia, e influye en la vida diaria, como voy a contar ahora. 

En el antiguo Perú, se tenía mucha consideración a la Pachamama, o Madre Tierra, considerada la proveedora de alimentos y riquezas. La Pachamama no es una diosa en el sentido que hoy conocemos, sino una presencia dadora de bienes. No se encontrará en el antiguo Perú un templo dedicado a ella, o representación alguna de su aspecto más allá de la metáfora. Para un pueblo agrícola como el nuestro, la relación es de agradecimiento e intercambio. Si la tierra da algo, hay que retribuirle algo. Por eso en las grandes fiestas de cosecha o al inicio del año (que coincidía con el solsticio de invierno, en junio) la celebración iniciaba derramando un vaso de chicha en la tierra, como pago por todos los beneficios que los hombres recibían de ella. El ritual, a cargo de un alto sacerdote, incluía otros sacrificios que hoy varían con la zona del Perú. 

Hoy, en el Perú, la costumbre sigue practicándose cada vez que hay una fiesta, o cuando se inicia una obra pública o privada, desde una casa familiar hasta las grandes obras estatales. Y aquí entran mis experiencias personales. 

En la construcción de una gran planta eléctrica de la cual tomé parte, los obreros insistieron en realizar la ceremonia de pago a la tierra al inicio de los trabajos. La dirección del proyecto, compuesta por extranjeros y limeños cosmopolitas, se negó por considerarla supersticiosa, innecesaria y una pérdida de tiempo que distraería al personal. Los obreros y aún los capataces y jefes de obra obedecieron la orden de seguir trabajando, aunque comentando en voz alta que era una mala idea. Esa misma semana empezaron a ocurrir accidentes en la obra: Una excavadora tropezó con una tubería, rompiéndola; una grúa dañó una pieza de concreto en una mala maniobra; y por último, un trabajador se salvó apenas de una caída en altura. Toda la gente empezó a inquietarse y la solicitud a la gerencia fue renovada, para ser negada igualmente. La situación ya había dejado de ser anecdótica y se hablaba de que en cualquier momento ocurriría un accidente verdaderamente grave; los obreros, por su parte, ya amenazaban con paralizar la obra si no se cumplía con la ceremonia del pago a la tierra. Incluso yo me sentía intranquilo de lo que pudiera pasar, hasta que el Jefe de Campo me informó, en tono confidencial, que ya había contratado a un chamán de la zona, y habían hecho la ceremonia de pago a la tierra ese mismo día muy temprano, antes de que la gente llegue a trabajar, y que la noticia se estaba pasando de boca en boca para evitar mayores problemas. No sé si la gerencia llegó a enterarse de este desacato, pero sí estoy seguro de que notaron que los accidentes se detuvieron, y ya no hubo mayores problemas hasta el final de la obra.

En la obra en la que estoy ahora, a mucha más distancia de la capital, en la construcción de unos colegios, el pago a la tierra es una ceremonia mucho más pública y aceptada. El ritual esta vez se realizó como parte de la ceremonia de la primera piedra de la construcción, con presencia del alcalde y las autoridades educativas. La ceremonia, mucho más cercana a los rituales milenarios, se hizo como se debe: En el lugar en donde se colocaría la primera piedra, se hizo un pequeño hoyo en donde colocar primero una manta y sobre ella ofrendas, que son productos de la tierra, como alimentos y, en este caso, también una pequeña alpaca (Afortunadamente, esta parte ya se está perdiendo y hoy no es frecuente hacerlo). Estas ofrendas se envuelven en la manta junto con hojas de coca. Por último, se prende fuego en el hoyo con ayuda de algunas maderas secas, y mientras las ofrendas arden, los invitados a la ceremonia brindan con chicha, aunque también puede hacerse con cerveza. El primer vaso de licor es para la Pachamama, por lo que se vierte sobre el suelo. El detalle del sacrificio de una cría de alpaca hizo arquear las cejas a más de uno en esta época de conciencia sobre el maltrato a los animales, pero tuvo que aceptarse en aras de las buenas relaciones comunitarias. 

Esperamos entonces una construcción feliz y sin incidentes, con gente de buen ánimo y en paz con la Pachamama, y sobre todo, con ganas de que la construcción se termine pronto para celebrar en otra fiesta de las que se acostumbran acá, acompañada de sus propios rituales, y que contaré en otra ocasión. Salud con chicha derramada al piso.

viernes, 4 de agosto de 2023

La trampa de la empatía


Empatía. Término de moda, o al menos uno que me persigue desde hace tiempo. Con frecuencia lo veo en los artículos profesionales que leo, lo escucho en los noticieros cada vez que alguien se queja de la falta de solución a sus problemas, y en las conversaciones coloquiales. Yo mismo, a veces, he sido acusado de falta de empatía por alguien que no se siente satisfecho de mi desempeño. Es que, en realidad, más que de empatía, de lo que se habla es de la falta de empatía. Yo, que me autoanalizo al menos una vez al día, creo que no es que a mí me falte empatía, sino que yo entiendo la empatía de una manera diferente al resto del mundo. 
La primera vez que me encontré con el concepto de empatía fue hace mucho, cuando conversaba con un colega. Él me contó que su jefe le encargó un plan para disminuir los costos de operación de la empresa. Mi colega analizó los puestos de trabajo, las formas de trabajar y las instalaciones de la empresa, pero no pudo encontrar una forma de ahorrar dinero. Cuando su jefe le pidió un avance de sus resultados, tuvo que admitir su falta de progreso. El jefe, molesto, lo llevó a la planta de producción y le dijo: "Imagina que eres el dueño de esta empresa y que todo esto lo has pagado con tu plata. ¿Qué harías?". Desde ese momento mi colega empezó a ver todos los procesos con otros ojos, y vio tantas oportunidades de mejora que se sorprendió de haberlas pasado por alto anteriormente. 
La idea me pareció desde entonces algo poderoso: ponerme en el lugar del otro para darle lo que necesita. Empatía, en vez de la "distancia profesional" que me habían enseñado hasta ese momento. Me propuse usar esa idea en cuanto tuviera oportunidad. Así, la siguiente vez en que tuve que enviar un currículum para postular a un trabajo, me visualicé como el encargado del proceso de selección y sobre lo que le gustaría encontrar en ese documento. Desde entonces, cuando tengo que escribir un informe o un documento que será utilizado por otro, trato de ponerme en su lugar, qué es lo que quiere encontrar allí, o qué es lo que necesita saber. Así, mi trabajo trata más de ayudar al usuario que de contentar al jefe, y puedo defender mi opinión si es necesario. 

Pero ahora que la empatía es una palabra de moda, veo que no todos entienden lo mismo que yo. Lo que veo que los demás entienden como empatía para mí es un sentimiento de superioridad disfrazado, una forma de decir "pobre de esta otra persona, hay que ayudarlo a salir de su miseria". Siempre que escucho de sentir empatía, es por alguien que sufre de alguna manera. Esto significa que para sentir empatía primero hay que juzgar y calificar. Solo se siente empatía por quien, a nuestro juicio, lo merece. En todos los artículos que he encontrado se habla de la empatía desde una posición de superioridad moral o de poder. Y al hacerlo están obteniendo una visión sesgada del problema. Cómo ejemplo, si yo pido empatía con un ladrón, la gente se va a negar, va a pensar que quiero justificar su delito, o que soy tan malvado como él. ¿Cómo ponerme en el lugar de otro que no comparte mis valores morales? He aquí la trampa de la empatía tal como se entiende hoy. Hay que entender que no se trata de una forma políticamente correcta de la lástima, sino de entender las necesidades del otro. Y esto precisa de información. Tengo que conocer algo de la persona antes de sentir empatía, y sobre todo, reconocer que el otro no tendrá necesariamente los mismos valores morales que yo. Tal vez sea yo el que no entiende lo que significa la empatía. Yo seguiré poniéndome en el lugar de mi jefe, del poblador que nos impidió el paso a la obra, y hasta de la compañera de trabajo que me odia sin razón aparente, porque así obtengo mejores resultados.

Por último, un ejercicio de empatía, para introducirlo en una conversación: Si fueras otra persona ¿Qué opinarías de ti?

martes, 25 de julio de 2023

El Descubrimiento del Fuego



Hace mucho tiempo, uno de los exploradores de la tribu Chltuxlu encontró en el bosque un árbol al que le había caído un rayo durante la tormenta de la noche anterior. Una de las ramas ardía y emitía un calor agradable. El individuo (cuyo nombre se ha perdido, pero no importa, porque seguramente su nombre es hoy impronunciable) tomó la rama y la llevó a su aldea. Orgulloso, la mostró a todos como la solución a las frías noches. Toda la tribu celebró el descubrimiento, excepto los ancianos augures, que decretaron que el fuego pertenecía solo a los dioses solares, y que portarlo era una blasfemia. Sin embargo, su calor era tan agradable que decidieron conservarlo, con la condición de que fueran los augures quienes se encargaran de administrarlo. 
Lo llevaron a la choza del augur principal, con tan poco cuidado que su choza ardió en llamas. El segundo augur anunció el hecho como prueba de que los dioses no querían que el hombre tuviera tal poder, por lo que el descubridor fue sacrificado para aplacar a los dioses y así poder conservar el fuego. El fuego fue colocado ahora en el centro de la aldea, y el augur encargó a una joven para alimentarlo continuamente con leña. A todos se permitió acercarse al fuego, pero no tocarlo. 

Un grupo observó que el fuego no tenía forma física, ni se podía palpar, ni guardar en una vasija, y tampoco tenía peso. Ellos declararon que entonces que en realidad el fuego no existía y que todo era un truco del augur para dominar la aldea y ser dueño de la mujer que cuidaba la fogata. Muchos los siguieron y se formó el grupo de los negacionistas. Uno de ellos se arrojó a la fogata para demostrar que el fuego no existía, muriendo quemado. Así se descubrió que el fuego servía también para mejorar el sabor de la carne y demorar su descomposición. 

El pueblo celebró este nuevo descubrimiento, aunque muchos todavía creían que el fuego era un engaño y que el mártir de este primer negacionismo había sido asesinado de alguna manera para impedir que se supiera la verdad. Este pensamiento también llevó a algunos mayores a decir que el fuego había hecho las cosas demasiado fáciles en la aldea, y que esto les llevaría a perder la fuerza que les había llevado antes a la prosperidad. Iniciaron un movimiento de vuelta a las raíces, durmiendo lejos de la fogata y negándose a comer la carne cocida. Ellos advertían además de lo peligroso que era el fuego, avisando de los crecientes casos de quemaduras e incendios, y difundiendo la predicción de que un día el fuego se saldría de control y terminaría quemando la aldea, luego el bosque y al final el mundo entero. 
Como resultado, los jefes de la tribu decretaron que solo debía haber una fogata en la aldea, a cargo de una sola persona. Esta disposición solo empeoró las cosas, pues los demás habitantes sobornaron al cuidador con collares y alhajas, y en todas las chozas ya había una pequeña fogata. 

Pronto aparecieron otras tribus, atraídas por el resplandor que en las noches podía verse a gran distancia. Los líderes de la tribu temían una invasión, y se prepararon, enseñando a su gente a usar el fuego como arma. El primer intento de invasión tuvo un resultado horrible. El fuego fue usado sin reparo y se provocó un incendio que destruyó buena parte del bosque antes de ser apagado por la lluvia, dejando decenas de cadáveres quemados en ambos bandos. Nuevamente los partidarios de la vuelta a las raíces cobraron fuerza, anunciando que pronto toda discusión acabaría en el uso del fuego, que el hermano quemaría la casa del hermano, y que ya estaba cerca el día en que el fuego consumiría al mundo. 

El partido de los pacifistas, como ahora se les llamaba, logró al fin que el fuego fuera abolido de la aldea. Los pacifistas entraron a todas las casas a apagar las fogatas, matando a aquellos que se resistían. El jefe de los pacifistas declaró que el hombre no tenía la inteligencia para gobernar el fuego, y que desde hoy volvería la felicidad, y otra vez tendrían la bendición de los dioses, ahora que estaban libres de toda blasfemia. 

La paz en la aldea duró muy poco. Apenas dos días después, otra de las tribus que había llegado al bosque los atacó y convirtió en esclavos a los pocos que sobrevivieron, usando el fuego que les había llevado un desertor de la aldea, y por el que se dijo que había recibido dos mujeres y diez ovejas como pago por su traición. Ellos se atribuyeron el descubrimiento del fuego desde entonces, negando a sus verdaderos descubridores.

sábado, 15 de julio de 2023

La virgen del abismo



Esta historia la escuché hace tanto tiempo que he perdido casi todos los detalles. Queda, sin embargo, lo más esencial. Se cuenta que un hombre, abatido por las tragedias, salió de su casa con rumbo a un pequeño parque en distrito limeño de Magdalena, que da a un acantilado a varias decenas de metros sobre la rompiente del mar. Va, como todo suicida, solo, mirando al piso y sin ver a nadie. Tampoco hay nadie que lo vea, pues el sitio es desolado y la hora es la de un crepúsculo oscuro. 

Caminando hacia las barandas que dan al barranco, encuentra una pequeña gruta recién construida, y en ella una imagen de la Virgen María, que lo mira como sintiendo lástima por él. El hombre se arrodilla ante la gruta, y recita un Ave María del que casi no recuerda las palabras, que empieza a entremezclar con la historia de los hechos que lo han llevado hasta allí. Llora al narrar su vida, y más al darse cuenta de que la Virgen lo está escuchando, de que no está solo en ese parque, sino que ella lo acompaña y le ofrece consuelo. La Virgen ha triunfado, el hombre se levanta y emprende el camino de regreso, si no con la solución a sus problemas, al menos con el valor para enfrentarlos. 

La gruta de la Virgen fue colocada allí por el sacerdote de la iglesia a pocas cuadras del parque que da al abismo de Magdalena, preocupado por los varios casos de suicidio que sucedieron allí. Tuvo entonces la lucidez de construir la pequeña gruta y tomar la imagen que estaba en su iglesia para llevarla allí, donde más necesaria era su presencia. Desconocemos exactamente cuántas vidas salvó mientras estuvo allí, pero sabemos que fue más efectiva que las barandas, las mejoras en la iluminación y la vigilancia que se puso más tarde ante las quejas de los vecinos. Hoy, que el pequeño parque es el final de una gran avenida, y el sitio ha dejado de ser solitario, la pequeña imagen ha regresado a su iglesia y la municipalidad la ha reemplazado por una enorme estatua de la Virgen que se ve en la imagen de este post, tan grande y lejana que no deja lugar para arrodillarse y contar sus problemas a la gente. Tal vez en la ansiedad por convertirnos en una gran ciudad hemos olvidado las cosas pequeñas que realmente nos escuchan y nos tratan de tú, y que nos ofrecen el consuelo de una madre.

martes, 4 de julio de 2023

¿Por qué no escribes un libro?



Fruto de la experiencia escribiendo estas líneas descuidadas cada cierto tiempo y que publico aquí, llevo un registro de las historias que he escrito en formas de cuentos y opiniones. Con el tiempo he llegado a juntar más de 500 de estos cuentos que han logrado pasar el primer filtro, los que con el tiempo he reescrito y modificado varias veces. Esto ya es un número imponente, que me obliga a preguntarme qué puedo hacer con todo este material. La respuesta lógica sería buscar una manera de publicar estos relatos en forma de libro, como me recomendó alguien en los comentarios a uno de mis posts. Lamento decir que esa posibilidad no solo no la considero, sino que la he rechazado por exceso de modestia o por miedo. Explicaré esos casos. 

Ya he contado antes (hace mucho, así no que no hay problema en contar la historia otra vez) que una vez conocí a un editor de una pequeña empresa independiente que me impresionó porque publicaba trailers de sus libros en YouTube, y porque los libros que editaba pretendían ser vanguardistas, pero no tanto que impidiera una lectura ágil. En cuanto a la calidad literaria, no me impresionó demasiado, y me pareció que mis cuentos podían soportar airosos la comparación, y así se lo hice saber al editor. Su respuesta fue de interés y le echó una ojeada a mi blog, dándole una aprobación provisional. Me dejó sus datos de contacto con el compromiso de mostrarle la versión más acabada de los cuentos que ya tenía y ver la posibilidad de una publicación. Nunca me contacté con él, las responsabilidades de mi trabajo y la conciencia de que mis cuentos necesitaban todavía otra pulida me lo impidieron. 

Después de un tiempo, por una de esas recomendaciones que uno no comprende bien de dónde vinieron, me vi envuelto en una comisión que editaba libros en mi Colegio Profesional. Allí se dio la oportunidad (que más de uno me hizo notar) de publicar mis cuentos, ya que mi otra colección de artículos técnicos no estaba tan desarrollada como hoy. Rechacé la opción, dándome a mí mismo la excusa de que no era ético ser al mismo tiempo escritor y editor. Segunda oportunidad perdida. 

Con el tiempo, apareció el sitio Wattpad, abierto a colaboraciones literarias. El tema me interesó, hasta que hice una vista extensiva al sitio. No encontré más que fanfics adolescentes. Apareció además el problema de determinar a qué género pertenecían mis cuentos. El que haya leído mi blog sabrá que no son artículos de fantasía, ni de opinión, ni humor ni ficción, pero son todo eso junto y más. Revisando la sección de humor, que decidí como la más cercana, solo encontré chistes sacados de internet. Recordé entonces la idea de un libro que tenía desde hace tiempo. Se trataba de una historia novelada de las andanzas del antiguo maestro Abu Navid, alternada con la narración en primera persona de un personaje que iba recopilando los datos sobre su vida, como una crítica/parodia a los libros de autoayuda. A falta de una mejor clasificación, lo empecé a colocar en la sección de “Autoayuda” de Wattpad, pero solo llegué a los cinco primeros capítulos. No me gustó cómo estaba quedando y los capítulos publicados no recibieron visitas. Hasta hoy están allí abandonados y sin nadie que los haya visto. 

La última oportunidad hasta hoy se dio en una feria del libro a la que llegué por casualidad. En uno de los puestos trabé conversación con la persona que atendía, y le mencioné la existencia de mi blog. Ella me dijo entonces que habían editados varios libros escritos por blogueros, y en respuesta le mostré en mi celular mi archivo de 500 cuentos. Leyó dos de ellos, diciéndome que le gustaba uno de ellos, pero el otro no, añadiendo consejos para la hora de escribir. Me señaló entonces a una persona sentada en un aparte leyendo un libro. Ese es el dueño de la editora, muéstrale este cuento, y si lo convences, lo publicará, me dijo. Miré al personaje: un señor de edad, con cara de estar juzgando severamente el libro que tenía en las manos. Hice una rápida búsqueda entre mi archivo de cuentos, pero de repente no pude encontrar ninguno con el brillo suficiente para ablandar esa cara de pocos amigos. Ante mi duda, la vendedora me dijo que no tenga miedo, y me animó a avanzar esos pocos pasos que nos separaban, antes de voltear para atender a otros clientes. Mi cobardía terminó tomando la decisión de dar la vuelta y alejarme del puesto de libros, dejando a la vendedora con su cliente y al editor con su libro, ignorando mi presencia. 

Así, hasta la fecha de hoy, el mundo no tiene más testigo de mi presencia que el blog que sigo alimentando, y mis cuentos no ven todavía la luz pública en otro formato. Estoy consciente de que las oportunidades que he contado, otro con más determinación las hubiera aprovechado, pero no me arrepiento. Tal vez algún día tome el camino de otros que han hecho alguna publicación de reducido tiraje, con ejemplares solo para regalar a los amigos más selectos. Mientras tanto sigo escribiendo cada vez que me llega la inspiración, sin más aspiraciones que mi satisfacción personal.

sábado, 24 de junio de 2023

Historia de una carta



Había sido un día normal hasta ese momento, en que llegó a su casa y encontró un sobre bajo la puerta. Extrañada, lo levantó del suelo y vio que era una carta. Hacía demasiado tiempo desde que no recibía una. Es más, en ese momento no recordaba haber recibido una jamás, tal vez aquella postal que una prima suya le escribiera desde su viaje de vacaciones, cuando niña. Pero esta carta era muy diferente a las que normalmente encontraba en su puerta, a donde llegaban solo volantes de los negocios vecinos, o las impersonales cartas de los bancos, que tan pronto ofrecen el cielo de los préstamos y tarjetas de crédito, como el infierno de las acciones por falta de pago. El sobre era de aquellos delgados, con su nombre escrito en una cuidada caligrafía e incluso sellada y timbrada con estampillas, como si hubiera viajado en una máquina del tiempo desde hace quién sabe cuándo. Solamente el nombre del remitente faltaba. 

Indecisa, preguntó en su casa si alguien sabía algo de la carta. Nadie pudo dar una respuesta, nadie la había visto y nadie sabía en qué momento había llegado. El cartero que la trajo, sin duda solo la pasó por debajo de la puerta y se fue sin más. Ante la presencia de tal misterio, le invadió la aprehensión de la duda que le hizo quedarse mirando el sobre sin abrirlo. A la mañana siguiente, en la oficina, seguía aún con la inquietud de qué hacer con la carta. Consultó con el abogado de la empresa, quien le aseguró que los abogados no suelen tomarse tantas atenciones para enviar una carta, y que los extorsionadores tampoco son tan delicados para dejar una carta con estampillas y caligrafía, por lo que no debería tener nada que temer. Otros compañeros de trabajo intervinieron entonces en la conversación. Es una broma de alguno de tus amigos, o de un pariente, dijo uno. Yo recibí una vez una carta así, y resultó ser una cadena, dijo otro. El caso fue circulando de boca en boca y de escritorio en escritorio hasta que llegó a mí y fue requerida mi opinión. Ante la falta de más información, dije, solo queda aplicar el sentido común: hay que abrir la carta y leer su contenido. Como siempre, mi opinión fue rechazada y tachada de simplista. 

Ante la disparidad de opiniones, solicitadas e inopinadas, ella optó por la inacción. Pero la carta ya había comenzado a hacer efecto. No se lo había dicho a nadie, pero había traído la carta en su bolso, y cuando se creía no observada, metía la mano para sentirla, como si tuviera miedo de que desapareciera mágicamente. Sin darse cuenta, se empezó a sentir importante. Alguien se había tomado el trabajo de escribirle una carta a mano, en estos tiempos en que es tan fácil enviarle un correo electrónico o dejarle un mensaje en sus redes sociales. Alguien quería enviarle un mensaje de puño y letra (pues estaba segura de que la carta en el interior del sobre estaba también manuscrita), con todo lo personal que ello significa. Alguien tenía algo importante que decirle, algo que no podía transmitirse por otro medio. 

Fue en ese momento en que sintió un estremecimiento que le hizo comprender el miedo que le había impedido abrir el sobre hasta ahora. La persona que había escrito la carta sabía. Tal vez esa carta había sido escrita para recordarle ese episodio que trataba de olvidar, y que solo en ese momento comprendía que no estaba totalmente enterrado. Asustada, entró al baño con la intención de abrir la carta y acabar con la duda, pero llegado el momento fue incapaz de hacerlo. Solo la arrugó hasta convertirla en una bola de papel. Pensó por un momento en arrojarla a la papelera, pero se detuvo pensando en lo que pasaría si alguien, tal vez la empleada de la limpieza, la encontraba y la abría por curiosidad. Salió del baño temblando, y se dirigió a donde estaba su superior para avisarle que se sentía mal y que pediría permiso por el resto del día. Su rostro desencajado y la voz quebrada hicieron innecesarias mayores explicaciones. 

Una vez en la calle, pidió un taxi, pero le indicó al chofer que tomara otra ruta a la que habitualmente tomaba. En una avenida divisó un basural, abrió la ventanilla y arrojó la bola de papel arrugado. Ya nadie sabría nada y podría volver a su vida. Llegó a su casa, y lloró unos minutos hasta caer dormida. 

Al día siguiente, volvió al trabajo. Los compañeros de trabajo se mostraron preocupados solamente por su repentino malestar del día anterior, y todos recibieron una respuesta convencional. Solo yo, después del almuerzo, me animé a preguntar por el destino de la carta. Ella me contó entonces la historia bajo juramento de silencio, solo porque necesitaba desahogarse con alguien. ¿Qué habrías hecho tú? me preguntó al final. Yo lo solo me encogí de hombros, mirando al piso, antes de balbucear que no sabía. 

Ella se alejó para terminar con su jornada laboral, algo más aliviada. Yo me quedé solo en la mesa, pensando en que ella nunca sabrá lo que siento por ella, nunca leerá los poemas que compuse pensando en ella, y que nunca seremos otra cosa que unos conocidos que casualmente trabajan en el mismo lugar.
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