jueves, 25 de mayo de 2023

Leyendas peruanas: La Laguna Llanganuco



Una de las más hermosas lagunas del Perú es la de Llanganuco. Los turistas se atreven a subir hasta ese lugar a más de 3,800 metros de altura, para disfrutar de sus aguas turquesas y quedan maravillados ante la vista, pero pocos llegan a conocer la leyenda de su origen, que cuento aquí. 

En aquel tiempo inmemorial de las leyendas, se cuenta que el dios Inti (el sol), el más poderoso de los dioses, tenía una hermosa hija llamada Huandoy, que era su orgullo y la razón de su felicidad. No le faltaba razón, pues la joven era bella e inteligente, hacendosa y bien criada. A tal joya su padre tenía previsto casarla con algún dios que poseyera las mismas cualidades que ella. Quería que fuera feliz y le diera una poderosa descendencia, por lo que veía a todos los pretendientes, que eran muchos, pero ninguno le parecía lo suficiente bueno para ella. Mientras tanto, la joven se dedicaba a las labores de la casa y bajaba a la tierra, en donde recibía las ofrendas de los pueblos a los que su padre alumbraba. Una de tales ofrendas fue entregada por Huascarán, príncipe de una de las tribus más poderosas de las sierras. Cuando los dos jóvenes se vieron, sintieron el amor invadirlos a un tiempo. Ambos sabían que Inti jamás permitiría a un mortal desposar a una diosa, así que se veían a escondidas, en lo alto de las montañas, entre la nieve recién caída, después del anochecer para evitar la mirada del sol, y con cada encuentro el amor entre los dos crecía. 

Inti veía a su hija y notó el cambio en su carácter que el amor causaba. Huandoy ya no hablaba, sino que cantaba, y ya no caminaba, sino que bailaba. Aunque ella no dijo nada, su padre sospechó algo y le empezó a prestar mayor atención durante sus recorridos diarios por la tierra, pero no podía ver nada, ya que ella esperaba que su padre no estuviera cerca para salir a reunirse con el príncipe mortal. Los enamorados creían estar a salvo, pero no contaban con la presencia de Illapa, el rayo, mensajero de Inti, que aparecía de repente iluminando la noche para ver lo que ocurría en la tierra. Así fue como vio a los amantes abrazados en un valle. 

Cuando Inti fue informado de aquel romance prohibido, llamó a su hija y le ordenó dejar a Huascarán y olvidarse de él. Huandoy no lo hizo y continuó con su romance. Cuando Inti se enteró de que sus órdenes eran desobedecidas, montó en cólera. Se presentó ante los dos jóvenes, sorprendiéndolos en su reunión tomados de la mano. En ese momento maldijo ese amor. La fuerza de la maldición los condenó a vivir separados, pero ellos lucharon tanto que ni siquiera el poder de Inti los pudo mantener lejos uno del otro. 
La fuerza del amor fue tan grande que estuvo a punto de vencer la maldición, los jóvenes estaban ya a la vista uno del otro, casi al alcance de la mano. Inti envió una tormenta de nieve para enfriar aquel amor, pero fue inútil. La maldición los convirtió en enormes montañas que se miraban una a la otra, pero que quedaron separadas por un estrecho valle. Las montañas, aún cubiertas de nieve, empezaron a llorar por la separación, y sus lágrimas se unieron en la laguna de Llanganuco. 

Hasta hoy el calor de su amor funde la nieve en las montañas que hasta hoy conservan los nombres de Haundoy y Huascarán, y las lágrimas color turquesa expresan el dolor de los amantes condenados a verse, pero sin poderse tocar.

lunes, 15 de mayo de 2023

Las alas caídas



Hace tiempo, cuando yo aún creía en los milagros, recuerdo que vi en la ventana de una tienda del barrio, aquel par de alas. Por esos días no era tan frecuente ver negocios que colocan un par de alas para que la clientela se tome selfies, pero aun así todos podíamos ver que eso no era algo ordinario. Bastaba verlas para darse cuenta de que eran unas alas verdaderas, no eran de fibra sintética, ni mostraban signos de manufactura humana. Eran de una sola pieza, y las plumas parecían verdaderamente haber crecido desde la estructura de carne seca. 

Al preguntar al viejo dueño de la tienda sobre el origen de las alas, no podía obtenerse nunca una respuesta clara. A fuerza de insistir y preguntar, pudimos sacar en claro que un día, alguien llegó a la tienda para tratar de conseguir algunas monedas por las alas. El viejo accedió por pena, por curiosidad, o por no ver aquellas magníficas alas perderse quién sabe dónde. Fue solo después de un tiempo que accedió a colocarlas en la ventana para permitir a los clientes tomarse fotos fingiendo ser ángeles, siempre bajo la promesa de tener el máximo cuidado. Era una precaución inútil, pues aunque las alas eran muy livianas y tenían un aspecto delicado, demostraron ser bastante fuertes, y nunca recibieron un verdadero daño por parte de aquellos clientes descuidados que nunca faltan. 

Una vez, alguien del barrio llevó a la tienda a una estudiante de veterinaria, para revisar cuidadosamente las alas. Al llegar, declaró que demostraría que solo se trataba de un producto hábilmente manufacturado, o al menos un par de alas de albatros tratado con pericia para evitar su descomposición. Luego del examen, realizado ante los ojos de la multitud expectante, el estudiante declaró que las alas no eran falsas, pero era incapaz de identificar el tipo de ave al que pertenecían. No conocía ave alguna con alas de esa forma y de ese color blanco. 

La leyenda de que eran verdaderas alas de ángel las que estaban colgadas en la ventana de la tienda se difundió y fue objeto de acaloradas discusiones entre el gentío que abarrotaba el establecimiento. Se formaron entonces los partidos de quienes creían en una intervención milagrosa y la extrapolaban a una prueba de la existencia de Dios, los ángeles y los espíritus; y aquellos que lo descalificaban como un simple truco para obtener mayor clientela. 

Se recordó por entonces un confuso episodio de pocos meses atrás, en que personas afirmaron haber visto en una mañana de lunes a un hombre que apareció de pronto en una calle, que también portaba unas alas semejantes, y que salió volando antes de responder a la multitud que se congregó en aquel momento. 

La fábula del ángel caído despertó tantas controversias y discusiones que el viejo propietario se vio obligado a sacar las alas de la ventana y colocarlas en el techo sobre el mostrador, lejos del alcance de los clientes, ante el temor de un atentado. 

Poco a poco, la novedad fue pasando, la gente volvió a hablar de deportes y política, y los ánimos se calmaron a tal punto que fuimos pocos los que preguntamos cuando las alas desaparecieron del techo sobre el mostrador. Nuevamente preguntamos y repreguntamos hasta que el viejo tendero nos confió que una mañana un hombre apareció en la tienda y pidió comprar el par de alas. El viejo accedió de inmediato, pues reconoció en el hombre a aquel a quien había comprado las alas hacía ya tiempo, pero no aceptó ningún pago a cambio, por vergüenza, por honor, o porque simplemente sintió que no era correcto. 

Entre todas las vueltas y medias respuestas que nos daba el viejo cuando insistíamos en que nos cuente la historia, nunca pudimos saber si era verdad o solo había imaginado o deseado que el desconocido, al recibir las alas, se las colocó en la espalda y, después de agradecer al tendero, salió a la calle y levantó un vuelo tranquilo hasta perderse en el cielo gris de la ciudad.

viernes, 5 de mayo de 2023

La experiencia Chat GPT



El tema de moda entre los que están pegados a una computadora todo el día es el Chat GPT. Desde que salió al uso público, los detractores de todo lo que signifique progreso empezaron a predecir el fin de la civilización, el triunfo de las máquinas sobre el hombre, el reemplazo de todos los empleos y cosas semejantes. Ante todas estas predicciones apocalípticas, voy a recordar, por enésima vez, que lo mismo dijeron de la imprenta, de las máquinas de vapor, del automóvil y de la computadora. 

Solo cuando escuché que el famoso Chat GPT puede escribir informes, libros y hasta cuentos, me empecé a preocupar ¿Habrá inteligencia artificial que escriba las refinadas tonterías que pongo en mi blog? ¿Los nuevos Cortázar, Borges o García Marquez no serán humanos, sino computadoras? Hay que probar, antes de cerrar mi blog a causa de la competencia desleal. 

Primero me puse a investigar un poco el tema. Resulta que los ingenieros de sistemas se embarcaron un buen día en un proyecto monstruoso: Enseñar a las computadoras a escribir tal como lo hace un humano. Para esto tomaron billones (si, billones) de textos para que la computadora aprenda a redactar, y luego, la instruyeron para que, a partir de los resultados obtenidos de un buscador, redacte párrafos completos imitando a como lo haría un humano. 
Aquí encontré la primera falla de concepto, que renueva la confianza en el ser humano. Si la computadora redacta a partir de resultados en un buscador, la base de lo que escribe proviene de lo que el buscador piensa que son los resultados más relevantes. Y cualquiera que haya hecho una búsqueda en Google o Bing, sabe que los resultados más relevantes casi nunca son los que buscamos. ¿Cuántas veces hemos tenido que buscar entre varias páginas de resultados para encontrar lo que queremos en el buscador? Pues esa es la efectividad que nos dará el Chat GPT. 

La segunda conclusión de este algoritmo es que el programa devolverá lo que la mayoría de la gente piensa. Es decir, los resultados serán el promedio del pensamiento existente en internet. En primer lugar, dejará de lado la genialidad humana, pues esta es escasa. En segundo lugar, si la mayoría de la gente que publica en internet es machista, clasista y retrógrada, el buscador entregará un artículo machista, clasista y retrógrado. Y ya se han escuchado quejas contra el Chat GPT por este motivo. 

Esto me hizo recordar una serie de eventos hace varios años, donde grandes ajedrecistas se enfrentaban a una computadora que elegía las jugadas de acuerdo a las sugerencias de miles de ajedrecistas. Los grandes maestros vencían fácilmente a la computadora, porque el promedio de jugadas era mediocre para un Gran Maestro Internacional. Faltaba la genialidad. Solo en el último evento, llamado “Kasparov contra el mundo” representó dificultad para el maestro, porque los organizadores cambiaron las reglas para favorecer a la máquina, e introdujeron en el “equipo mundo” a varios ajedrecistas de élite. A pesar de ello, Kasparov ganó la partida. Sospecho que algo así está pasando ahora. 

Pero todo esto no es más que teoría, y hay que contrastar esta teoría con la realidad. Curioso siempre, me puse a probar la versión ligera que ahora viene con el buscador de Microsoft para ver si pasa la prueba del tonto, o por lo menos, la de este tonto. 

Primero le pedí que redacte un procedimiento o manual de instrucciones técnico como los que yo hago en mi trabajo. Como resultado, me entregó un documento no muy largo con lo mínimo indispensable para cumplir con lo que yo había pedido, pero escrito en un tono que dejaba a las claras su procedencia. Si yo fuera profesor, y uno de mis alumnos me entregara esto, lo aprobaría con la nota mínima y lo miraría con esa cara que se pone cuando sabemos que alguien está haciendo trampa, pero no puede demostrarlo. 

La segunda tarea fue la escritura creativa. Le pedí al Chat GPT que escriba un cuento. Sin razón alguna, me acordé de Jorge Luis Borges y le pedí que el tema fuera sobre un milagro secreto. El producto fue una decepción, una pena y a la vez un alivio. Lo que hizo la famosa inteligencia artificial fue contarme la historia de la Virgen de Fátima, solo cambiando algunos detalles. Y yo que esperaba algo más borgiano, quedé nuevamente con ganas de un poco más de esfuerzo. Otra vez me quedó la impresión del alumno que hace las tareas con desgano y que aprueba con lo mínimo. 

Por último, con ayuda de algunos compañeros de trabajo, hicimos tema libre. No contaba con que mis compañeros se portaran igual que con cualquier tecnología nueva, y pidieran escribir sobre ellos mismos, como cuando salió Google Earth y lo primero que hicieron fue buscar su propia casa. Yo también cedí y pedí al Chat GPT que escriba mi biografía. Nuevamente quedé aliviado al saber lo poco que sabe internet sobre mí, con solo dos párrafos escritos en un estilo de tarea escolar y un tono a medio camino entre lo informal y lo serio. 

Como conclusión, creo que al Chat GPT todavía le falta personalidad para escribir y en este momento solo servirá a los escolares perezosos para hacer sus tareas. Mi blog no corre peligro de ser reemplazado por una inteligencia artificial, y mis informes técnicos seguirán siendo escritos a la antigua. Lo más importante, falta la chispa de originalidad del ser humano, la sorpresa y la genialidad. Me despido con el consuelo de que todavía una inteligencia artificial no puede competir con mi tontería natural.
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