lunes, 26 de noviembre de 2018

Mapas


No ha sido suficientemente reconocido en el mundo el bien que han hecho a los soñadores los mapamundis. Mirando un mapa uno conoce realmente dónde está. Y si el mapa es lo bastante grande y abarca todo el planeta, nos pone en perspectiva al ver lo pequeño que es nuestro propio país, o el sitio al que llamamos hogar. Mi pueblo, por ejemplo, casi nunca aparece en el mapamundi, sólo en aquellos enormes y detallados. Tener un mapa en la pared también da un concepto de grandeza de nuestro planeta que es imposible de obtener con los mapas que se pueden encontrar en la computadora.

Cuando era pequeño mi padre compró un enorme mapamundi que colgamos en una pared. Ahora comprendo el porqué a tanta gente la simple visión de un mapa despierta el deseo de viajar y conocer aunque sea un poco de todo eso que vemos. Recuerdo que pasaba largos ratos contemplando los nombres en el mapa, preguntándome el significado de ellos. Veía países grandes y pequeños, desconcertado ante el hecho de que un país tan pequeño como Israel pudiera aparecer con tanta frecuencia en las noticias, en cambio un país tan grande como Mongolia no apareciera nunca.

También ver las líneas del mapa me llevó a errores que sólo corregí después de años. Vi una línea que decía “Trópico de Cancer” y luego encontré otra parecida que decía “Trópico de Capricornio”. En algún lugar, pensaba, debe haber un “Trópico de Aries”, un “Trópico de Tauro”, y así sucesivamente. Una navidad busqué Belén en el mapamundi y no lo pude hallar en donde creía que lo podría encontrar, así que seguí buscando en otros lugares. Encontré “Belem” e imaginé que ese era el lugar en el que nació Jesús. Tarde varios años en quitarme la convicción de que Jesús era brasileño y que Belén no estaba en Brasil. Los cambios de horario fueron otro concepto que no podía entender. No podía imaginar cómo sería vivir en lugares donde la noche era día y el día era noche. Y cuando me hablaban de los “países más adelantados”, pensaba en que eso se debía a que esos países nos llevaban algunas horas de adelanto.

En ese mapamundi aprendí también que los mares podían tener varios colores. Encontré el Mar Rojo, el Mar Amarillo, el Mar Blanco y el Mar Negro. Cuando encontré también el Mar Caspio, me pareció lo más natural pensar que el Caspio era un color que yo aún no conocía. Motivo de confusión para mí fue también leer en los libros que leía entonces menciones a “los siete mares”, y al buscar y contar en el mapa no lograr que la cuenta coincidiera. Contaba océanos y mares, y obtenía más de siete. Contaba de nuevo agregando otros como el Ártico y el Antártico, además de otros mares más pequeños, y obtenía más de siete. Muchas cuentas hice sin lograr el resultado deseado, hasta darme por vencido y considerar los siete mares como una leyenda, una licencia poética o una historia como las de los libros que leía.

Otro de mis pasatiempos era trazar recorridos. Si tuviera un auto o una moto, podría recorrer país por país hasta llegar a Estados Unidos, por ejemplo. Pero aquí tropezaba con un problema: ¿Cómo atravesar el Canal de Panamá? Por esa razón, y solo por esa, deseché para siempre la idea de viajar como veía hacerlo a turistas que recorrían los caminos en pantalones cortos y enormes mochilas.

Más tarde, conocí en la escuela los globos terráqueos. Era esta otra forma de ver el mundo. Los globos son más pequeños, y al ver uno en mi salón de clases de repente me di cuenta que viajar por los océanos era bastante más fácil de lo que pensaba al ver el enorme mapamundi de mi casa. Por alguna razón, le prestaba mayor atención a los mares que a los continentes, al contrario de lo que ocurría en mi casa. Y me interesé en el concepto de las antípodas. ¿Cuál sería ese lugar por donde yo saldría si cavara un agujero que atravesara la tierra? Confieso que me sentí un poco decepcionado al ver que las antípodas de Lima no había ciudad alguna, es sólo un punto del Océano Índico, a cientos de kilómetros de la India. No encontraría nunca a mi igual que vivía al otro lado del mundo. Me quedó, sin embargo la nota mental de que si quería ir al lugar más lejano posible, la India sería el sitio indicado. Y lo recordaría años después cuando un amigo mío cumplió ese mismo sueño en un viaje místico cuando terminamos el colegio.

Ahora tenemos el Google Earth y los mapas en el celular que me indican el camino a seguir, y a pesar de ello, me sigo perdiendo al tratar de llegar a un lugar que no conozco. De todas maneras, creo que eso le quita aventura al viaje, que más de una vez me ha llevado a algún lugar maravilloso que no estaba en mis planes. Caminante, se hace camino al andar.

viernes, 16 de noviembre de 2018

La historia inconclusa


Cuando lo vio llegar, no hizo ningún ademán de huida, ni de sorpresa.  - Acérquese, venga, esta vez no habrá trampas, ya ve que le estaba esperando… dijo en tono amistoso - Sólo déjeme fumar un cigarrillo… considérelo como un último deseo…

El desconocido se detuvo a dos pasos y se quedó inmóvil, aún apuntando con el arma, lo que el viejo interpretó como un permiso para seguir hablando.  - Lo esperaba a usted un poco más tarde, esperaba que me alcance en el bar que está más allá… es una pena, le hubiera invitado un café, aquí hace bastante frío, pero bueno, no todo puede salir tal como se ha planeado ¿Verdad?

El viejo esperó en vano durante algunos segundos una respuesta, y comprendió que su rival le dejaría hablar, pero que no le dirigiría palabra alguna.  - Sabe que durante un tiempo fue divertido verlo fracasar en sus intentos de matarme, pero después se volvió aburrido, luego se convirtió en una molestia, y ahora pienso que si usted estaba destinado a acabar conmigo, a mí me correspondía elegir el momento. Y el momento es este. Estoy enfermo, como tal vez usted ya sabía, y el que usted me mate me ahorrará unos cuantos meses desagradables, además no pienso convertirme lentamente en una piltrafa, ni someterme a los caprichos de algún médico que no podrá evitar mi fin, no es mi estilo… en fin, ahora estoy listo para que usted me mate…

Se hizo un breve silencio. Hasta los autos en la lejanía parecieron detenerse. - Si no ha disparado todavía es porque sabe que lo que le voy a decir es importante… seguro que el perseguirme por tanto tiempo le ha hecho conocerme bien… pues le diré porqué estamos aquí usted y yo en este momento… La verdad es que yo le he permitido llegar hasta aquí… como le dije, he podido matarlo a usted muchas veces, pero no lo hice, porque en cierta forma lo respeto… y por eso tampoco me he dejado matar antes, porque si usted acaba con mi vida acabará con la suya también… ¿Se ha puesto a pensar en lo que hará después de matarme? Esta persecución es su vida, no sabrá que hacer sin mí… no tiene una familia a la que regresar, no puede volver a su hogar, ya no sabe cómo vivir una vida normal… terminará usted suicidándose, lo sé… Usted me ha convertido en su vida, y por eso usted no durará mucho tiempo sin mí… Por eso no le he matado a usted antes… ¿Sabe que yo he podido terminar con este jueguito hace mucho tiempo? Siempre supe que usted no me mataría a traición, que me dejaría hablar, por eso desde aquella vez cargo siempre con esto, que le quiero enseñar… El viejo metió la mano en el bolsillo y siguió hablando, indiferente a la vista del otro empezando a presionar el gatillo. Estuvo usted equivocado todo el tiempo, aquí tiene la prueba, vea el

martes, 6 de noviembre de 2018

La canción silenciosa



Me precio de escuchar muchos tipos de música. Hay música que he escuchado alguna vez y ahora, con las facilidades que da la internet, puedo rescatar y que me sirven de punto de partida para escuchar nuevas propuestas musicales. Algunas veces es gente a la que conozco la que me introduce a nuevos sonidos. En fin, que trato de tener los oídos abiertos a algo diferente a lo que tengo ya archivado. Una de esas canciones es una que leí como referencia alguna vez, y que durante bastante tiempo creí que era una leyenda urbana, o en el mejor de los casos, una broma de alguien. Una canción que era solamente silencio, una canción silenciosa. 
Con el tiempo encontré que en los años 50 se puso en duda el mismo concepto de “arte”, y supe de artistas que querían romper el paradigma de lo “artístico”, exhibiendo como pintura garabatos coloridos, como escultura objetos cotidianos y como poesía palabras y conversaciones al azar. En este contexto no era tan descabellado una canción compuesta únicamente por el silencio. Ya había escuchado muestras de la “música concreta” cuando volví a ver una referencia en un artículo del periódico a la canción silente. Y empecé la búsqueda en internet, que no duró mucho, en realidad.

La canción se llama 4’33” y fue escrita, si cabe la palabra, en 1952 por el norteamericano John Cage. El nombre de la canción hace referencia a su duración de 4 minutos y 33 segundos, repartidos en tres movimientos: un primer movimiento de 30 segundos, un segundo movimiento de 2 minutos y 23 segundos, y un último movimiento de 1 minuto y 20 segundos.

Como vemos, no es una broma esta canción. Tiene una estructura musical, tiene un autor reconocido y una descripción. Aunque el género musical no parece estar definido, sin duda es lo que llamamos “música de cámara”, es decir música culta para la gente que gusta de ir a los conciertos clásicos de las orquestas sinfónicas.

Como supongo que le a pasado a mucha gente, al principio pensaba en esta canción como una broma, pero al analizarla un poco y al escucharla un par de veces (sí, me di el trabajo de escucharla más de una vez) le fui encontrando el sentido. En el mundo en que vivimos es cada vez más difícil encontrar el silencio. Mucha gente que va al campo, o a algún lugar lejos de la civilización se sorprende de la calma y el silencio que encuentra. ¿No sería maravilloso poner algo de eso en una canción? Eso es lo que hizo el señor John Cage. Es una declaración, a tono con la época en que fue escrita, fue su manera de decirnos que nos detengamos unos minutos a apreciar el silencio.

Terminado un primer análisis, me dispuse a disfrutar de esta obra. Parece mentira, pero uno debe prepararse mentalmente para realmente disfrutarla. Afortunadamente he podido conseguir la versión remasterizada digitalmente con sonido dolby, y con unos audífonos con supresión del ruido externo he podido escucharla. La experiencia es fascinante. Debo decir que la música es evocadora, cuando se escucha libre de interferencias exteriores, echa a volar la mente y la hace viajar por lugares a los que parecía imposible llegar sin la ayuda de alucinógenos.

Entusiasmado tomé mi guitarra y me dispuse a tratar de obtenerla para incrementarla a mi repertorio. Curiosamente, no pude encontrar una tablatura en internet, por lo que tuve que ir probando los acordes de oído. Obtener el primer movimiento fue el más difícil, debo decir, no podía identificar el compás, hasta que al final lo logré, aunque el sonido no me satisfizo del todo. Creo que todavía me imaginaba el sonido de una gran orquesta sinfónica con el director vigilando atentamente los compases para no pasarse, con la anotación en la partitura “non andante, inmoblile”. Con todo, el segundo y tercer movimiento se me hicieron más fáciles y pude al fin obtenerla en la guitarra. Aprovechando una reunión con varios amigos la interpreté por primera vez, obteniendo una recepción entusiasta. Incluso hubo quien dijo que era lo mejor que había tocado en mi vida. Algunos me sugirieron que la grabe y la ponga en YouTube, que seguro obtendría muchas visitas, y que con seguridad sería más popular que el video de esa vez que me di un salto mortal improvisado al chocar con una piedra en moto, registrando todo en una cámara gopro. 

La idea no me pareció mal, pero creo que puedo mejorar mi versión un poco, tal vez con un acompañamiento de percusión con un cajón o una conga pueda mejorarse, aún lo estoy pensando.
El siguiente paso será la popularización. La grabación que hice sólo de audio me han dicho algunos que les recuerda a otra cosa, y creo que hay algo de razón. Investigando me he dado cuenta que es muy similar a otras canciones que aparecen en selecciones musicales por la red. Escuché una muy similar con la etiqueta “lo mejor del reggaetón”; otras listas lo muestran con la descripción “Daft Punk Unplugged” y otras incluso lo colocan en la sección de noticias con el título “Político diciendo la verdad”.

Con todo, un día de estos publicaré mi versión de 4’33”, a la que estoy pensando después agregar una versión extendida y un dance remix especial para aquellos que no sabemos bailar. Sería el inicio de mi carrera musical, de la manera más apropiada a mis talentos: con una canción compuesta únicamente por silencios.

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