jueves, 22 de septiembre de 2022

Leyendas peruanas: Yma Sumac



Las leyendas nos hablan siempre de personajes con habilidades sobrehumanas, que cumplen una misión que parece imposible, y por eso quedan en el recuerdo de la gente que cuenta una y otra vez su historia. En otros casos, somos testigos de hechos prodigiosos, cuya historia, al pasar de boca en boca, adquiere características mitológicas. Pero existe un caso en el Perú, en que un personaje era todo lo anterior, con el agregado de que fue ella misma quien creó dicha leyenda. Esta es la historia, o mejor dicho, el mito, de Yma Sumac. 

Para quien haya oído hablar de Yma Sumac, o para quien quiera conocerla, pueden encontrarse videos y canciones suyas en YouTube y Spotify como prueba de su prodigiosa voz, la que ella misma definió como “triple coloratura”, y que la hacía pasar, sin aparente esfuerzo, de los tonos más altos de una soprano a los tonos bajos de un barítono, una voz que pasaba de sonidos guturales que igualaban a los de una flauta o el canto de las aves, a una voz ronca del tipo Louis Armstrong, todo ello en una fracción de segundo. Estoy seguro de que, de no haber grabado su voz en varios discos, tal descripción hubiera sido considerada una exageración, o directamente, un mito. Y esa voz disfrutó de un reconocimiento mundial hoy un tanto olvidado. Fue la atracción principal en conciertos que incluyeron a Frank Sinatra y Charles Aznavour, y fue la artista principal de Capitol Records. Sin embargo, en su país (mi país) fue despreciada al punto en que pocos han escuchado su música, sin embargo, su mito sí es conocido. Y es el mito el que trataré de describir: 

En la primera mitad del siglo XX, hubo una revalorización de la cultura andina en el Perú. El descubrimiento de Machu Picchu desencadenó una curiosidad hacia nuestras raíces. La intelectualidad dejó de mirar a Europa y empezamos a descubrirnos a nosotros mismos como una cultura rica y milenaria. Este redescubrimiento alcanzó a la música, que llegaba por primera vez a los grandes locales limeños, con multitud de grupos folklóricos. Uno de estos grupos era el “Conjunto Folclórico Peruano”, que tuvo éxito en Lima. La voz principal era la de Zoila Chávarri, quien en ese entonces todavía se hacía llamar “Imma Summack”. Con el conjunto hizo giras por Argentina, Brasil, Chile y México. En este último viaje, el grupo se desintegró. Zoila y Moisés Vivanco, quien se convirtió en su manager y esposo, se quedaron en Nueva York, formando con una prima suya el “Inca Taqui Trio”. Poco después se mudaron a Los Angeles, en donde aprovechó la moda del exotismo y se presentaba con trajes incaicos. Allí fue descubierta por un ejecutivo de Capitol Records. 

Tenía la voz, pero faltaba la manera de promocionarla. Entre Zoila, Moisés Vivanco y los encargados de Capitol Records crearon la leyenda. El nombre quedó definitivamente como Yma Sumac, tomado de un antiguo drama inca, que significa “Niña Hermosa”, y se creó una historia de origen. Esta historia, esta leyenda se publicaba en la contratapa de sus discos de la siguiente manera: 

“Nacida en lo alto de los Andes peruanos, descendiente del último de los reyes incas, Yma Súmac pasó su infancia literalmente “hablando” con los pájaron, las bestias, los vientos, el sonido de la vida y la naturaleza que rodea al pequeño pueblo de Ichocán. Cuando aún era niña, comenzó a participar en los servicios religiosos de los indios adoradores del sol y casi se volvió divinizada por ellos. La noticia de sus fenomenales poderes vocales llegó a Lima, la capital peruana, y una delegación oficial del gobierno viajó a esta remota región montañosa para ver y escuchar lo que secretamente creían que era un mito.” 

Todo esto era en el mejor de los casos, una exageración, cuando no una completa invención. Zoila no había nacido en los Andes, sino en el puerto del Callao, aunque sí pasó su infancia en Ichocán. En su niñez cantaba en el colegio, practicando la imitación de aves, lo que no es inusual en los pueblos andinos. Y fue el propio Moisés Vivanco quien la descubrió ya en Lima. Sin nadie en Estados unidos que contara la verdadera historia, el truco resultó. Su primer disco “The Voice of Xtabay” fue un éxito enorme. Jamás se había escuchado antes, (ni se ha alcanzado después) una voz con ese rango vocal de cinco octavas. Sus trajes, su presentación, y el aire de misterio que ponía en el escenario le valieron la admiración, el éxito y la fama. Pero este acondicionamiento en favor del espectáculo tuvo un costo en lo musical. La música mezclaba ritmos andinos peruanos con jazz y aportaciones caribeñas. Se convirtió en un espectáculo dirigido al público norteamericano. El mismo nombre del disco alude a una leyenda maya sin relación alguna con el Perú. 

Yma Sumac se convirtió en un éxito y sus presentaciones llenaban teatros, pero también fue objeto de críticas. Algún crítico afirmó que era en realidad una neoyorquina llamada Amy Camus, que invirtió las letras de su nombre para hacerse pasar por peruana. En respuesta, Yma Sumac se contactó con el cónsul peruano, y le mostró la partida de nacimiento de su madre, de apellido Atahualpa. El Consulado emitió un documento que la acreditaba como descendiente del último inca Atahualpa. Listo, ya se tenía una princesa inca certificada. 

Con todo, no faltaron los problemas personales y de visa de residencia en Estados Unidos. Se vio obligada a tramitar la ciudadanía norteamericana para seguir trabajando. Cuando quiso volver al Perú para compartir su éxito con sus compatriotas, la reacción fue de rechazo. Se le acusó de contaminar la música peruana con las influencias de mambo y jazz, de vestirse con atuendos incas de opereta, e incluso se le llamó traidora al Perú por nacionalizarse norteamericana. Notorios indigenistas peruanos criticaron su estilo y su vestuario por su falta de autenticidad. Sus presentaciones fueron pifiadas en Arequipa y en el Cuzco se le llegó a recibir con pedradas en el aeropuerto. De nada sirvió que en Estados Unidos sea una artista de primer nivel, con una estrella en el Paseo de la Fama, temporadas en Broadway, y un papel en una cinta con Charlton Heston ambientada en el Perú. El país no le perdonó haberse vendido al negocio hollywoodense, situación similar a la que sufrió Carmen Miranda en Brasil. 

Rechazada en su país, se concentró en sus giras por Estados Unidos, Japón y Europa. En Rusia, impresionó tanto a Nikita Krushev que hizo una gira de seis meses en donde se presentó en el Teatro Bolshoi a sala llena. A fines de los años 60 su fama se fue diluyendo con el decaimiento de la moda exótica en Estados Unidos. Su último intento fue fusionar los ritmos andinos con el rock progresivo en 1972, en un disco que no tuvo acogida. Desde entonces pasó en un semi retiro, mientras sus discos y su voz se convertían en objeto de culto. 

Ya retirada, en 2006, a raíz de una campaña, regresó al Perú en donde al fin le dieron los honores que se le habían negado desde hacía cincuenta años. Recibió la Orden del Sol, la máxima condecoración peruana, y visitó por última vez Machu Picchu. Falleció en Los Angeles dos años después. Desde entonces su música ha ido recobrando popularidad. Sus canciones han sido usadas en cintas como “The Big Lebowski”, en series como “Mad Men”, y para promocionar el Iphone 12 de Apple. 

Fue en esa época en que me empezó a interesar Yma Sumac, creyendo en esa leyenda que para mí, como para la mayoría de la gente, era la realidad. En el Perú era difícil encontrar su música, y prácticamente solo se conoce su versión de "Vírgenes del Sol", el único éxito que tuvo aquí. Descubrí la voz que había detrás del rostro misterioso y los vestuarios de ópera, una voz que hoy sería acusada de usar Autotune, de una interpretación que se adelantó al beatbox, al tiempo que entonaba notas de soprano, en un crossover que hoy sería considerado "World Music". Comprendí. como muchos, que Yma Sumac se adelantó a su tiempo, o que tal vez creó las tendencias que se desarrollarían muchos años después. 

Aún hoy, la gran mayoría de peruanos conoce algo de la leyenda de Yma Sumac, aunque pocos pueden ubicar su rostro, y menos aún su música, que es aún desconocida por el público en general. No forma parte del Olimpo de la música peruana y no es nombrada cuando se narra la historia de nuestra música.  Este mes se han cumplido 100 años de su nacimiento, sin que ello haya sido mencionado en noticieros ni en círculos culturales en el Perú. No ha habido ceremonias ni recordatorios, el único reconocimiento fue hecho no en el Perú, sino en Los Angeles, en donde se develó una estatua en su memoria.

El Perú le debe todavía a Yma Sumac el reconocimiento a nivel popular, a alguien que supo labrarse su propia leyenda y que sin duda merece formar parte de la mitología peruana.

lunes, 12 de septiembre de 2022

Las palabras poderosas



El Gran Maestre me convocó, poco antes de la ceremonia de sucesión, en su despacho, para mostrarme un enorme libro. 

- Este es el más importante encargo que debo hacerte, una tarea a la que he dedicado gran parte de mi vida y que espero que tú culmines - empezó. - Desde el inicio de los tiempos, cuando los hombres apenas descubrieron la palabra, muchos empezaron a sospechar de su poder oculto. Una palabra cualquiera que puede invocar el pensamiento de un objeto tan claramente como si estuviera al frente de su receptor, algo tiene de mágico, se pensaba en esos primeros tiempos. Más impresionantes fueron palabras que podían invocar espíritus invisibles, como la verdad, la paciencia, la ira. No olvidemos que desde los tiempos antiguos cosas que hoy llamamos virtudes o nociones eran considerados espíritus que tenían representación física, que primero los griegos y después los romanos nos legaron como alegorías: el tiempo, la justicia, la muerte. Se sospechó desde entonces que debían existir palabras tan poderosas que pudieran invocar no sólo la idea, sino el propio objeto físico, o incluso hacer visibles los espíritus invocados. Oraciones, las llamaron algunos, conjuros, las llamaron otros. 
Desde entonces muchos han intentado hallar esas palabras que proporcionan el más grande poder. Así, nos ha llegado la noción de que Dios es el Verbo. Por lo tanto, se pensó entonces, debe haber una palabra que nos pueda igualar en poder al propio Dios. Todo esto podría descartarse como un sofisma o como una extrapolación sin asidero práctico, pero conocemos casos de personas que han accedido a tales palabras, o al menos a una fracción de ellas con el suficiente poder como para poder comunicarse con los dioses. Son ellos los profetas o líderes que hicieron prodigios en favor de sus pueblos con solo el poder de sus palabras. Posiblemente me digas, pues eres inteligente, que aquellos que escucharon esas palabras poderosas, o los discípulos de tales líderes bien pudieron repetirlas y usarlas a su vez, y no estuvieran hoy perdidas. Pero un gran poder es fuente de corrupción, como es sabido desde siempre, y por lo tanto su uso no se confía a cualquiera. Esto fue la primera causa de que hoy se hayan perdido. Su uso fue restringido a unos pocos escogidos, con el fin de ser utilizado solamente en casos muy especiales. En consecuencia, estas palabras fueron transcritas en tablillas de arcilla, en piedra o en pergamino. Ello ocasionó un problema: los caracteres escritos no representan exactamente el sonido de las palabras. Los jeroglíficos expresan la idea de la palabra, pero no la palabra en sí, y las letras pueden ser interpretadas de distinta manera por distintas personas. Como ejemplo tenemos el propio nombre de Dios. Solo nos ha quedado de él el Tetragramaton IHWH, del cual no conocemos la pronunciación exacta, pues los hebreos de la época no escribían las vocales, y cada letra tiene una pronunciación diferente según el idioma o dialecto que utilicemos. Hasta hoy hay quien interpreta su lectura como “Iehowah” o “Iahweh”, y debemos aceptar que no tenemos forma de conocer el verdadero nombre y que lo más probable es que este se haya perdido para siempre. Desde luego, quien haya usado las palabras pudo haberlas transmitido verbalmente a sus sucesores, pero llegaremos al mismo problema al paso de algunas generaciones, pues las palabras no solamente se componen de los sonidos que los componen. Hay que darles entonación y ritmo. Una palabra no ocasionará el mismo efecto dicha lentamente y en voz baja, que cuando se pronuncia de manera rápida y fuerte. Incluso cuando las palabras son incluidas en cánticos no pasan más de tres generaciones hasta que pierdan su entonación y ritmo original, pues la música es aún más difícil de conservar que las palabras. Con todo, se tiene noticia de gente que ha podido acceder al secreto de estas palabras. Debes haber sin duda escuchado las historias de algunos francmasones que se acercaron a las palabras, obteniendo gran poder como dictadores o como consejeros de grandes personajes; o tal vez sepas de aquel renegado de nuestra orden quien fue iniciado en la búsqueda, y terminó usando sus conocimientos como trucos de circo, rompiendo copas de cristal con su voz. 
Esta es la labor a la que he consagrado mi juventud y madurez, la recuperación de las palabras poderosas, y es la labor que he de encargarte. Lo que contiene este libro es el producto de todas mis investigaciones y las de mis predecesores. Muchos capítulos se encuentran aquí sobre los conceptos de Dios y del Poder desde las más antiguas civilizaciones y el camino que se ha recorrido para comprender este conocimiento y comprimirlo en unas pocas palabras. Además, en los siglos pasados la ciencia ha progresado mucho y hoy tenemos herramientas que nos pueden ayudar en la búsqueda. Mi antecesor introdujo al estudio el alfabeto fonético, que no solamente permite reproducir los sonidos presentes en todos los idiomas que han existido, sino que prevé todos los sonidos que pueden ser emitidos por el sistema del habla humana. Por mi parte, yo he incluido estudios sobre el uso de notaciones musicales para iterar sobre diferentes formas de entonación. ¿Te encargarás de esta tarea?

Me quedé pensando unos minutos, sobre la enorme tarea que se me estaba heredando, y sobre toda la información que me acababa de dar el Gran Maestre. A pesar de todo, había algo que no me parecía encajar. El Maestre comprendió mis dudas y me dejó meditar el tiempo necesario, hasta que pude ver la luz y le expresé mi opinión. - Es un gran honor y una dura tarea la que me encomienda, sin duda - le dije - pero me parece que toda su investigación adolece de un error de origen. Si las palabras son tan antiguas, su origen debemos buscarlo entonces en los idiomas más antiguos, tal vez en el sánscrito o en los idiomas de la rama indoeuropea que le precedieron. Estoy seguro de que esta consideración ha sido tomada en cuenta en ese libro, a pesar de las historias usted mencionó y que parecieran sugerir una semejanza con el francés moderno. Por otro lado, su antigüedad me sugiere una forma de pensamiento más simple que la que hoy tenemos. Para hallar estas palabras perdidas y su poder, debemos liberarnos de la erudición moderna, olvidarnos de toda la concepción filosófica legada por 2500 años de civilización grecorromana y volver a la ingenuidad previa. ¿Y cómo lograr esto? pues buscando al alma más simple que podamos encontrar. A un tonto, libre de prejuicios, que no conozca otra cosa que la sabiduría natural no contaminada por el conocimiento académico. Su simplicidad nos proporcionará también el ritmo y la entonación necesaria para pronunciar las palabras. No creo estar descaminado en mi pensamiento, pues la descripción de la persona que debemos buscar coincide con aquella de los que en las Escrituras se identifica como Bienaventurado, aquel quien verá a Dios. En resumen, para hallar las palabras poderosas nos bastará con encontrar a la persona más tonta y darle las instrucciones mínimas, y así podríamos terminar esa búsqueda en poco tiempo. 

El Gran Maestre me miró extrañado, dudando sobre si yo habría resuelto por fin el acertijo milenario o si solo me estaba burlando de él. Le ofrecí hacer un intento en los tres días que quedaban antes de dejar el cargo. Así fuimos a uno de los barrios más pobres de la ciudad, donde nos dieron razón de un hombre harapiento que vivía de lo que la gente del barrio le daba, y a quien todos consideraban un tonto. No era un loco, nos dijeron, sino una mente simple, pues discurría con sabiduría inesperada a las preguntas que se le hacían. Al final encontramos al tonto, y fue muy difícil darle las instrucciones necesarias para hacer los intentos de pronunciar las palabras. Creo que hicimos cerca de veinte intentos, hasta que, al pronunciar las palabras, estas adquirieron una resonancia que no habíamos escuchado antes, y el propio cielo, que se había mantenido lluvioso hasta ese momento, se aclaró, dejándonos ver un sol brillante. En ese momento, el Gran Maestre tomó un pedazo de ladrillo y golpeó al tonto en la cabeza con gran fuerza y lo dejó inconsciente. Ante mi sorpresa, me ordenó que nos fuéramos a toda prisa, abandonando el cuerpo inerte, sin preocuparse de si estaba vivo o muerto. - Nadie debe saber de esto - me dijo - el mundo no está preparado para saber que las palabras que permiten a un hombre igualarse a Dios solo pueden salir de la boca de un tonto. Te ordeno que no continúes con la investigación. Mejor aún, te ordeno fingir que sigues con ella, pero que obtengas conclusiones que nos alejen de lo que acabamos de descubrir. Hace ya muchos años de ese episodio, y me toca a mi vez ceder el puesto a mi sucesor. He de entregar el libro al próximo Gran Maestre con las investigaciones falsas que he agregado a lo largo de los años, pero al cual he agregado pistas que lo llevarán, si se lo propone, al descubrimiento de que el Poder, la comunión con Dios, está en realidad en la boca de los tontos.

viernes, 2 de septiembre de 2022

Frases twitteables 64


  • Preguntas importantes de la vida: ¿A quién confiarías tu muñeco vudú?
  • Hoy me enviaron la paradoja lógica del día: “Si no haces lo que quieres es porque quieres”.
  • Hoy ha sido una de esas mañanas en que he tenido que identificar al que no me deseó buenos días, para echarle la culpa de todo.
  • Estoy escribiendo la historia de lo que nunca pasó entre nosotros, sólo para darme el gusto de tener un final feliz.
  • No es que sea un vago, es que soy tan fanático del orden, que me niego a trabajar hasta que los planetas estén bien alineados.
  • Mi sabiduría no está hecha de grandes verdades ocultas, sino de pequeñas verdades simples que los demás tratan de ignorar.
  • Mientras la olla se seguía calentando, los sapos dentro de ella seguían discutiendo sobre si el calentamiento era real.
  • He descubierto que no sirvo para el programa de protección de testigos. No importa la identidad o el sitio en el que esté, mis tonterías me hacen inconfundible.
  • Nunca me entendiste. Incluso cuando te bloqueé en el celular creíste que era porque no quería hablarte, cuando era porque quería obligarte a verme en persona.
  • De vez en cuando encuentro a cierta clase de personas a las que imagino que sus últimas palabras serán: “Nunca me sentí tan vivo”.
  • El infierno ya no es como lo contó Dante, me explicaba Lucifer. Ya lo hemos remodelado varias veces, y lo hemos ampliado. Ahora ofrecemos una experiencia centrada en el cliente.
  • Estoy seguro de que en alguna parte, los gatos tienen alguna marca o algo que indique cuántas vidas le quedan.
  • Me gustas cuando callas porque… Oh, espera, ¡Es que me habías bloqueado!
  • Paso tanto tiempo con la cabeza en las nubes que un día de estos me va a atropellar un avión.
  • Cosas que nadie nunca dijo: Vale la pena toda una vida de desgracias y decepciones para poder escribir unos cuantos poemas.
  • Otra de la máquina del tiempo: Viajé al pasado para ayudar a varios artistas y los convertí en personas felices. El mundo se quedó sin las obras de Van Gogh, Edgar Allan Poe y Franz Kafka.
  • Lo que no te mata, ya encontrará a alguien que le diga “No te rindas, sigue intentando”.
  • Ya sé que es inmortal y eterno, pero me sigue sorprendiendo lo mucho que ha envejecido Dios en estos últimos siglos.
  • Algún día descubrirás que la luz al final del túnel era un espejo que te reflejaba.
  • ¿Cuándo tendré mi final feliz? - Lo siento, pero ante la respuesta del público, haremos una temporada más de tus desdichas.
  • A mí ya no me digan nada, fueron ustedes los que no quisieron que se acabe el mundo en el 2012.
  • Hay gente a la que apenas conocerla, puede uno saber si ha leído El Quijote o Cien Años de Soledad. …
  • Y si quieres empezar otra vez de cero, yo te daré ese cero.
  • Qué difícil es llevarle serenata a la Bella Durmiente. No sale al balcón, no escucha, se hace la dormida.
  • Después de tanto tiempo, acabo de darme cuenta que nunca se hizo un capítulo de Cazadores de Mitos que desmienta eso de que el dinero no da la felicidad.
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