jueves, 24 de agosto de 2023

La carta automática



Desde que se puso de moda el ChatGPT, varios me han pedido mi opinión, y aunque ya hice un post antes sobre el tema, todavía me quedaban algunas cosas por decir. 
Cómo expresé antes, no le veo lo novedoso a la inteligencia artificial, porque basado en las respuestas que he obtenido hasta ahora, yo he conocido a algunos que me daban respuestas semejantes cada vez que alguien les encargaba un trabajo, carta o informe. 
Esto me he puesto a pensar con cierta seriedad en que, aunque no soy muy dado a las teorías de conspiración, sí creo que alguien en algún lugar ha logrado traspasar el cerebro de algunas personas que he conocido a la red digital de internet y la ha convertido en el chat GPT. Personas he conocido a las que sus escritos me dejaban esa sensación de haberlas visto antes, de tantos lugares comunes que utilizaban. Con uno de ellos, en especial, las empresas públicas y oficinas de atención al cliente tomaron ejemplo para escribir esas cartas masivas de respuesta a cualquier reclamo que hacen los clientes, y que se veían más o menos así: 

De mi consideración: 
Esperando se encuentre usted bien, quiero decirle, con el respeto que me merece, que, en mi humilde opinión, a mi parecer, creo que, me corrige si me equivoco, pienso que, como están los tiempos, llegada la ocasión, tengo derecho a opinar, en mi condición de ser humano, y le hago saber que, no obstante, por razones ajenas a nuestra voluntad, qué más quisiera que sea así, pero obligado por las circunstancias, en vista de lo ocurrido, se hizo lo humanamente posible, por lo tanto, de ahora en adelante, era cuestión de tiempo, lo lamentamos profundamente, y de manera temporal, hasta nuevo aviso, que sea lo que ha de ser. Con relación al objeto de la referencia, como es público y notorio, sin lugar a duda, no hay motivo para pensar que, a pesar de las evidencias, no hay forma en que los eventos ocurridos, por las razones arriba indicadas, lleven a pensar que, los hechos consumados han tenido como fruto tal consecuencia. No quisiera terminar sin mencionar que, a su debido momento, el tiempo nos dará la razón, en estos tiempos difíciles, nuestra razón de ser nos hará más fuertes, y miraremos con confianza hacia el futuro. El día de mañana será brillante, la ruta que nos hemos trazado será el camino a seguir, sin dudas ni vacilaciones, sin miedo al éxito, el día llegará. 
Esperando seguir contando con su preferencia, me despido de usted. 

Como ven la carta en mención sirve para todo, suena a conocido, da abundante información sobre nada, y es completamente inútil. Igual que esa persona, e igual que el ChatGPT.

lunes, 14 de agosto de 2023

Leyendas Peruanas: El pago a la tierra



Dentro de las costumbres y manías que tenemos los peruanos está la de compartir el vaso de cerveza o licor con los amigos. Esta costumbre, aunque muy desacreditada desde la aparición del Covid, se sigue usando sobre todo fuera de Lima. Y en esas ocasiones siempre hay alguien que derrama accidentalmente algo de la bebida en el piso. Los demás, nunca se molestan por ello, más bien lo aceptan, y aceptan la disculpa del culpable que dice: “es el pago a la Pachamama”. Incluso hay quien, al empezar la ronda de bebidas (siempre que sea en exteriores) derrama intencionalmente un pequeño chorrito “como pago a la tierra”. Esta costumbre es en realidad muy antigua en la parte andina del Perú y está presente hoy con mucha frecuencia, e influye en la vida diaria, como voy a contar ahora. 

En el antiguo Perú, se tenía mucha consideración a la Pachamama, o Madre Tierra, considerada la proveedora de alimentos y riquezas. La Pachamama no es una diosa en el sentido que hoy conocemos, sino una presencia dadora de bienes. No se encontrará en el antiguo Perú un templo dedicado a ella, o representación alguna de su aspecto más allá de la metáfora. Para un pueblo agrícola como el nuestro, la relación es de agradecimiento e intercambio. Si la tierra da algo, hay que retribuirle algo. Por eso en las grandes fiestas de cosecha o al inicio del año (que coincidía con el solsticio de invierno, en junio) la celebración iniciaba derramando un vaso de chicha en la tierra, como pago por todos los beneficios que los hombres recibían de ella. El ritual, a cargo de un alto sacerdote, incluía otros sacrificios que hoy varían con la zona del Perú. 

Hoy, en el Perú, la costumbre sigue practicándose cada vez que hay una fiesta, o cuando se inicia una obra pública o privada, desde una casa familiar hasta las grandes obras estatales. Y aquí entran mis experiencias personales. 

En la construcción de una gran planta eléctrica de la cual tomé parte, los obreros insistieron en realizar la ceremonia de pago a la tierra al inicio de los trabajos. La dirección del proyecto, compuesta por extranjeros y limeños cosmopolitas, se negó por considerarla supersticiosa, innecesaria y una pérdida de tiempo que distraería al personal. Los obreros y aún los capataces y jefes de obra obedecieron la orden de seguir trabajando, aunque comentando en voz alta que era una mala idea. Esa misma semana empezaron a ocurrir accidentes en la obra: Una excavadora tropezó con una tubería, rompiéndola; una grúa dañó una pieza de concreto en una mala maniobra; y por último, un trabajador se salvó apenas de una caída en altura. Toda la gente empezó a inquietarse y la solicitud a la gerencia fue renovada, para ser negada igualmente. La situación ya había dejado de ser anecdótica y se hablaba de que en cualquier momento ocurriría un accidente verdaderamente grave; los obreros, por su parte, ya amenazaban con paralizar la obra si no se cumplía con la ceremonia del pago a la tierra. Incluso yo me sentía intranquilo de lo que pudiera pasar, hasta que el Jefe de Campo me informó, en tono confidencial, que ya había contratado a un chamán de la zona, y habían hecho la ceremonia de pago a la tierra ese mismo día muy temprano, antes de que la gente llegue a trabajar, y que la noticia se estaba pasando de boca en boca para evitar mayores problemas. No sé si la gerencia llegó a enterarse de este desacato, pero sí estoy seguro de que notaron que los accidentes se detuvieron, y ya no hubo mayores problemas hasta el final de la obra.

En la obra en la que estoy ahora, a mucha más distancia de la capital, en la construcción de unos colegios, el pago a la tierra es una ceremonia mucho más pública y aceptada. El ritual esta vez se realizó como parte de la ceremonia de la primera piedra de la construcción, con presencia del alcalde y las autoridades educativas. La ceremonia, mucho más cercana a los rituales milenarios, se hizo como se debe: En el lugar en donde se colocaría la primera piedra, se hizo un pequeño hoyo en donde colocar primero una manta y sobre ella ofrendas, que son productos de la tierra, como alimentos y, en este caso, también una pequeña alpaca (Afortunadamente, esta parte ya se está perdiendo y hoy no es frecuente hacerlo). Estas ofrendas se envuelven en la manta junto con hojas de coca. Por último, se prende fuego en el hoyo con ayuda de algunas maderas secas, y mientras las ofrendas arden, los invitados a la ceremonia brindan con chicha, aunque también puede hacerse con cerveza. El primer vaso de licor es para la Pachamama, por lo que se vierte sobre el suelo. El detalle del sacrificio de una cría de alpaca hizo arquear las cejas a más de uno en esta época de conciencia sobre el maltrato a los animales, pero tuvo que aceptarse en aras de las buenas relaciones comunitarias. 

Esperamos entonces una construcción feliz y sin incidentes, con gente de buen ánimo y en paz con la Pachamama, y sobre todo, con ganas de que la construcción se termine pronto para celebrar en otra fiesta de las que se acostumbran acá, acompañada de sus propios rituales, y que contaré en otra ocasión. Salud con chicha derramada al piso.

viernes, 4 de agosto de 2023

La trampa de la empatía


Empatía. Término de moda, o al menos uno que me persigue desde hace tiempo. Con frecuencia lo veo en los artículos profesionales que leo, lo escucho en los noticieros cada vez que alguien se queja de la falta de solución a sus problemas, y en las conversaciones coloquiales. Yo mismo, a veces, he sido acusado de falta de empatía por alguien que no se siente satisfecho de mi desempeño. Es que, en realidad, más que de empatía, de lo que se habla es de la falta de empatía. Yo, que me autoanalizo al menos una vez al día, creo que no es que a mí me falte empatía, sino que yo entiendo la empatía de una manera diferente al resto del mundo. 
La primera vez que me encontré con el concepto de empatía fue hace mucho, cuando conversaba con un colega. Él me contó que su jefe le encargó un plan para disminuir los costos de operación de la empresa. Mi colega analizó los puestos de trabajo, las formas de trabajar y las instalaciones de la empresa, pero no pudo encontrar una forma de ahorrar dinero. Cuando su jefe le pidió un avance de sus resultados, tuvo que admitir su falta de progreso. El jefe, molesto, lo llevó a la planta de producción y le dijo: "Imagina que eres el dueño de esta empresa y que todo esto lo has pagado con tu plata. ¿Qué harías?". Desde ese momento mi colega empezó a ver todos los procesos con otros ojos, y vio tantas oportunidades de mejora que se sorprendió de haberlas pasado por alto anteriormente. 
La idea me pareció desde entonces algo poderoso: ponerme en el lugar del otro para darle lo que necesita. Empatía, en vez de la "distancia profesional" que me habían enseñado hasta ese momento. Me propuse usar esa idea en cuanto tuviera oportunidad. Así, la siguiente vez en que tuve que enviar un currículum para postular a un trabajo, me visualicé como el encargado del proceso de selección y sobre lo que le gustaría encontrar en ese documento. Desde entonces, cuando tengo que escribir un informe o un documento que será utilizado por otro, trato de ponerme en su lugar, qué es lo que quiere encontrar allí, o qué es lo que necesita saber. Así, mi trabajo trata más de ayudar al usuario que de contentar al jefe, y puedo defender mi opinión si es necesario. 

Pero ahora que la empatía es una palabra de moda, veo que no todos entienden lo mismo que yo. Lo que veo que los demás entienden como empatía para mí es un sentimiento de superioridad disfrazado, una forma de decir "pobre de esta otra persona, hay que ayudarlo a salir de su miseria". Siempre que escucho de sentir empatía, es por alguien que sufre de alguna manera. Esto significa que para sentir empatía primero hay que juzgar y calificar. Solo se siente empatía por quien, a nuestro juicio, lo merece. En todos los artículos que he encontrado se habla de la empatía desde una posición de superioridad moral o de poder. Y al hacerlo están obteniendo una visión sesgada del problema. Cómo ejemplo, si yo pido empatía con un ladrón, la gente se va a negar, va a pensar que quiero justificar su delito, o que soy tan malvado como él. ¿Cómo ponerme en el lugar de otro que no comparte mis valores morales? He aquí la trampa de la empatía tal como se entiende hoy. Hay que entender que no se trata de una forma políticamente correcta de la lástima, sino de entender las necesidades del otro. Y esto precisa de información. Tengo que conocer algo de la persona antes de sentir empatía, y sobre todo, reconocer que el otro no tendrá necesariamente los mismos valores morales que yo. Tal vez sea yo el que no entiende lo que significa la empatía. Yo seguiré poniéndome en el lugar de mi jefe, del poblador que nos impidió el paso a la obra, y hasta de la compañera de trabajo que me odia sin razón aparente, porque así obtengo mejores resultados.

Por último, un ejercicio de empatía, para introducirlo en una conversación: Si fueras otra persona ¿Qué opinarías de ti?
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