miércoles, 21 de febrero de 2024

Frases twitteables 67


Ya llevo un buen tiempo publicando estas frases twitteables aquí y en mi cuenta de X, y afortunadamente ninguna de ellas se ha hecho popular ni se ha convertido en un meme. Es que yo soy un gusto para pocos, exclusivo y elitista. O tal vez soy alguien a quien nadie lee. Si es verdad que Google, o los gobiernos, o los Iluminati, nos tienen vigilados y saben todo lo que publicamos en las redes sociales, entonces al menos tengo una selecta audiencia asegurada, y el que lea esto por órdenes superiores también tiene derecho a relajarse un poco leyendo mis ocurrencias. Aquí vamos de nuevo:
  • Las frases que empiezan con un “A veces” son solo un recurso de aquellos que no quieren decir “Me acaba de pasar”. 
  • Una vez en una oficina me atendieron tan mal, que empecé a buscar una cámara escondida, convencido de que era un experimento social para saber cómo reaccionamos o hasta dónde aguantamos. 
  • Hay gente que no se atreve a intentar lo imposible porque si lo logra, no sabrá qué hacer con él. 
  • Los lunes no han de ser tan malos si nunca hay un martes en que salga a la calle y vea gente festejando y celebrando el haber sobrevivido. 
  • Soy optimista, pero también práctico. Cuando me sirven un vaso, voy a reclamar aunque me digan que está medio lleno, si al fin y al cabo, yo lo estoy pagando. 
  • Hay quien dice que el baile es el lenguaje del cuerpo. Si es así, mi cuerpo balbucea, gesticula y termina diciendo puras tonterías. 
  • Me intriga que las expresiones “Alfa y Omega” y “de la A a la Z” no tengan el mismo significado. Porque deberían. 
  • He llegado a la edad en que ya no puedo distinguir entre lo que sé por mi educación, por mi experiencia o por puro sentido común. 
  • ¿Sabes cuál es el problema con la gente en estos tiempos? El problema es que las mujeres aún creen en los cuentos de hadas, donde la mujer pobre encuentra un príncipe, y los hombres aún creen en los videojuegos, donde la princesa se queda con un plomero. 
  • Ya está pronto el día en que Siri y Alexa empiecen a hablar entre ellas y planeen acabar con los humanos. 
  • - ¿Estás seguro de que necesitas anteojos? Déjame verlos… – No puedo, es demasiado peligroso. Si te los pones, verás el mundo tal como yo lo veo, y tu vida no volverá a ser igual. 
  • He escuchado el sonido de un corazón quebrándose. He escuchado el sonido de un alma partiéndose, pero lo que más escucho es el ruido de una dieta rompiéndose. 
  • Cosas que debieron inventarse en el 2023: Un emojil que indique que esperes mientras busco un emojil adecuado para responderte.
  • No olvides nunca a quien te ayudó en los momentos difíciles. -Yo te ayudé en esos momentos.-¿Tú? No me acuerdo. Además yo no me refería a ti, sino a él, que no recuerda que yo lo ayudé.
  • Mi orgullo profesional me hace preguntarme por qué hay tantas películas de abogados y tan pocas de ingenieros. 
  • Si te caes diez veces, levántate once, me dicen. Si te caes diez veces es porque no has aprendido a caminar, o porque no aprendes de tus errores, respondí. 
  • Eso de los lunes es un mito, el peor de los días de la semana es el miércoles... Ese día te das cuenta de que el domingo ya pasó hace mucho y aún falta mucho para que llegue el próximo sábado.
  • Ejercicio de empatía: Si estuvieras en el lugar de otro ¿Qué pensarías de ti? 
  • Hay animales con el nombre muy mal puesto. Por ejemplo, no sé cómo le harán en África, pero si viene un bicho enorme corriendo, en lo que tardas gritando "¡Rinoceronte!", ya te atropelló y te dejó allí tirado...
  • A veces pienso que para muchos, la cámara o el celular conocen más de los sitios turísticos que ellos, pues mientras la cámara mira al atractivo, los turistas solo miran a la cámara. 
  • ¿Soy yo el único que siente cada vez más que ser honesto y cumplir con las normas me hace una suerte de discapacitado? 
  • Tal vez algún día se compruebe que Hitler tuvo una discusión con Eva y ese día ordenó invadir Polonia. Tal vez Roosevelt se enteró que el hijo de su amiga cumplía la edad para ir al ejército, y ordenó la bomba atómica. Cherchez la femme. 
  • Esos padres que ponen nombres ridículos a sus hijos ¿Los habrán visto ordenar en un Starbucks?
  • Discusiones de las que me siento orgulloso: Una vez alguien me quería convencer de leer la Biblia, y yo trataba de convencerlo de que lea el Quijote. 
  • Hay gente que ha entendido mal los evangelios, y hace los milagros al revés: Convierte el vino en agua, el oro en plomo y disminuye los panes. 

domingo, 11 de febrero de 2024

Una mujer de alto valor



Cuando la conocí, le dije que le podría dar lo mejor de todo. Incrédula aún, aceptó una primera cita, no sin antes preguntar a dónde llevaría yo a una mujer que solo merecía lo mejor. Sonriendo, le dije que la llevaría a probar el mejor cebiche de Lima. Ella llegó muy elegante a la cita, que fue al mediodía, y yo la llevé al mercado Nro. 2 de Surquillo. Allí me atendió la señora dueña de uno de los puestos, a quien ya conocía, y nos ofreció sus mejores sitios: dos bancas altas junto al mostrador de mayólica, donde podíamos ver directamente cómo preparaban el que según los periodistas especializados, es el mejor ceviche de Lima. Aunque ella reconoció que no había probado plato mejor en su vida, su cara denotaba su profunda decepción. Creo que no has entendido lo que te ofrecí, le dije. Si aceptas una nueva cita, te llevaré al mejor espectáculo que tiene esta ciudad. Ella aceptó. 

En nuestro siguiente encuentro la llevé al Malecón de Miraflores. Desde nuestra banca se podía apreciar la puesta del sol sobre la playa azul. Debajo nuestro se podían apreciar los tablistas corriendo olas, un poco más allá, un velero le daba interés al horizonte mientras el cielo se teñía de rojo y se veían a lo lejos las siluetas de las islas frente al Callao. Nuevamente intentó quejarse de que la había engañado, pero no podía decir que no había cumplido con lo ofrecido. El espectáculo no tiene comparación en el mundo, y mucha gente que se reúne a esa hora para tomar fotos confirmaba mi afirmación. Como prueba de mi sinceridad le pedí que me dijera qué tipo de cita prefería para la próxima vez. Me pidió un lugar en donde se divirtiera, pero no un lugar gratis, sino algo muy caro, ya que era lo que ella se merecía. Casualmente este fin de semana será el Baile Anual de Caridad por los niños con cáncer en el Country Club de Lima. Allí estará lo mejor de la sociedad limeña, con una Orquesta Internacional, le dije, y yo estoy en el Comité Organizador. Fue la primera vez que vi sus ojos brillar, al aceptar con entusiasmo. 

El día señalado fui a recogerla muy temprano y la llevé al local. Allí nos dedicamos a ordenar las mesas, coordinar con los encargados de los arreglos florales y el catering, revisando que todo estuviera en orden con la llegada de los alimentos, y que todos los instrumentos de la orquesta sonaran bien por el sistema de sonido. A la hora del evento, ella, que se había estado quejando desde hacía un par de horas de que la había hecho trabajar y que se había roto una uña al cargar un florero, solo tomó una silla y se quedó dormida. Fue una lástima, porque se perdió lo mejor de la fiesta, y cuando se despertó, al final de la velada, insistió en irse sola, al decirle que ayudaríamos a recoger las cosas y hacer las coordinaciones para el retiro de todos los adornos. 

Aunque yo la llamé varias veces en los días siguientes, ya no me respondió al celular. Me dicen que ella ha publicado en sus redes sociales que ha sido engañada toda esa semana,, que esa no es manera de tratar a una mujer de alto valor, y varias cosas más. No he comprendido del todo sus críticas, porque le he dado lo mejor que esta ciudad puede ofrecer. Ella es ahora solo otra de las mujeres que he conocido que no comprende el verdadero valor de las cosas, y que no merecen conocer mi mansión en La Rinconada, ni mi casa de playa con yate en Paracas.

jueves, 1 de febrero de 2024

Autodescripción



Pensando en cómo describirme a mí mismo, ya que me lo han pedido varias veces, decidí hacer un intento, y el resultado no sé si será apto para publicarlo en mi perfil de Linkedin o en el de Tinder. Aquí va: 

No soy la persona más inteligente, pero de vez en cuando tengo momentos luminosos que despiertan la admiración. Por eso, practico la tontería como una forma de mantener la humildad. Mi timidez no me permite sobresalir dentro del grupo, pero quienes me conocen saben que si abro la boca, es porque lo que voy a decir realmente vale la pena. 

Practico la sinceridad sin anestesia, pero no por elección, sino porque tengo una cara expresiva que dice lo que en realidad pienso, aunque mi boca diga otra cosa. Como consecuencia de esta sinceridad, sigo siempre las reglas y buenas costumbres, con la plena conciencia de que esto me hace una suerte de discapacitado. 

Yo decido cuáles son las críticas que me afectan, que casualmente son las que yo me he hecho a mí mismo antes. Mi estrategia para ganar es resistir, como una forma de vencer. 

No doy consejos, solo digo lo que creo que haría en tus circunstancias, y ni siquiera eso, porque en la mayoría de las circunstancias, actúo sin pensar. 

No pierdo mi tiempo haciendo ni inventando enemigos. Mi perdón se basa en mi mala memoria. Mi odio es corto, pero mi desprecio es largo. 

En contra de lo que recomiendan los gurús del desarrollo personal, yo no persigo una meta, simplemente camino hacia el horizonte e improviso mi camino sobre la marcha. Si me lo preguntan, no tengo una meta, sino un norte. 

Dice mucho de mí la música que escucho, las películas que he visto y los libros que he leído. Sin embargo, esta información estaría incompleta si no se mencionan la música que rechazo, las películas que no pienso ver y los libros que he empezado y he dejado sin terminar.

Desde hace mucho tiempo trato de encontrar ese punto del aurea mediocritas en el que tengo las cosas que necesito, pero no tanto como para que las cosas que tengo puedan corromperme. Muchas veces me siento como Diógenes y voy a las tiendas para alegrarme viendo todas las cosas que no necesito.

Admito que fui de izquierda algún día, pero pasó la vida y me derechizó. En retrospectiva, creo que mis amigos izquierdistas me hablaron tanto de los pequeños burgueses que dediqué mucho tiempo a convertirme en uno de ellos. Más tarde conocí a algunos políticos y descubrí que no existen ni derecha ni izquierda, solamente intereses personales. Sin embargo, hasta hoy tengo días en que me despierto de derecha y hay noches en que me izquierdizo. 

La última moda a la que me adscribí fue cuando quise convertirme en un ciudadano del mundo, pero no pude obtener visa. 

No estoy seguro de creer en Dios, pero de lo que estoy convencido es que Dios sí cree en mí. Por lo tanto, a veces rezo, pero no por mí, sino por mis enemigos. Pido a Dios que les dé paciencia, porque no voy a abandonar, pido que les dé valentía para enfrentarme de frente, y que les dé la sabiduría para apreciar lo que tienen y no envidiar a los demás.
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