sábado, 29 de noviembre de 2008

El tonto eres tu




Me dices tonto por brincar de alegría por un simple atardecer
Tonto tú que que agachas la cabeza por el brillo del sol.

Me dices tonto por perder el tiempo imaginando el mundo ideal
Tonto tú que dices trabajar y no logras nada.

Me dices tonto por correr de prisa a un sueño invisible
Tonto tú que dices tenerlo todo y deseas las cosas de los demás.

Me dices tonto por apagarme en un sueño profundo y real
Tonto tú que ni las sábanas de seda acarician profunda tu alma.

Me dices tonto por creer el universo infinito
Tonto tú que sólo conoces el camino del trabajo a casa.

Me dices tonto por endulzar mis oídos con música extraña
Tonto tú que solo escuchas las necedades del mundo.

Me dices tonto por pasar horas leyendo la mente de un extraño en hojas de papel
Tonto tú rodeado de kilos de papeles pero ninguna carta de amor.

Me dices tonto por saciar mis ojos con el más simple charco de agua de lluvia
Tonto tú que apenas tienes tiempo de lavarte el rostro.

Por último, me dices tonto por llamarte tonto
Tonto yo por hacerte caso...


Esta es una tontería del blog Dividiendo entre cero, al cual agradezco la deferencia de permitirme reproducirlo.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Pobre Bush


El día de hoy George Bush ha llegado a mi país. Pobre Bush. Ha llegado en su famoso Air Force One al aeropuerto militar, así que no sabrá lo que es llegar a nuestro aeropuerto, ahora que está tan bonito. Luego va en un auto blindado y con lunas polarizadas hacia el hotel. Aunque quisiera ver el paisaje, sus guardaespaldas no lo dejarán. Están convencidos de que cualquier lugar fuera de los United States está lleno de enemigos y su vida peligra. Aunque no les falte un poquito de razón, no se expondrán al alcance de los nativos. Son pobres y esa es razón suficiente.
Ya en su hotel, lo mantendrán aislado del resto del mundo. Cuando salga a una de las reuniones programadas durante la visita, cerrarán las calles a su paso, así ni siquiera sabrá cómo son los autos o sus conductores en este país. Aún así, si alguien se le acerca con malas intenciones, para eso ha traído a uno de sus portaaviones, dispuesto a arrasar con la ciudad si es que algo le pasa.
Durante su visita solamente hablará con personas que ya lo conocen o que han sido cuidadosamente seleccionadas, cuyas vidas han sido cuidadosamente investigadas y aprobadas por sus servicios de inteligencia. Esas personas han sido aprobadas porque piensan exactamente igual que George Bush. Es que no es bueno contradecir al hombre más poderoso de la nación más poderosa del mundo.
Las preguntas que se le hagan, si es que se le hace alguna, deberán ser declaradas previamente, analizadas y contestadas por sus asesores, para que así George Bush solo tenga que repetir lo que le dicen sus asesores y no pueda decir algo inconveniente. Sin sus asesores no sabría ni siquiera en qué país está. Por lo menos, y durante estos días, recordará que está en Perú, que es un estado de ese país llamado Latin America, que es un territorio montañoso con llamas y gente pobres redskins, y que necesita ayuda para erradicar la cocaina, aunque no es políticamente correcto arrasar las plantaciones con napalm y matar a todos los campesinos que la cultivan.
Durante las recepciones en las que será el invitado de honor, no podrá probar el cebiche ni la papa a la huancaína. Invitarle algo que tenga ají será considerado por sus agentes de seguridad como un atentado contra su vida. Sería muy indecoroso que el hombre más poderoso del mundo suspenda alguna importante reunión debido a una diarrea.
Tampoco nadie le podrá ofrecer un pisco sour, ya que es un alcohólico en rehabilitación. Aunque le quede un mes y medio en el cargo, una recaída sería catastrófica para el mundo, ahora que la bolsa de New York está tan sensible.
Al final de las reuniones, firmará acuerdos para que sus amigos tengan aún más millones, se tomará fotos con otros jefes de estado de países que no podría decir ni en que continente quedan, y se llevará algún recuerdo previamente revisado por sus agentes de seguridad, no sea que tenga alguna sustancia que le pueda afectar de alguna manera.
Cuando termine todas esas reuniones, se irá como vino. Sin ver a nada ni a nadie. Si es que alguien le pregunta en casa cómo es el Perú, no podrá responder, pues solo ha estado en el auto, en un hotel con ventanas tapadas y en reuniones en salas iguales a las que encuentra en cualquier país del mundo.
Pobre Bush. Está en mi país pero no conocerá el Perú.

domingo, 16 de noviembre de 2008

El primer día de sol



En un post anterior, indicaba que el clima se porta en nuestra ciudad como los propios habitantes de Lima. La primavera es uno de esos casos. Llega tarde y pidiendo disculpas por el retraso.

Cuando en el mundo civilizado (es decir, en el extranjero) se anuncia el principio de la primavera, esta empieza puntual, el frío invernal se retira, los árboles, no cortos ni perezosos, empiezan a reverdecer y el cielo se limpia de nubes. Todo muy organizado y programado. Aquí, en cambio, se hacen todas las celebraciones habituales de inicio de la primavera bajo un cielo totalmente cubierto de nubes y un frío invernal. Los árboles, como si con ellos no fuera la cosa, siguen tan verdes como todo el año. Y el clima sigue igual hasta fines de octubre, en que empiezan a aparecer tímidos rayos de un sol frío que duran pocos minutos y no quitan la sensación invernal. No parece sino que la primavera, al igual que el resto de los limeños cuando se les encarga algo, se hace el que está empezando a trabajar y se disculpa diciendo “Ahorita empiezo, un ratito nomás”.

Es que aquí no tenemos, como en otros sitios, cuatro estaciones. Solamente tenemos temporada de calor y temporada de frío. Para no sentirnos tan mal hemos inventado una cosa llamada “media estación”, que es el pequeño lapso de cambio de temporada y en que no sabemos si va a ser un día veraniego o un día con frío, nubes, garúas y toda la cosa invernal. Claro que, para los turistas, nos ponemos alegres el 23 de setiembre por el día de la primavera, y nos ponemos tristes cuando empieza el otoño. No vaya a ser que alguien diga que la globalización no nos toca también a nosotros.

Así, pues el invierno ha durado hasta ayer. Ayer sí ha hecho un sol fuerte, con ínfulas veraniegas. Casi sin aviso, casi de sorpresa. Es que el clima, se porta también como un peruano, que la llegada de la inspección se pone a chambear duro para mostrar que hace su trabajo.
Los limeños, que nunca sabemos cuándo va a cambiar el clima, y a estas alturas del año ya hemos olvidado cómo son los días de sol, sentimos que nos sacado la lotería de la primavera, y salimos a la calle felices y contentos con ropas veraniegas. Las mujeres vuelven a salir con sandalias y minifaldas, y los hombres muestran su físico en camiseta. Pero a estas alturas del año todos estamos aún con la piel blanca, pues no hemos tenido tiempo de salir a la azotea ni de ir a ese gimnasio que tiene lámparas para broncearse bajo techo (si, pues, es mal visto ir a la playa sin estar totalmente bronceado). Hoy hemos parecido una procesión de fantasmas. Hasta yo me he sorprendido de mí mismo al salir en camisa manga corta y pensando que alguien en la calle me va a decir ”gringo”.

Las tiendas de ropa, que no sabían hasta hoy cuándo empezar a ofrecer la ropa de verano, las han sacado a toda prisa, aún oliendo a naftalina, para ofrecerla a igualmente apurados compradores, que se acaban de dar cuenta de que ya se está el fin de año a la vuelta de la esquina y no están equipados para el verano. Hasta los heladeros salen de su retiro y ofrecen helados a la gente.

Pero el sol, que también es peruano, se cansa de trabajar a media tarde y manda mudar, dejando a los transeúntes con un viento frío que nos dejará con el resfrío que se pone de moda también en esta época.

Feliz sol.

viernes, 7 de noviembre de 2008

Mentalista, Médico, Estúpido

Normalmente escribo en este blog historias sobre tontos, pero esta vez narraré la de un estúpido. En un post anterior indiqué la diferencia entre un tonto y un estúpido: El tonto, cuando falla, lo hace sin intención y creyendo sinceramente que lo que hace está bien. El estúpido, en cambio realiza sus actos con plena conciencia y esperando sacar un provecho de los mismos, creyendo que los tontos son el resto de las personas. Así pues, referiré la historia como para dejar clara esta diferencia:

Carlos Santillana es un nativo de Cáceres, en España. Un día apareció en su ciudad natal anunciando sus poderes de mentalista. Comentaba que había regresado de Madrid, donde había sido asistente de una prestigiosa periodista de televisión. Como mentalista anunció varios trucos, como esconder en una conocida torre de la ciudad el número que saldría premiado en la lotería navideña, anunciar el sexo del primer hijo de la princesa Leticia, y anunciar que detendría el reloj de La Puerta del Sol cuando dieran las campanadas de fin de año. El primero es un conocido truco de cambiar el sobre, el segundo tiene una probabilidad del 50%, y en el tercero, los malvados relojeros de la Puerta del Sol impidieron que el reloj se detenga.

En Trujillo de Extremadura, anunció un truco espectacular. Se enterraría en la Plaza Mayor bajo 3,000 kg de tierra y pasaría cuatro días así. Toda una prueba capaz de dejar su nombre impreso en la posteridad. El día señalado, se vertieron efectivamente las toneladas de tierra sobre el ataúd en donde se había encerrado. Todo salía de maravillas, hasta que unos jóvenes vieron que sacaban una bolsa de plástico negro hacia una camioneta. Dentro iba don Carlos. Cuando el resto de la ciudad se enteró, se armó el escándalo. Don Carlos se defendió diciendo que no era una estafa porque no había cobrado por hacer el truco. Pobrecito.

Como el mismo había dicho, estos trucos no daban lo suficiente para comer, así que anunció un nuevo concepto en trucos, algo que ni David Copperfield, ni Chris Angel, ni David Blaine, ni ningún otro había intentado antes: Declaró que iba a a apagar todas las luces de la torre Eiffel sin necesidad de moverse de su cuarto de hotel en Madrid, y que en ese momento todos los aparatos de televisión presentarían un mensaje. Este mensaje sería el nombre de la empresa que colabore con los gastos de tan difícil truco. Un empresario español pensó (pensar es un decir, más bien fue lo bastante tonto) que era una buena inversión y firmó contrato con don Carlos. Inexplicablemente, las luces de la torre Eiffel se negaron a obedecer el mandato, y los televisores siguieron con su programación habitual.
Como resultado, la corte declaró que don Carlos debería pagar 6,000 euros al pobre empresario. Lo malo era que para entonces el mentalista había hecho un acto de desaparición y no se le pudo ubicar.

En realidad, estaba en la ciudad de Plasencia, trabajando en la profesión que según sus propias declaraciones, había obtenido sacrificadamente mientras alternaba sus estudios con la ingrata profesión de mentalista. Era médico. Trabajaba, como decíamos, en un centro médico como médico general. Las autoridades notaron que algo no cuadraba con este médico: leía los encefalogramas al revés, y no sabía interpretar una radiografía. Así que pidieron sus certificados. No hay problema, dijo, y trajo un título de médico… del Perú. Le pidieron la homologación del Ministerio, y la trajo; le pidieron las calificaciones, las notas que había obtenido, y las entregó. Aún así, el Colegio Médico de Cáceres no se dio por vencido y pidió a un médico que iba a viajar a Perú que preguntara por Carlos Santillana en la universidad en la que en teoría había conseguido ser médico. En Perú comprobaron que su número de colegiado correspondía al de otra persona, que sí era un médico reconocido como tal.

El Colegio de Cáceres avisó entonces del supuesto fraude de Santillana, comunicándoselo a todos los colegios de España. El antiguo mentalista se enfadó con los responsables del Colegio de Médicos y les llegó a amenazar con denunciarles.

Mientras tanto, el caso puso al descubierto una red de tráfico de títulos profesionales que lleva ya varios detenidos, incluyendo al famoso mentalista, y que nos ha puesto las cosas más difíciles de lo que ya eran a los peruanos que queremos viajar a España. Todo por un estúpido que cree que los demás son tontos.

En sus últimas declaraciones, ha dicho que es víctima de un complot y que es un inocente médico que nada más no sabe hacer cirugías. Ese tipo de declaraciones ya las hemos visto por aquí bastante últimamente y ya sabemos lo que significan.

Este es un ejemplo, como dije al principio, de un estúpido y no de un tonto. Espero que ahora quede clara la diferencia.


PD. A diferencia de otras, esta vez la historia es real. Puede leerse aquí:

sábado, 1 de noviembre de 2008

El Día del Halloween Criollo



El día 31 de octubre, nuestra Lima muestra nuevamente esa duplicidad que la separa del resto del Perú, a la vez que la acerca de la peor manera al resto del mundo. ¡Celebremos el Halloween!, ¡No importa que sea una fiesta que nada tiene que ver con nosotros, que para eso sirve la globalización!
Para que los patrioteros no se quejen, les pondremos música criolla al día de las brujas. Peruanicemos el Halloween, señor, que es la manera de integrarnos al mundo. Nosotros los peruanos también tenemos nuestras brujas y espantos, ¿Qué se cree usted, jovencito? ¿No ha oído hablar de las brujas de Cachiche, de los chamanes del norte, del pishtaco, del Tuno y hasta del Jarjacha?
¿Calabazas? ¿Dónde cree usted que está, en Estados Unidos? ¡Agarre un zapallo y córtelo con dibujitos de caras, que así es más barato, y además, más peruano! ¡Habráse visto!
¡Si no le gustan los valses, que es música para viejos, escuchemos al Grupo 5, a los Calientes, Yaipenes y demás, que eso también es música peruana, aunque a los criollos de antaño no les guste!
¡Si lo que busca usted es la historia del Halloween, inventaremos que el 31 de Octubre es el día en que los cantantes criollos salen de sus tumbas para cantar en peñas y restaurantes, tocando cajones de muertos y huesos de quijada de burros muertos a latigazos! ¡También le contaremos la historia de José Antonio, el jinete sin cabeza que va en caballo de paso por la Pampa de Amancaes!
Para celebrar, nos disfrazaremos del zombie de Felipe Pinglo, flaco como una calavera, y el fantasma de Lucha Reyes, cantando “Regresa”, yéndonos abajo del puente y la Alameda, donde pena el fantasma de Chabuca Granda!
¡Ahora mismo usted podrá encontrar disfraces de Marinera resbalosa, de pirata que no quiere una tumba ni una cruz ni corona, o de Plebeyo! ¡Los hay en todos los tamaños, desde la talla Cecilia Barraza, hasta la talla Fabiola de la Cuba!
¡Los niños pedirán dulces de puerta en puerta, y recibirán suspiros a la limeña, alfajores, chocotejas y mazamorra morada!
¡Así se celebra el Halloween en mi tierra, señor!
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