sábado, 22 de octubre de 2022

Amarga muerte, dulce vida



Durante un viaje que hice a Arequipa, aproveché para hacer algo de turismo por los museos que tiene esa ciudad. En uno de ellos, sede también del Convento de la Recoleta, encontré unos versos dispersos en varias de las paredes que conformaban los claustros, los cuales estaban acreditados a Fray S. Martorell. Mi búsqueda del autor en Google resultó infructuosa más tarde, así que no tengo mayor referencia sobre el autor. Los versos me gustaron mucho, así que les tomé fotos a todas las paredes con el fin de copiarlos. Seguramente el orden de las estrofas no es el correcto, pero hoy me daré el gusto de reproducirlos aquí:

Aquel estar suspirando 
con respiración turbada; 
aquel ¡Ay, vida estimada 
cómo te vas acabando! 
Aquel ver se va a cercando 
la sepultura temida. 
¡Ay, cuán amarga es la muerte 
a quien fue dulce la vida! 

Júzgate ya muy postrado 
en una cama tendido, 
de pena y dolor molido 
y del todo desahuciado 
al cogerte descuidado 
y al ver tu salud perdida. 
¡Ay, cuán amarga es la muerte 
a quien fue dulce la vida! 

¡Ay, que ya viene el notario! 
¡Ay, que los testigos llaman! 
¡Ay, que los parientes claman! 
¡Ay, que ya hacen inventario! 
¡Ay, que formando el sumario 
es mi hacienda dividida! 
¡Ay, cuán amarga es la muerte 
a quien fue dulce la vida! 

¡Ay, que viene el confesor! 
¡Ay, que me habla en gran secreto! 
¡Ay, que me exhorta discreto! 
¡Ay, que me infunde valor! 
¡Ay, confesión sin valor 
por estar mal prevenida! 
¡Ay, cuán amarga es la muerte 
a quien fue dulce la vida! 

¡Ay, que escuchan mis oídos 
que viene la santa unción! 
¡Ay, qué angustia y turbación! 
¡Ay, que me ungen los sentidos! 
¡Ay, combates tan reñidos! 
¡Ay, batalla ya vencida! 
¡Ay, cuán amarga es la muerte 
a quien fue dulce la vida! 

¡Ay, que todos se despiden! 
¡Ay, que lloran los hermanos! 
¡Ay, que me besan las manos 
y la bendición me piden! 
¡Ay, mortaja tan temida! 
¡Ay, cuán amarga es la muerte 
a quien fue dulce la vida! 

¡Ay, mi Dios, Padre amoroso! 
¡Ay, quién no hubiera nacido! 
¡Ay, quién santo hubiera sido! 
¡Ay, tribunal riguroso! 
¡Ay, hombre si eres vicioso! 
¡Ay, alma tan afligida! 
¡Ay, cuán amarga es la muerte 
a quien fue dulce la vida! 

¡Ay, que se va ya acercando 
mi eterna gloria o tormento 
que pende en este momento! 
¡Ay, que estoy trasudando! 
¡Ay, que me están gritando 
Jesús te valga y María! 
¡Ay, cuán amarga es la muerte 
a quien fue dulce la vida! 

¡Ay, oro tan engañoso! 
¡Ay, sangre loca y activa! 
¡Ay, ciencia vana y mentida! 
¡Ay, puesto y cargo ostentoso! 
¡Ay, empleo decoroso! 
¡Ay, nobleza fementida! 
¡Ay, cuán amarga es la muerte 
a quien fue dulce la vida!

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