martes, 6 de noviembre de 2018

La canción silenciosa



Me precio de escuchar muchos tipos de música. Hay música que he escuchado alguna vez y ahora, con las facilidades que da la internet, puedo rescatar y que me sirven de punto de partida para escuchar nuevas propuestas musicales. Algunas veces es gente a la que conozco la que me introduce a nuevos sonidos. En fin, que trato de tener los oídos abiertos a algo diferente a lo que tengo ya archivado. Una de esas canciones es una que leí como referencia alguna vez, y que durante bastante tiempo creí que era una leyenda urbana, o en el mejor de los casos, una broma de alguien. Una canción que era solamente silencio, una canción silenciosa. 
Con el tiempo encontré que en los años 50 se puso en duda el mismo concepto de “arte”, y supe de artistas que querían romper el paradigma de lo “artístico”, exhibiendo como pintura garabatos coloridos, como escultura objetos cotidianos y como poesía palabras y conversaciones al azar. En este contexto no era tan descabellado una canción compuesta únicamente por el silencio. Ya había escuchado muestras de la “música concreta” cuando volví a ver una referencia en un artículo del periódico a la canción silente. Y empecé la búsqueda en internet, que no duró mucho, en realidad.

La canción se llama 4’33” y fue escrita, si cabe la palabra, en 1952 por el norteamericano John Cage. El nombre de la canción hace referencia a su duración de 4 minutos y 33 segundos, repartidos en tres movimientos: un primer movimiento de 30 segundos, un segundo movimiento de 2 minutos y 23 segundos, y un último movimiento de 1 minuto y 20 segundos.

Como vemos, no es una broma esta canción. Tiene una estructura musical, tiene un autor reconocido y una descripción. Aunque el género musical no parece estar definido, sin duda es lo que llamamos “música de cámara”, es decir música culta para la gente que gusta de ir a los conciertos clásicos de las orquestas sinfónicas.

Como supongo que le a pasado a mucha gente, al principio pensaba en esta canción como una broma, pero al analizarla un poco y al escucharla un par de veces (sí, me di el trabajo de escucharla más de una vez) le fui encontrando el sentido. En el mundo en que vivimos es cada vez más difícil encontrar el silencio. Mucha gente que va al campo, o a algún lugar lejos de la civilización se sorprende de la calma y el silencio que encuentra. ¿No sería maravilloso poner algo de eso en una canción? Eso es lo que hizo el señor John Cage. Es una declaración, a tono con la época en que fue escrita, fue su manera de decirnos que nos detengamos unos minutos a apreciar el silencio.

Terminado un primer análisis, me dispuse a disfrutar de esta obra. Parece mentira, pero uno debe prepararse mentalmente para realmente disfrutarla. Afortunadamente he podido conseguir la versión remasterizada digitalmente con sonido dolby, y con unos audífonos con supresión del ruido externo he podido escucharla. La experiencia es fascinante. Debo decir que la música es evocadora, cuando se escucha libre de interferencias exteriores, echa a volar la mente y la hace viajar por lugares a los que parecía imposible llegar sin la ayuda de alucinógenos.

Entusiasmado tomé mi guitarra y me dispuse a tratar de obtenerla para incrementarla a mi repertorio. Curiosamente, no pude encontrar una tablatura en internet, por lo que tuve que ir probando los acordes de oído. Obtener el primer movimiento fue el más difícil, debo decir, no podía identificar el compás, hasta que al final lo logré, aunque el sonido no me satisfizo del todo. Creo que todavía me imaginaba el sonido de una gran orquesta sinfónica con el director vigilando atentamente los compases para no pasarse, con la anotación en la partitura “non andante, inmoblile”. Con todo, el segundo y tercer movimiento se me hicieron más fáciles y pude al fin obtenerla en la guitarra. Aprovechando una reunión con varios amigos la interpreté por primera vez, obteniendo una recepción entusiasta. Incluso hubo quien dijo que era lo mejor que había tocado en mi vida. Algunos me sugirieron que la grabe y la ponga en YouTube, que seguro obtendría muchas visitas, y que con seguridad sería más popular que el video de esa vez que me di un salto mortal improvisado al chocar con una piedra en moto, registrando todo en una cámara gopro. 

La idea no me pareció mal, pero creo que puedo mejorar mi versión un poco, tal vez con un acompañamiento de percusión con un cajón o una conga pueda mejorarse, aún lo estoy pensando.
El siguiente paso será la popularización. La grabación que hice sólo de audio me han dicho algunos que les recuerda a otra cosa, y creo que hay algo de razón. Investigando me he dado cuenta que es muy similar a otras canciones que aparecen en selecciones musicales por la red. Escuché una muy similar con la etiqueta “lo mejor del reggaetón”; otras listas lo muestran con la descripción “Daft Punk Unplugged” y otras incluso lo colocan en la sección de noticias con el título “Político diciendo la verdad”.

Con todo, un día de estos publicaré mi versión de 4’33”, a la que estoy pensando después agregar una versión extendida y un dance remix especial para aquellos que no sabemos bailar. Sería el inicio de mi carrera musical, de la manera más apropiada a mis talentos: con una canción compuesta únicamente por silencios.

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