miércoles, 11 de enero de 2017

Grandes momentos de la prehistoria


A veces pienso que ya tenemos demasiada historia. No hay día en que no se conmemore algo, en que no se recuerde algún hecho pasado. Las lecciones de la historia son siempre recordadas aunque nunca se aprenden realmente. Por eso ahora, cuando ya todo parece estar inventado, me pongo a investigar los logros olvidados y sepultados en las profundidades de la prehistoria, mediante la fórmula secreta que une a la astrología inversa y los viajes astrales para volver a la época en que la gente era más simple, en que muchas de las cosas que hoy damos por sentadas tuvieron sus gloriosos comienzos. Muchos creen que la gente en esos tiempos no sabía nada y que los grandes inventos son cosa de nuestro tiempo. Pues no, por eso dejo  aquí algunos ejemplos de esos grandes momentos de la prehistoria.

La invención del número seis. En el tiempo en que aún se pensaba que todo aquello que no pudiera contarse con los dedos de una mano no valía la pena ser contado, vivió Pmnt, considerado por algunos como el primer matemático de la prehistoria. No hacía muchas generaciones que se había llegado a la idea revolucionaria de equiparar conceptualmente una cantidad de objetos con los dedos de una mano. Por aquel entonces se contaba señalando primero los bienes y luego señalando un dedo de la mano. Este método, aunque útil, no permitía contar más allá de cinco, pues se usaba una mano para señalar. Hoy se nos hace difícil comprender el cambio conceptual que significaba dejar de señalar para poder contar, y esto fue lo que descubrió Pmnt. Algunos piensan todavía que la invención del número seis fue producto de la casualidad, al considerar el puño como un dedo más al acabarse los dedos, pero Pmnt fue el primero en definir formalmente al número seis. Esto abrió todo un mundo nuevo para el hombre, quien finalmente descubrió que era posible contar cantidades mayores a los dedos de una mano. Desde ese momento fue posible la invención de números mayores, la acumulación de riquezas, la planificación y el control de tribus, y los conceptos de suma y resta. Lamentablemente, esta historia tiene un final triste: Muchos creyeron que Pmnt había llegado demasiado lejos con sus habilidades matemáticas, y el uso del número seis fue resistido e incluso prohibido, al considerarse como un invento diabólico. Las castas sacerdotales trataron de mantener este conocimiento en secreto para alejar al hombre de la codicia y la acumulación, pero Pmnt difundía su invención a todos, lo ocasionó que fuera apedreado hasta morir en uno de los disturbios entre los partidarios y detractores del número seis. Es desde esa época que el seis conlleva una connotación negativa, y hasta hoy se le asocia al demonio.

El café. En los tiempos en que las tribus prehistóricas seminómadas vagaban por el norte de África, las cabras eran parte importante de la vida diaria, que proporcionaban carne, leche, cuero y lana, además de ser capaces de comer hierbas duras y requerir poca agua. No en vano se les consideraba entonces como un regalo de los dioses a los hombres. La tribu Korbu, que buscaba un sitio donde establecerse durante el invierno, notó que las cabras de la tribu estaban inusualmente inquietas. No se tardó mucho en descubrir que la razón eran unos arbustos de frutas rojas que habían estado comiendo. Uno de los pastores, cuyo nombre ha caído en el olvido, probó la fruta y el sabor le pareció desagradable. Desencantado, arrojó las ramas al fuego. En ese momento ocurrió un doble milagro: el café comenzó a hacer efecto y los frutos tostados empezaron a emitir un olor agradable y muy penetrante, que atrajo a toda la aldea. El gran jefe pidió consejo a los ancianos sobre cómo aprovechar mejor el descubrimiento, surgiendo varias ideas como tratar de disolver los frutos en agua hirviente, preparar una pasta comestible o quemarlo para inhalar el humo. Después de semanas de intensa experimentación, labor acometida por todos los habitantes de la aldea, se encontró que la mejor manera de consumirlo era disolver los granos molidos en agua caliente. Una vez descubierto el mejor método, los resultados fueron explosivos. Se dice que en esa temporada toda la tribu se mantuvo cuatro días trabajando sin dormir, tiempo durante el cual muchos de los habitantes tuvieron visiones y entraron en posesión de entidades divinas. El gran jefe se vio obligado a prohibir el uso de la bebida para evitar que los aldeanos perdieran el contacto con la realidad. El consumo de café se reservó al inicio para ocasiones especiales, aunque después se permitió su empleo durante la temporada de cosecha, cuando el trabajo se intensificaba, y en la temporada de frío, en que se tomaba solamente en las noches. Aunque se trató de mantener el secreto, pronto se esparció la fama del pueblo que no dormía y que podía hablar con los dioses gracias a una bebida maravillosa. El café también impulsó la creatividad en las artes de la cerámica y la textilería, que se hicieron conocidas en toda la región. Se dice también que era posible reconocer a uno de los habitantes de la tribu Korbu, así como sus textiles y su cerámica, solo por el aroma que tenían impregnado, y que perduraba mucho tiempo después de que hubieran abandonado su pueblo.

Estas son algunas de las historias que he encontrado en la prehistoria, y que comparto hoy. Aún quedan varias para compartir, y que verán algún día. Háganme acordar que queda pendiente anotar los profundos cambios culturales y sociales que ocasionó la invención del jabón y la leyenda que rodea a la invención del juego del detín marín. Pero por hoy lo dejaremos aquí. Buenas noches.

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