jueves, 25 de diciembre de 2014

Navidad en la oficina


Ya terminó la semana navideña, ahora puedo sentarme a hacer balance de todo lo que pasó en esta ajetreada semana. Es que lo que ha pasado merece un apunte que sirva como experiencia para el próximo año. Aquí va la historia.

Algo de lo que no me puedo quejar en mi oficina es de la falta de espíritu navideño. Aquí la gente se ilusiona y quiere participar, no como en otras oficinas en donde el grinch ha establecido su residencia y el espíritu navideño no lo encuentran ni con ouija. Así pues, encuentro gente dispuesta a defender el trofeo a la mejor decoración navideña que obtuvimos el año pasado. Empezamos en la quincena de diciembre con una reunión para definir la mejor estrategia. A mí me gusta romper el hielo en la reunión mencionando las barbaridades que hicieron el año pasado en otras oficinas (fue una muy mala idea esa de hacer un muñeco de nieve hecho de papel higiénico), y recordando esa otra oficina en donde nos han adelantado tanto la navidad que nunca quitaron los adornos del año pasado.

La primera idea que surge para este año es la de hacer un nacimiento en vivo. La idea parece buena. Tenemos un chato que cuadraría muy bien como Niño Dios, a un técnico que ha sido pastor de llamas hasta hace muy poco y a un metrosexual al que le encantará vestirse de ángel. El problema surge cuando caemos en la cuenta que nos sobran burros, y nos faltan San Josés. Pero estos problemas no son nada comparados a los que se presentaron al momento de elegir a una Virgen. Hay varias voluntarias, y yo debo buscar una excusa para no decir directamente que la gente se va a reír de alguna de ellas al verla disfrazada de virgen. Para empeorar las cosas, el jefe del proyecto entra en la oficina cuando en medio de la discusión una de ellas gritaba “Solo quiero saber si soy Virgen o no”. 

Al final, el jefe ordena que sea yo quien decida quien de todas las chicas de la oficina es la más virgen. Sí, suena feo, pero eso fue lo que dijo exactamente. Para evitar herir susceptibilidades, decido que lo del nacimiento en vivo es una mala idea, y que este año haremos una decoración hecha de materiales reciclados.

Encaminado el proyecto “Navidad 2014”, agarramos folletos antiguos, planos en desuso y folders de colores para hacer adornos navideños. Un par de pancartas usadas de la oficina de seguridad nos sirven para hacer dibujos de un Papa Noel y del árbol, que tendrá cajas de agua forradas con  papel regalo para completar el efecto. Como jefe, es también mi responsabilidad desechar las malas ideas, así que este año no tendremos un nacimiento de gatitos ni un muñeco del grinch ahorcado en la puerta. Hemos terminado a tiempo y solo nos hemos quedado hasta la una de la mañana.

La revisión general va bien. Solo hay algunas cosas que afinar. Felicito a la gente por el detalle de colocar a las figuras del nacimiento cascos de ingenieros para darle un toque personal, hasta que me doy cuenta de las sonrisas que despierta el burro con casco de ingeniero. Me impiden sacarlo porque se ha convertido en la figura preferida y hasta nombre le han puesto, en honor a uno que todos conocemos. Cuando me pregunten, diré que es porque los ingenieros trabajamos como burros en este proyecto. El trofeo de la oficina mejor decorada ya lo tenemos en la bolsa.


Después de las fotos del personal de la oficina junto a la flamante decoración, voy a la oficina de personal a presentar mi inscripción. Al llegar, veo las caras de envidia de los que me conocen y ya saben a qué voy. Para mi es simple formalidad la inscripción, deberían darme el premio directamente y ahorrarse todo el trámite. Al menos eso creía, hasta que me dijo la jefa de personal con su mejor cara de hipócrita “¿Qué? ¿No sabías? Este año no hay concurso de decoración de oficinas” No hace falta que me lo diga, han suspendido el concurso para que no lo ganemos otra vez. Qué falta de espíritu navideño, digo yo.

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