Lo primero que me hizo sonar las alarmas cuando me puse a pensar en este cuento es ¿Cómo consiguió un hada madrina? El cuento lo da por hecho, sin dar mayor explicación, tal vez para ocultar el verdadero significado de este hecho. Las hadas son espíritus protectores del bosque, seres mágicos que no siempre son bondadosos. En los pequeños pueblos alemanes era conocido el miedo a internarse en el bosque, por temor a las criaturas desconocidas: brujas que hechizaban a los caminantes, duendes que secuestraban niños, o seres que castigaban a quien los viera.
También era común que pocos niños llegaran a la edad adulta. Una forma de conjurar estos peligros era ofrecer al recién nacido a los espíritus de los árboles o de los arroyos. Tal vez el padre de Cenicienta consagró a su hija, en una ceremonia en los profundo del bosque, con ayuda de una bruja, a uno de esos espíritus, quien se convirtió en su hada madrina.
Como prueba de esto, en el cuento se detalla cómo el hada tiene poder sobre las criaturas del bosque para convertirlos en los criados de la princesa para llevarlos a la fiesta del príncipe.
Otro detalle que después encontré leyendo apuntes históricos es el profundo clasismo del cuento. En esos tiempos, antes de la Revolución Francesa, se creía firmemente en que la nobleza y el pueblo eran diferentes, incluso biológicamente, casi como si fueran dos especies distintas. Así, eran características de la nobleza la caballerosidad, la compasión, la honestidad y la sabiduría. En cambio el pueblo era egoísta, traicionero e incapaz de pensamientos elevados. Hasta hoy hacemos la distinción entre una persona “noble” y un “villano”. Según este pensamiento, podría distinguirse a alguien de sangre noble aunque estuviera cubierto de harapos y sucio. Las características físicas de los nobles que los diferenciaban del pueblo eran conocidas incluso hasta inicios del siglo XX: Los nobles eran más altos, de tez más blanca (lo que también distinguía a Blancanieves), y con manos y pies pequeños y finos. Por eso era posible ir por el pueblo con un pequeño zapato y reconocer a una princesa por él.
Tampoco se menciona en el cuento, pero los nobles de la Edad Media y hasta después de la República se esmeraban en tener una piel blanca y manos y pies pequeños, lo que les causaba dificultades en su vida diaria. Con un pie pequeño era más difícil mantener el equilibrio al caminar, y unas manos pequeñas dificultan las labores diarias. No es de extrañar entonces que las hermanastras de Cenicienta se burlaran de ella, y sin duda la tachaban de torpe e inútil para las labores de la casa.
Finalmente, es un poco más conocido que en la versión original del cuento, Cenicienta somete a horribles torturas a su madrastra y a sus hermanastras luego de ser reconocida como princesa. Esta era una advertencia para aquellos miembros del pueblo que intentaran confundirse con la nobleza. La aristocracia siempre reluce y no se mezcla con el pueblo, era la verdadera moraleja del cuento.
Qué decepción para todas aquellas mujeres que creen ser la Cenicienta de su propio cuento. Tendrán que ofrecerse en sacrificio a los espíritus del bosque para tener un hada madrina y deberán tener los atributos físicos de la nobleza si quieren tener su final feliz.