- ¿Qué estás haciendo?
Vero estaba hurgando en su monedero.
Sacaba monedas, las observaba, las limpiaba y dejaba a un lado.
- Oye, ¿no me escuchaste?
- No, esta no me gusta -susurraba para sí
Vero- mmm... esta está vieja. No, no, esta tampoco.
Vero abrió el cajón, sacó una cajita de
madera y una pequeña llave, giró la cerradura a la izquierda y abrió la
alcancía. Corrió a la cama y regó todas las monedas sobre la sábana turquesa.
- Ven, ayúdame a separar las monedas.
- ¿Para qué? No entiendo lo que estás
haciendo.
- Necesito ver todas las monedas de 10 centavos
que tengo.
Empezó a sacar las moneditas de 1 centavo,
habían bastantes. Algunas de 25 y un par de euros que le había regalado su
hermano.
- No, ninguna me sirve.
Volvió a meter todas las monedas en la
alcancía, la cerró con llave, agarró su bolso y salió del cuarto.
- ¿A dónde vas?
- A la tienda - gritó Vero- necesito
encontrar la moneda más bonita de 10 centavos.
¿Qué es lo que hace que una historia me guste? Hasta ahora no tengo una respuesta precisa. Hay historias simples, como esta, que cautiva mi atención y me hace incluirla aquí, sin razón alguna, o solamente por mi gusto. Este pequeño cuento lo encontré aquí: http://minicuentos.blogspot.com/2010/06/la-moneda-mas-bonita.html
No es un cuento que me llamara demasiado la atención pero me agrada, es corto pero interesante.
ResponderBorrarTe mando un abrazo enorme y gracias por compartirlo