Creo que he estado demasiado conectado a las
redes sociales últimamente, o alguien me está utilizando como un experimento
para probar la realidad aumentada en tiempo real, o una cosa de esas, porque
ahora cada vez que salgo a la calle, empiezo a ver a la gente convertida en su
avatar. Muchas veces es difícil reconocer con quién estoy hablando en realidad
porque no todos ponen su foto verdadera como imagen de avatar, y es increíble la
cantidad de cara de huevos que circulan por las calles en un día cualquiera. Más
o menos lo mismo que en la realidad, debería agregar.
A muchos de los que se cruzan conmigo al
caminar los veo con cara de bebés. Son los orgullosos padres que ponen la foto de
sus hijos como avatar. Otros muchos ponen la cara de algún famoso, tal vez
avergonzados de su propio rostro. Diviso así a varios Leonardo Di Caprio, algunas
Scarlett Johansson, aunque la mayoría se la llevan los personajes de Star Wars:
hay Darth Vaders, Darth Mauls, Yodas. En todo caso hay menos Jar Jar Binks de
lo que pensaba, al revés de lo que ocurre en la realidad. También hay
personajes de Harry Potter, de Juego de Tronos y superhéroes diversos.
A las mujeres se les reconoce porque no se les
ve la cara sino alguna parte del cuerpo propia o ajena: se ve un poco raro ver
gente incompleta que solamente es tetas, traseros, piernas, tatuajes.
Divertido mirando a la gente circular con su
imagen de avatar me quedo observando leones, Ches Guevaras, conejitos,
Simpsons, letras pi y signos diversos, hasta que caigo en la cuenta de la poca
cantidad de personas que usan su rostro real como avatar. Puedo hacer un juego
donde el que vea una persona con su verdadera foto se tome un trago. Decido
acercarse a una chica simpática sin miedo a mostrar su rostro y acompañarla,
alabando su gusto por la sinceridad, pero ella me rechaza y se aleja. Mi propia
visión frente a un espejo me devela la razón: Yo mismo tengo el avatar de un
espantapájaros. Tonto, tonto y retonto el que critica en los demás aquellos de
lo que también es culpable.
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