El disfraz funcionó muy bien, nadie se dio cuenta y pudo atrapar una oveja sin ser notado. Contento, se jactó de su astucia ante otros lobos de la manada.
Uno de los lobos que había escuchado el relato, pensó que era una idea digna de imitarse, y se colocó también una piel de oveja sobre el lomo, con el mismo éxito que el primero.
Al primer imitador siguió otro, y luego otro y otro más. Pronto toda la manada, y las manadas de los rumbos aledaños se disfrazaban y se mezclaban con las ovejas en busca de una presa sin ser impedidos por los pastores.
Una noche, uno de los lobos disfrazados, atacó a una oveja para devorarla. Grande fue su sorpresa cuando descubrió que acababa de matar a un lobo disfrazado. Ofuscado, atacó a otra oveja que también resultó ser un lobo. Miró a su alrededor y pudo observar que todo el rebaño estaba compuesto por lobos disfrazados con piel de oveja. Se dispuso a quitarse el disfraz y alertar a los demás, pero se lo impidió el ataque de un lobo que lo confundió con una oveja.
Al amanecer, el prado estaba regado con los cadáveres de todos los lobos que se mataron entre ellos creyendo que eran ovejas.
El pastor sacó lo que quedaba de su rebaño, que había tenido el cuidado de esconder en su granero la noche anterior, y hoy lo deja pastar libremente, ya que el prado ha quedado libre de lobos que las puedan molestar.
Mejor no compartir tus trucos. Un beso
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