De vez en cuando no se me ocurre nada para escribir, y recuerdo que de vez en cuando recorto pedazos de posts ajenos que me han gustado muchos para casos de emergencia como éste. Dejo entonces algunos recortes para ganarme indulgencias con avemarías ajenas.
Fuego a
discreción
"No pude evitar buscar el cuerpo de otros
años. Aquel, el de entonces, estaba moldeado a mí manera, obedecía a mis
decisiones y caprichos. Ahora, la lucha, si se trataba de eso, se establecía de
igual a igual."
....
Personajes
Fueron varios los personajes que pasaron por
mi historia durante este tiempo. A algunos les quedó grande el papel de
protagonista, hubo otros que ni siquiera aprobaron el casting, a uno se lo
comió el personaje y no volvió a ser lo que era antes, e incluso hubo uno que
no se animó a subir al escenario. Por supuesto no faltó el que no se sabía el
guión e intentó apelar al chamuyo. Mientras pasaban todos estos actores por el
escenario de mi vida, yo estaba ahí sentada en primera fila viendo cómo se me
pasaban las horas y la obra no iba tomando forma, parecía que el día del
estreno no iba a llegar nunca. Y acá estoy esperando ver cómo se resuelve el
tercer acto...
....
Primavera
Hay una primavera nueva allá afuera, que busca
esconderse tras nuestra música. Déjala entrar, déjala que invada aquello lleno
de polvo de invierno... lleno de polvo que no sabe sobrellevar el recuerdo...
que la vida es eso, agarrar la guitarra improvisar y volver otra vez a tocar.
....
Una Aventura
Serían las 6 y poco ante meridiem. El
metropolitano madrileño acababa de abrir , entre el silencio de unos vagones
vacíos y sus contrarios, él y ella habían coincidido solos en uno;
paradójicamente. Ella jugaba con sus pies; a él le dio por mirarla. Y, cuando
la chica se dio cuenta, le dio por soltarle un “tú qué miras”.
Supongo que la situación no pudo ser ni más
etílica, ni más espontánea, ni más… El “tú qué miras” de ella, acompañado de
una lobuna e involuntaria sonrisilla en su pequeña fisonomía, hizo que los
labios del muchacho tradujeran a sus ojos: “Tienes una mirada preciosa”.
Terminaron por sentarse juntos. Ni se habían
visto nunca ni tenían intención de hacerlo nunca; así que prefirieron no
compartir ni sus nombres. Sí los besos. Ya en Cuatro Caminos, ambos bajaron. Él
la acompañó a ella y, en un portal de forja mal cerrado, la despidió con
diecisiete besos y un cómico “¡puta loca!”. Como si él no lo estuviera.
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