Tal vez contar hasta el infinito no es una cuestión de posibilidad sino de paciencia. O de paciencia y voluntad. Se debe tener tiempo, es cierto, ya que no es cosa de contar hasta trescientos mil o un millón, se trata de contar hasta el infinito. Para esto se necesita estar concentrado, pasado un tiempo cualquier distracción hará perder la cuenta y será necesario empezar de nuevo. No es mala idea entonces llevar un marcador que nos recuerde en qué número vamos, algo así como un ábaco que podamos fijar en el número en que se va, aunque un rosario en desuso también puede servir.
Cuando se ha llegado a cierto número, las
distracciones se hacen cada vez más tentadoras, por eso el tema de la
concentración es tan importante. La esposa que ha terminado de vestirse, alguna
llamada inoportuna o incluso el canto de un pajarito pueden interrumpir la
labor. Y aquí es donde la voluntad se pone a prueba. Cuando uno se detiene en
su rumbo al infinito, viene la tentación de abandonar el esfuerzo, de dejar la
tarea por insensata. Tal vez por eso las mejores horas para empezar a contar
hasta el infinito son las de la noche. Muchos han empezado con la ayuda visual
de una noche estrellada, tratando de contar las luminarias del firmamento, para
una vez terminada la cuenta, seguirla hasta el infinito. La noche estrellada
brinda una hermosa oportunidad para iniciar la cuenta, para que al amanecer,
cuando ya no queden estrellas que contar, seguir con los granos de arena de la
playa, las gotas de agua del océano, y así se continúe hasta el infinito.
La tranquilidad de la noche ayuda también a
evitar a aquellos que tratan de quebrar la voluntad aduciendo la magnitud o la
inutilidad de la tarea. Una vez alguien me dijo que había llegado a contar
hasta el infinito y que nada, es un número como cualquier otro. No lo creo. Ignoran
los detractores del infinito el sabor del reto, la satisfacción de lograr aquello
que se creía imposible. Es la misma satisfacción que sienten aquellos que han
logrado llegar a las montañas más altas, que han cruzado los ríos más anchos,
solo por la gloria del logro que significan. Pero llegar al infinito es
posible, lo sé yo que he llegado muy cerca en una noche de insomnio, y que
tengo la convicción de que con solo un poco más de esfuerzo hubiera llegado. Esta
vez quiero llegar de una manera diferente. Yo contaré desde el comienzo y tú
empezarás desde el final, para encontrarnos justo en la mitad. De esa manera
habremos llegado al infinito juntos. Es solo una idea.
Ya que los manuales "para tontos" están tan de moda, a este post lo llamaría "Contar hasta el infinito para tontos". ;-)
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