Pandora seguía teniendo su caja. Al principio
no había mostrado interés. Sabía que todo había pasado, que todo estaba
acabado. No sabía si aún quedaba algo dentro o no, si la caja seguía vacía o
todavía conservaba algo dentro. Pero poco a poco, su fortaleza fue decayendo.
Veía la caja cada día, y cada día se preguntaba qué pasaría si la abriese de
nuevo, que pasaría si descubriera lo que había quedado en su interior.
Algunas veces pensaba que quizá dentro hubiera
grandes cosas para el mundo, grandes cosas para ella... amor, ilusión,
felicidad,... miles de cosas que la harían feliz.
Pero otras, pensaba que quizá, abrir la caja
solo le traería más males, la dejaría totalmente destrozada, hundida, y
pidiendo a cada día una muerte que tendría tarde o temprano que llegar.
Cada día era peor. Pasaba tiempo sin verla,
pero de vez en cuando, volvía a abrir ese cajón donde la caja estaba, y volvían
a recorrer fantasmas su cabeza... ¿Y si la abriese? ¿Y si fuera cierto aquello
que dicen? Aun podría quedar la esperanza, aun podría volver a ser todo como al
principio... como tantas veces lo había soñado.
Pandora pasó noches en vela, y aun hoy las
pasa, no sabiendo qué hacer, no sabiendo qué camino tomar.
Y mientras tanto, la caja sigue intacta,
conteniendo el más vacío de los vacíos... o quizá esa pizca de esperanza que
aun pueda rehacer la vida de esa dama.
Este pequeño relato lo encontré como uno de esos papeles tirados en la calle, de esa inmensa calle que es internet. El original está aquí: http://niebladeavallone.blogspot.com/2009/09/cuaderno-de-bitacora-esperanza.html
Bellísimo, gracias por compartirlo.
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