sábado, 28 de julio de 2012

De los usos de los Beatles


Los que conocemos la música de los Beatles, sabemos de sus múltiples usos. Y aquellos que tenemos la colección completa, podemos hacer uso de ella en variadas formas. Para los que no conocen más allá de “Yesterday” y “Hey Jude”, o para los que creen que su música solo sirve para ser escuchada, hoy brindamos el servicio al público dando a conocer las formas en que los Beatles pueden ser útiles en nuestras actividades diarias:

Como desinfectante: Después de un fin de semana agitado, lleno de música de reggaetón y bachata, los oídos quedan embrutecidos. En estos casos, los Beatles son una excelente manera de desinfectar los oídos y regresarlos a la pureza musical, dejándolos listos para otra dosis de la música fiestera de hoy, la que esperamos que ya no demore demasiado en desaparecer.

Como apantallador: Conocer gran cantidad de canciones de los Beatles asegura el respeto musical de las personas circundantes. Pero siendo los Beatles tan populares, siempre se encontrará a alguien que también diga que también conoce todas las canciones. En este caso se debe recurrir a frases diferenciadoras tales como “Mi Beatle favorito es George Harrison”, o “También prefiero la carrera solista de John Lennon”. Esto mantiene la efectividad del apantallamiento.

Como derretidor: Es conocido el efecto ablandante que ejercen canciones como “Yesterday” o “Michelle” sobre el sexo femenino. Su uso adecuado abre las puertas de los corazones más reacios. El efecto se realza si el beatlemaniaco puede cantar con propiedad alguna de estas canciones. Pero si el sujeto en mención no sabe inglés o tiene una voz de esas que espantan a los perros, mejor no lo intente, pues causará el efecto contrario.

Como argumento: Conocer la letra de las canciones de los Beatles asegura una colección de frases que pueden ser intercaladas en cualquier conversación, dando a los presentes la impresión de una persona ilustrada y de convencimiento. Para nosotros los hispanohablantes este uso es aún más efectivo, ya que la mayoría de las personas no conoce la traducción de las letras de las canciones. Frases como “Todo lo que necesitas es amor” o “La vida es aquello que te pasa mientras estás ocupado haciendo otros planes” aseguran el éxito en cualquier conversación.

Como teacher: Seguir las letras de los Beatles mientras se escucha su música es la mejor manera de aprender inglés. La claridad en la pronunciación en las canciones de los Beatles es una gran ayuda cuando se quiere aprender de una manera divertida. Por el contrario, tratar de aprender inglés con Eminem o 50 Cent asegura una nota desaprobatoria en los cursos de inglés.

Como levantador de rating: Para los que tenemos un blog, de vez en cuando vemos que nuestra popularidad empieza a decaer y ya no recibimos tantas visitas como antes. En estos casos, escribir un post sobre los Beatles siempre nos trae sangre nueva a la lista de visitas que buscan en Google como la palabra “Beatles”.

Con esto esperamos haber cumplido con nuestra misión educativa sobre los Beatles, demostrando que aún faltan cosas por descubrir para el común de la gente sobre este nuestro grupo favorito. De nada.

martes, 24 de julio de 2012

En una Tierra Fantástica y lejana


El caballero Fendohir Glatdowan, hijo de Flowderhim, heredero del reino de Boslath, vencedor de los Raskirris, se encontró solo después de la batalla de Gresher, a pesar de haber por fin vencido a Mérodan, rey de Umferland y hecho huir a su ejército de dorfents por el río Anderwer hacia los Montes Giliardos, perdió el camino en el bosque de Vrack.

Buscando al resto de su ejército, espoleó a su fiel corcel Sobicald hacia el norte, esperando encontrar la entrada del valle de Rosloth. Cabalgaba sin prisa, pensando en su amada Norieth que lo esperaba allá en su castillo de Bagader, cuando se encontró con una pared rocosa que se elevaba muy alto. No puede ser – exclamó en voz alta – he llegado a las faldas del Nastem. Debo haberme desviado al este. Tal vez si cabalgo al oeste pueda llegar a Posmandin. Pero se hace de noche y debo descansar. Ya aparece la estrella Kelsiar en el cielo, que me guía en dirección al Orbinion. Ahora sé qué rumbo debo tomar.

A la mañana siguiente, el bravo Fendohir apagó el fuego y comió uno de los drafelts que guardaba en la alforja. La provisión debía durar hasta su llegada al paso de Madvin, que debía estar a pocas horas de camino.
Al mediodía salió del bosque y se encontró en un llano, lo que aumentó su perplejidad. - Esta no puede ser la planicie de Dolmatir, ya que he cabalgado siempre al oeste del Trumpelion… Entonces ¿Qué tierra es esta? Tal vez si vuelvo al sur y subo pueda ver dónde estoy… Tal vez vea a mis fieles Fehrters que deben estar buscándome.

La subida resultó más difícil de lo esperado, lo que se complicó con una torrencial lluvia. - Parece que el propio Harpael se empeña en ocultarme el camino -  pensó, - Sin embargo, debo buscar refugio. Buscando una saliente en las rocas, descubrió un extraño signo grabado en una especie de Trimbari. - Es extraño, pensó. El emblema de Ghirtien en estas tierras, debe significar algo. Con gran esfuerzo logró mover la roca para descubrir una entrada.

La cueva estaba llena de sinuosidades, pero Fendohir el Valiente, dueño de la espada Gramir, siguió como si conociera la ruta. Sospechaba algo. - ¿Serán acaso ciertas las historias de Desberth? Si es así, conoceré el misterio del Hispielf y la Eendoria verde. Después de una hora de seguir por los pasajes subterráneos, logró ver una luz que brillaba a lo lejos. - ¡Por Thivald, las historias del Eferion son ciertas!

Llegó a una especie de cámara subterránea donde un anciano barbado escribía en un gastado pergamino. Fendohir observó maravillado los inmensos estantes llenos de rollos.
- ¡Entonces las leyendas son ciertas! - Exclamó. - ¡Eres tú, el que le puso esos nombres tan extraños a todas las cosas en este mundo!

viernes, 20 de julio de 2012

La versión moderna del cuento

Froté la lámpara y apareció un genio imponente. Ni corto ni perezoso, expresé mi primer deseo en voz alta:
- Quiero una hermosa casa en el mejor barrio de la capital, que tenga tres pisos, muchas habitaciones, piscina, gimnasio….
El genio sacó su celular, diciendo: Tengo un primo que es maestro de obra ¿Quieres que lo llame para que te haga un presupuesto?

….

¡ABRETE, SESAMO! Exclamó con voz potente ante la puerta de la cueva. Sin embargo, nada pasó. ¡ABRETE, SESAMO! Dijo de nuevo. Otra vez la enorme roca que tapaba la entrada se quedó inmóvil.
- Maldición, lo había olvidado – gruñó. Te amo, Zaida – Dijo en voz muy baja.
La roca se apartó para permitir el ingreso a la cueva. Alí Babá entró refunfuñando – Odio cuando mi esposa cambia la clave… 

....

 Sherezada ese día se quedó falta de inspiración. Después de pensar por un buen rato, decidió que estaba harta de contar cuentos todas las noches, así que esta vez puso una película en video para que su esposo se durmiera…

lunes, 16 de julio de 2012

Los otros 90 minutos


Después de una noche de celebración del triunfo de su equipo favorito, Lolo Villanueva cayó víctima de la embriaguez. Y tuvo un sueño de lo más peculiar. Soñó que no había sobrevivido a la euforia, el esfuerzo de gritar durante los 90 minutos más las prórrogas y la tanda de penales. Y los ángeles y los demonios se habían reunido y habían decidido jugarse su alma en un partido de futbol. Como en el partido que había acabado con su vida, se decidía el descenso. Si los ángeles ganaban, se lo llevarían en hombros a un cielo que sería muy parecido a la celebración en los vestuarios. En cambio una victoria de los demonios significaba ser tratado como el entrenador del equipo perdedor, o como aquel jugador que falló el penal decisivo.

El partido empieza utilizando como balón una pelota dorada que representa el alma de nuestro buen Lolo. Como árbitro está un ateo, a quien no le importa el destino que corra el alma de Lolo, ya que no cree ni en el cielo ni en el infierno. Desde el inicio se ve que será un partido reñido. Los ángeles hacen un buen trabajo de equipo y verdaderamente juegan como los ángeles. Pero los demonios también tienen lo suyo. Ellos confían más en la habilidad individual. Hay un par de delanteros que hacen diabluras con el balón, y están dirigidos desde el banco por el propio Satanás, gran estratega de quien se dice que sabe más por viejo que por diablo.

El primer tiempo termina empatado sin goles, a pesar de varios ataques de los demonios que conocen el arte de engañar al rival en el dribleo. Pero los ángeles de la defensa son muy buenos y vuelan para atrapar las pelotas que van en dirección al arco. La mejor ocasión de los ángeles fue un tiro libre que fue fácilmente atajado por el demonio arquero que le preguntó al ejecutante hacia qué lado iba a patear, y el ángel, incapaz de mentir, reveló que iba a patear a la izquierda.

El segundo tiempo empieza con más ganas por parte de los ángeles que ahora atacan más. Sin embargo, la defensa diabólica está compuesta por demonios fornidos con cara de maleantes recién salidos de la cárcel. El entrenador angélico instruye a sus jugadores para bendecir la pelota antes de patear al arco. El truco funciona y el diablo arquero no puede tocar la pelota que termina en el fondo de las redes. El árbitro hace caso omiso a los reclamos de los diablos. En medio de la gresca el árbitro expulsa al capitán Luzbel, que sale quejándose de que siempre lo expulsan. Los ángeles van ganando, pero no deben confiarse. Los demonios juegan mejor cuando el partido se calienta. Con el fin de enfriar el ataque angelical, uno de los diablos intenta cabecear la pelota y revienta la pelota con el cuerno. Al árbitro no le queda otra que suspender el partido hasta conseguir otra pelota.

Cuando las acciones se reanudan, los diablos empiezan ataques desesperados, haciendo quiebres diabólicos sobre la defensa rival. Uno de los diablos se tira al césped alegando falta. El árbitro verifica que efectivamente la pierna del demonio está lastimada por el contacto con el pie de un ángel y decreta penal. Un cañonazo lleno de maldad deja al arquero indefenso y convierte el empate.

Con el partido a punto de terminar, Lolo Villanueva ve impotente desde el estrado VIP cómo los demonios están más cerca del triunfo. Los ángeles se defienden despejando con las piernas, con la cabeza, el pecho y hasta con las alas. El árbitro pita el final del partido con el marcador y Lolo celebra. ¡Me salvé! ¡Me salvé! 

El árbitro lo mira con desdén.
- No te has salvado, falta el partido de vuelta, y allí los demonios van a ser locales… 

Desde la noche de aquel fatídico sueño, Lolo Villanueva vive asustado. Ya no le gusta el fútbol, no quiere ni ver una pelota, y cada vez que escucha un silbato, el terror se apodera de él, creyendo que han comenzado los otros 90 minutos.

jueves, 12 de julio de 2012

Dos historias cortitas


En una ocasión estaba en una farmacia a ver si conseguía una recarga para mi celular, cuando en la cola de la atención se encontraba una pareja. Era fácil ver quién era el que estaba nervioso y quién era la que llevaba el mando. El hombre, pasaba revista a todas las compras inútiles que se suelen hacer antes de ir a lo que realmente quería comprar a esa hora de la mañana. Yo miraba con curiosidad y cierta diversión cómo, ante la impaciencia de la mujer, el hombre preguntaba por aspirinas, jarabes para la tos y otras cosas hasta llegar a lo que realmente quería comprar:
- ¿Tiene preservativos? 
- ¿Cuantos quiere? 

Mirada de duda en el hombre, mirada de impaciencia en la mujer. El hombre aventura una respuesta.
- ¿Dos? 
Aquí es donde finalmente interviene la mujer.
- ¿Cómo que dos? ¡Pide seis por lo menos! 

Solo me queda desear mentalmente un buen fin de semana a la pareja.

….

A veces las frases me cuestan trabajo, otras, me salen tan naturalmente, que no me doy cuenta hasta que veo la cara de mi interlocutor. Como la vez en que estábamos aburridos y buscando algo en qué pasar el rato:
- ¿Juegas a las damas? 
 - Y viceversa. 

Juro que no pensé nada para dar esa respuesta.

domingo, 8 de julio de 2012

La comida peruana (II)



En el post anterior hablaba de lo orgullosos que nos sentimos los peruanos por nuestra comida. Y la mejor manera de demostrarlo es cuando un extranjero se pone al alcance de nuestras manos.

Así pues, no hay extranjero hoy en día que no sea atacado por todos los peruanos que lo rodean, insistiendo en que pruebe la comida peruana. No digo que eso sea malo, pero últimamente estamos llegando a la exageración. A los pobres extranjeros los estamos atacando con tres o cuatro platos  a la vez, con una vehemencia que les hace pensar que una negativa es una ofensa a lo más sagrado que tiene nuestro país, y que de no llenarse de todos los platos se harán acreedores a un linchamiento o al menos una deportación.
- Pruebe este plato, don gringo, que también está muy rico…
- Sorry, I’m stuffed, estoy lleno…
- Pero si todavía no ha probado este cebiche, la chanfainita, su pachamanca, el olluquito y la causa rellena… ¡Que gringo tan zonzo!

Conversando con extranjeros que suelen visitar el país, me comentan que ya se corre la voz de que antes de venir al país se recomienda una preparación previa de una semana de dieta estricta, que lo haga soportar todas las invitaciones a comer que recibirá, so pena de regresar a su país llevándose como souvenir 3 o 4 kilos de más en una semana, además de un dolor de estómago que le hará recordar los momentos felices vividos en esta la tierra de los incas.

Dentro del orgullo por nuestra comida, se le debe demostrar además a los visitantes de otros países que nosotros podemos comer cosas que ellos no pueden. Es común retar al turista a comer el ají picante, ya sea en salsa o dentro de un cebiche. La vista del sudor corriendo por la frente del extranjero, el cambio de color en su cara y su desesperación por conseguir un poco de agua para pasar el picante, nos hace sentir peruanos superiores, frente a los débiles turistas que no pueden despachar un rocoto relleno.
¿Y si no le gustó la comida? Miradas de desaprobación, sentimientos de ofensa, o pena ajena por el pobre gringo que no sabe comer. Hasta que a alguien se le ocurre que la razón es porque no ha comido el plato adecuado.
¡Ah, es que está comiendo comida de Lima! ¡Tiene que probar la comida del norte! Y si no es la comida del norte, entonces que pruebe la comida de Ica, de la selva, del Cuzco, de Arequipa… Al peruano no se le mete en la cabeza que no pueda haber algún lugar del Perú que no tenga una comida que le agrade.

Culmino mencionando la historia de un peruano que viajó hace años a los Estados Unidos y puso una pollería de éxito por allá. Cada año regresaba y comía todos los días pollo a la brasa. Cuando le preguntaron por qué el dueño de una pollería en Estados Unidos venía aquí a comer pollo a la brasa, el respondía: Es que los gringos no saben comer… Allá les sirvo a su gusto pero aquí es más rico… 

miércoles, 4 de julio de 2012

La comida peruana (I)



Oiga, Inge, ¿Y cuándo habla de la comida peruana? 
Está bien, reconozco que es un tema de moda y que hace tiempo que no escribo nada sobre las costumbres de mi país. Es que he tenido siempre reticencias sobre el tema, pero habiendo pedidos, me lanzo al plato:

Recuerdo en los tiempos pasados que ya parecen edad de piedra con los tantos adelantos que ha habido, en que buscar un sitio donde comer medianamente bien en la ciudad de Lima era tarea titánica. En mi opinión, que expresaba siempre que tenía ocasión, en Lima simplemente no se comía bien, había que salir de la ciudad para darse el gusto. Era cosa sabida que en el mercado de la mayoría de las provincias y pueblitos del Perú se comía mejor que en los mejores restaurantes de la capital, los cuales no servían lo que llamamos “comida criolla” y que más bien se dedicaban a la comida internacional.
Lo más criollo que se podía encontrar era, paradójicamente el chifa. Para los que no lo conocen, el chifa es la comida china aclimatada a nuestras tierras, de modo que se ha creado un híbrido que no es ni chino ni peruano.

Poco a poco y con esfuerzo, se fue creando una cultura del buen comer que incluía dotes investigativas y paciencia para el buscador de buenos restaurantes. Sucedía en ese tiempo que mucha emigró a Lima desde las provincias trayendo sus recetas aquí, y abriendo restaurantes en corralones, garajes y patios cercados. Era entonces una aventura (y lo sigue siendo en muchos casos hasta ahora) ir acompañado de alguien que conocía el secreto de un restaurante sin anuncios ni publicidad, donde atendía la señora de la casa unos platos deliciosos sobre una mesa de tablas en piso de tierra. Era curioso observar elegantes autos que llegaban a barrios pobres o en la periferia de la ciudad a comer sabroso y económico.

Aunque esto sigue sucediendo en pequeña escala, el boom gastronómico peruano ya está traspasando fronteras, ayudado por un esfuerzo que nadie ha pedido, de promocionar ante todo el mundo las bondades de nuestra cocina. Tal vez uno de estos días alguien haga un estudio sobre la relación la pérdida del orgullo por la selección peruana de fútbol y el simultáneo incremento del orgullo por la cocina peruana.
Y también nos hemos vuelto comelones, valgan verdades. Tal vez porque pasamos no hace muchos años una situación donde ser gordo era considerado un signo de riqueza y se debatía en el congreso de aumentar los impuestos a aquellos que se les viera por la calle panzones y contentos. Ahora todo pareciera ser un buen motivo para reunirnos a comer. ¿Te ayudé en algo en el trabajo? Me debes un cebichito; ¿Por fin te decidiste a cambiar de trabajo? ¡Esto se merece una carapulcra!; ¿La señora de la esquina se quedó sin dinero? ¡Hagamos una pollada bailable para ayudarla! La lista de razones para reunirse a comer es tan extensa como la lista de platos en el menú.

Es que otro rasgo de los peruanos es que no comen solos. Tienen que comer hablando, contando chistes, gritando al comensal del otro lado de la mesa, y si es fin de semana, pidiendo una cervecita para ir bajando el ají. Como decía antes, ahora tenemos un inmenso orgullo por nuestra comida, y estamos dispuestos a retar al visitante de cualquier otro país a probar que acá en el Perú es donde se come más rico de todo el mundo.

- Pero… Los grandes expertos mundiales dicen que la mejor comida está en Francia. 
- ¡No me venga con esas tonterías, por favor! ¡Mi primo viajó a Francia una vez y me dijo que no pudo encontrar ni un cebiche decente!
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