sábado, 30 de junio de 2007

El (original) Tonto de la Colina

Cuando inicié este blog, tenía ganas de incluir el video de esta canción, pero no sabía cómo hacerlo. Ahora que ya lo sé, siento que estoy saldando una deuda conmigo.
Con Ustedes, el original Tonto de la Colina:




- Paul McCartney, como pueden ver en el video, compuso la canción solo, la grabó solo, hizo el video solo... y le dió el crédito a los Beatles.

Como ven, Paul es el original, yo solo soy la versión bamba.

domingo, 24 de junio de 2007

La mentira nuestra de cada día


[Musica de fondo: Es mentira - Joaquin Sabina]

A los peruanos nos gusta la mentira, hecho que se demuestra cada vez que nos toca elegir a un presidente, diputado o entrenador de futbol. En todos estos casos preferimos al que habla bonito, al que nos pinta lindos castillos de colores y al que nos promete que seremos la máxima potencia mundial.
A fuerza de escuchar mentiras, desconfiamos de quien nos dice la verdad, y aceptamos las mentiras aunque no las creamos, pues son una especie de sedantes que nos evitan disgustos y discusiones. ¿Para qué reclamar?, si es más facil creerle al otro y si no cumple, pues es culpa de ese otro, no mía.
Para ilustrar este punto, haré un recuento de todas las mentiras que me rodean durante un dia cualquiera:

Me despierto y mis primeras palabras del día son para pedir un pan con mantequilla, que recibo gustoso aún sabiendo que lo que me dan es margarina, Si tengo suerte y es fin de semana, comeré un tamal "de Chincha" que no ha conocido Chincha ni en el mapa. Al despedirme, prometo solemnemente regresar temprano, cambiar el foco y traer pilas para el control remoto.

Al salir a la calle, me encuentro con microbuses con una calcomania que dice que tiene aire acondicionado, baño y televisión. Los microbuseros son una fuente inagotable de mentiras. Aquí algunas: "Si señor, le dejo cerca", "No tengo sencillo", "Hay asiento", "Nunca paro aquí, no es paradero". Los pasajeros hacen su aporte al caudal de mentiras con frases como "Yo no te dí esa moneda", "Ya te pagué", "Voy a llamar a un guardia" y "Voy aqui nomás, cincuenta".

Los taxis, del mismo modo, siempre tienen una calcomania que dice que está vigilado por satélite, y el conductor conoce como llegar a todas las direcciones que le dés, además de que nadie te va a cobrar menos que él.

En el trabajo, es costumbre prometer la entrega del proyecto en una fecha que sabemos que no vamos a cumplir, pondremos más gente, y trabajaremos todo el fin de semana. El messenger lo utilizamos sólo para asuntos de trabajo, y las canciones que llenan el disco duro las debe haber bajado otras personas.

A la hora del almuerzo, me ofrecen chicharrón de calamar, ají de gallina y trucha que en realidad son de pota, pollo y tilapia, respectivamente.

En la tarde, lo habitual es jurar por mi santa madrecita que el trabajo ya está listo, solo faltan algunos detallitos, y que lo vamos a enviar antes de las 5:00 p.m.

Al regresar del trabajo, la televisión es la que nos brinda otra sobredosis de mentira, no en las series o telenovelas, que ya sabemos que son ficciones, sino en los noticieros. Aparecen siempre el paciente trabajo de seguimiento de la policía, la intencion de continuar la investigación caiga quien caiga, el voy a demostrar mi inocencia, no he cometido ningún delito, y la extradición del japonés está cada vez más cerca.

A la hora de dormir, prometo que mañana sin falta saldré temprano, traeré el foco y pondré pilas al control remoto. Las últimas mentiras del día me las digo a mi mismo al decirme que mañana por fin será el día en que todo cambiará y cumpliré todas las resoluciones que vengo arrastrando desde año nuevo.

Tal vez lo nuestro no es mentira, es nuestra forma de vivir.

PD. He retirado el anterior post, a pedido del moderador, ya que era una narración de Abraham Valdelomar, llamada "El Hediondo Pozo Siniestro", dedicada a la situación politica actual. A los que no llegaron a leer el post, recomiendo buscar la narración original y considerar lo poco que ha cambiado nuestro Gran Consejo de Siké en los últimos cien años.

viernes, 15 de junio de 2007

Tonto buscando trabajo



[Música de fondo: Working in a Coalmine - Devo]

A veces, los tontos debemos disfrazarnos de inteligentes para poder encajar en la sociedad. El mejor ejemplo es cuando un tonto busca trabajo. Por un prejuicio muy extendido, las compañias no parecen querer tener a un tonto trabajando para ellos (Las razones para contratar a un tonto son tantas que las dejaré para otro post), con la consecuencia de que debemos adoptar una falsa personalidad para poder obtener un trabajo que no nos hará ricos ni a ellos pobres, como dicen los vendedores de caramelos. Repasaré a modo de ejemplo una de las muchas veces que me he presentado a un trabajo:

Escena 1: Estoy sentado en una sala de espera con un terno que huele a guardado, con el aviso de "Importante Empresa Solicita Ingeniero", en compañía de otros dos tontos que deben estar postulando al mismo puesto que yo. Reconozco al primer tonto por la corbata del Pato Lucas en su terno azul. El segundo tonto se me revela al entablar una conversación conmigo:

- Hola, ¿Vienes por la chamba de ingeniero?
- Si, por el aviso en el periódico... A propósito, ¿A qué crees que se refieran con de "personal de ambos sexos"?
- Pucha, creo no cumplo, yo sólo tengo uno...
- Bueno, no creo que nadie se dé cuenta... Ojalá que tengamos suerte...

Me pongo a pensar que es imposible que ambos tengamos suerte, ya que solamente hay un puesto vacante, pero tengo tiempo de decir nada, ya que llega una señorita, quien pregunta por mi nombre y me pide que la siga.

Escena 2: Estoy ahora en una salita más pequeña sentado ante una mesa, esperando que llegue la encargada de recursos humanos. Sobre la mesa hay algunas revistas sobre gestión de recursos humanos que trato de leer rápidamente. Tal vez me ayude a la entrevista que vendrá, además, también me puede ayudar a conocer al enemigo.
La jefa de RR.HH. aparece con mi curriculum en la mano y me mira con atención. De repente tengo la impresión de que se me pasó la mano usando el Photoshop para la foto del curriculum. La entrevista discurre, al parecer con la señora RR.HH. tratando de ver si soy un mentiroso o de verdad soy tan bueno como dice mi curriculum, pues sólo me pregunta cosas que ya están allí.
Por último, la pregunta que más temía y de la cual, seguramente depende mi aceptación:

- ¿Cuales son sus pretensiones económicas?

Los libros y páginas web indican que antes de responder debo tener en cuenta el tipo de trabajo que voy a realizar, el tipo de empresa, y la situación del mercado laboral para ese puesto específico, pero esta señora no me ha dicho absolutamente nada sobre estos temas. Así que escribo una cifra al final de mi curriculum. Doña RR.HH. trata de permanecer impasible, pero yo noto un leve gesto de contrariedad.

- Muy bien, señor. Pase por favor para la prueba de aptitud.

Escena 3: Estoy en un aula con los dos tontos anteriores mas otros dos que deben haber llegado mientras estaba conversando con la RR.HH. La secretaria que me recibió nos reparte ahora un cuadernillo y unos papeles para resolver la prueba. La primera parte son preguntas psicotécnicas sacadas de un libro norteamericano, lo noto porque una de las preguntas dice si es que preferiria ver un partido de beisbol, o ver una película sobre los dificiles tiempos de la colonizacion.
La segunda parte es para completar series de figuritas. En estas dos partes, lo que más me demora es tratar de adivinar qué es lo que respondería una persona normal. Mirar a los otros no sirve de mucho, pues se ven tan tontos como yo. La última parte se trata de dibujar una persona. Recuerdo que siempre me recomiendan que le ponga piso al dibujo, así que trazo una raya horizontal y le pongo una flecha que dice "piso", como para que no hayan dudas. Luego, como me piden que sea una persona "completa" y que le escriba una historia, dibujo a un hombre gordo en una mesa y pongo algo así: "Este hombre se acaba de comer dos platos de cebiche, uno de jalea y la acaba de bajar con un rico sudado, así que ya está COMPLETO".
Al recoger nuestras hojas, nos ordenan esperar en la silla en que estamos.

Escena 4: Me hacen pasar a una oficina donde por primera vez en la tarde, veo a alguien que parece tener relación directa con el puesto al que postulo. En efecto, se presenta como el jefe del área que solicita el puesto, y me hace la recomendación de que no tenga miedo de decir la verdad. Decido hacerle caso, aunque sé en mi interior que es lo peor que debiera hacer. Revisa mi curriculum, que ya está lleno de anotaciones. La conversación va mas o menos así:

- Aquí veo que no tienes demasiada experiencia... ¿Te consideras adecuado para el puesto?
- A decir verdad, no sé de qué trata el puesto... (Quería sinceridad ¿no?)
- Cómo, ¿no sabes?
(enseñandole el aviso) - Pues aquí no dice nada... Y tampoco me lo han dicho desde que llegué...
- Bueno... (no parece contrariado, más bien divertido, debe ser una buena señal) ¿Crees que cumples con lo que se pide aquí?
- Cuando llegué, parecía que sí, pero ya llevo aquí 4 horas y creo que ya se me quitó lo de "dinámico y proactivo" (Esto ya no era sincero, era tonto)

- ¿Qué haces en tu tiempo libre?
- ¿Significa que en este trabajo me van a dejar tiempo libre? (otra metida de pata)
- ¿Cómo te ves de aquí a diez años?
- En el puesto de usted... No parece muy difícil... (ya dejé de actuar como inteligente)

Escena 5: La secretaria que me recibió me informa que en una semana se tomará una decisión y que me avisarán por teléfono. Al salir, ya ha oscurecido, pero no me siento frustrado ni molesto por haber perdido toda una tarde. Por el contrario, me siento feliz por no haber conseguido ese puesto. Aunque "falte una semana", sé que no me lo darán. La sonrisa de mi rostro no se me quitará hasta el día siguiente.

- Y, ¿Cómo te fué?...
- De maravilla! respondo.

viernes, 8 de junio de 2007

7 Mitos sobre los tontos


[Música de fondo: What Kind of Fool? - Barbra Streisand & Barry Gibb]

Existen muchas malas concepciones e ideas equivocadas sobre esa sufrida muchedumbre a la que pertenecemos los tontos del mundo, con el afán de crear un mejor entendimiento entre nosotros y el resto del mundo, paso ahora a desenmascarar algunos de los muchos mitos que circulan impunemente sobre los tontos:

Mito 1: Un tonto sabe el tipo de tonto que es. Cada vez que un tonto dice o hace una tontería, alguien pregunta ¿Qué clase de tonto eres?, cómo si el tonto en cuestión supiera todas las distintas clasificaciones y escalas de comportamiento tonto. La realidad es que cada vez que un psicólogo intenta hacer una clasificación sistemática de los tipos de tontos existentes, aparece un tonto que no encaja en ninguna de las categorías propuestas, ya que los tontos suelen también tener una gran creatividad. Del mismo modo, tan pronto alguien intenta proponer una escala para determinar lo tonto que es una persona, aparece un tonto que sobrepasa la escala.

Mito 2: Un gran esfuerzo deja tonto a cualquiera. Este mito nació paradójicamente en los centros de estudio. Todos hemos sabido de alguien en el colegio, universidad o instituto de alguien que pasa con la mirada perdida, o hablando solo. Inmediatamente nos enteramos de que ese alguien es el que tiene las mejores calificaciones. El primer comentario será "Claro, y el esfuerzo lo dejó tonto". Esta actitud refleja más bien una envidia hacia los que saben más que uno, a la vez que nos infunde un miedo instintivo hacia el esfuerzo. Por eso estamos como estamos en este país.

Mito 3: Una pregunta simple es una pregunta tonta. Cuando alguien formula una teoría brillante con postulados audaces, suele aparecer un tonto que ataca las bases de dicha teoría con una sola pregunta simple. Luego, esta pregunta es tachada de "tonta" para evitar el tener que responderla. Es precisamente con las reguntas simples con las que se logran los mayores adelantos en la historia de la Humanidad. La simple (no tonta) pregunta de quién fue primero, si el huevo o la gallina, puso en tela de juicio toda la idea del creacionismo y llevó a la moderna teoría de la evolución.

Mito 4: Un tonto es igual a un estúpido. Existe una sutil pero importante diferencia entre ser tonto y ser estupido. El tonto piensa diferente. El estupido piensa mal. El tonto es inocente de los incidentes que causa y nunca trata de hacer daño a nadie. Es como un niño aprendiendo, nadie puede culparlo de equivocarse a propósito. El estúpido en cambio, al hacer algo equivocado, tiene plena consciencia de sus actos, pero los realiza porque cree que podrá sacar ventaja de ellos. Por eso las fallas de un tonto no son punibles, las de un estúpido sí.

Mito 5: A nadie le gusta ser tonto. A diferencia de lo que muchos creen, ser tonto es una condición deseable. La sabiduría tiene el don de hacer infeliz a la gente. Cuando alguien pasa por la calle sonriendo, a nadie se le ocurrirá pensar que es alguien sabio. Por el contrario, se le tachará automatica e inevitablemente de tonto.

Mito 6: Un tonto nace cada minuto. Este mito es una consecuencia del anterior. Ya que los tontos son más felices y reciben la comprensión y amabilidad de mucha gente, muchos optan por hacerse pasar por tontos. También muchos estupidos pretenden ser considerados tontos hasta lograr sus siniestros objetivos. Esto hace que el número de tontos en nuestra sociedad parezca mucho mayor de lo que realmente es. Aún si fuera cierto que nace un tonto cada minuto, también nacen unas 2,000 personas cada segundo en el mundo, lo que hace que el porcentaje poblacional de tontos sea infimo. Lástima que los censos no lo registren como una variable demográfica.

Mito 7: El que hace una tontería es un tonto. El ser tonto es un instinto natural en todo ser humano. Nos hace humanos, en realidad. Por eso, las tonterías no son un atributo exclusivo de los tontos. Parafraseando a la Biblia, una persona inteligente comete 7 tonterías en un día. Y con este séptimo mito yo he cumplido mi dosis diaria.

viernes, 1 de junio de 2007

La Guitarra



[Musica de Fondo: The Guitar Man - Bread]


Vengo escuchando musica desde hace mucho tiempo. El problema es que al parecer tengo dos oídos izquierdos, que no pueden diferenciar una nota de otra en la escala. Aun así, siempre recuerdo haber tenido una radio encendida al alcance de mis orejas. Mis recuerdos musicales incluyen haber sido sacado un par de veces a hacer el ridiculo en las actuaciones del colegio en primaria, tratando de cantar por ser el único tonto capaz de aprenderse la letra de las canciones.

Mientras tanto, en mi casa, a mi padre se le ocurrió comprar una guitarra, la que tenía que compartir con mi hermano mayor. Recuerdo haber ido con la guitarra por la calle hacia la casa de alguien que trataba de enseñar a tocarla. Solo muchos años después descubrí la razón por la que esas clases fueron un fracaso rotundo y jamás pude sacar una sola nota: Soy zurdo y la guitarra estaba invertida para mí. También sería justo reconocer que mi hermano mayor tampoco adelantó mucho más que yo. Esta primera guitarra fue víctima de mi mal oído tiempo después. En aquellas clases me "enseñaron" a afinar la guitarra, y al tratar de hacerlo 5 o 6 veces en mi casa, las cuerdas quedaron tan tensas que despegaron el puente. Los intentos de pegarla con cola siempre duraron poco tiempo. Así pues, la guitarra quedó como un adorno en mi habitación por muchos años, sin cuerdas, rota e inutil.

Mientras tanto, mi gusto por la música creció. Descubrí a los Beatles, luego a Queen, y finalmente a los Doors, lo que significó una revolución en mis gustos musicales cuyos efectos duran hasta hoy. De vez en cuando me asaltaban deseos de botar esa guitarra y comprar una nueva, pero la época no era la más indicada. Yo estaba en la Universidad y Alan García estaba en Palacio, lo que significaba que tenía que dedicar todas mis energías a sobrevivir, tanto en la Universidad como en el país.

Por lo menos en la Universidad, y después de un breve lapso en que me desconecté de todo tipo de música, descubrí a Sabina. Sabina me llevó a Serrat, Serrat me llevó a Silvio, y de allí hasta la fecha. Al terminar la Universidad, más tarde de lo originalmente planeado, recuerdo haber hecho una pequeña encuesta entre mis compañeros sobre lo que comprarían con su primer sueldo de ingenieros. A todos a quienes pregunté respondieron que una cámara fotográfica o una guitarra.

Fue una de esas pocas veces en que he estado de acuerdo con la mayoría. La cámara demoró un poco en realidad, la guitarra demoró aún más. Tuve dos oportunidades. La primera fue durante mi primer trabajo, en un viaje, cuando un músico venido muy a menos me ofreció la suya a un precio módico. El problema era que yo también trabajaba a sueldo mínimo (derecho de piso, que le llaman).

La segunda fue en otro trabajo, en que la obra estaba a muy poca distancia del taller del dizque mejor fabricante de guitarras del país. Esta vez el precio fue el que me hizo poner pies en polvorosa, sin contar con la poca amabilidad del vendedor. La tercera fue la vencida, y como suele sucederme, fue la oportunidad quien me buscó, no yo a ella. Una de esas ferias artesanales se instaló justo frente a mi casa. Estaba sin trabajo, pero con una gran necesidad de levantarme la moral. Me gustó el sonido (quizá gracias a mi falta de oído), y me gustó el color. No fue una decision inmediata, demoró justo el tiempo en que regresaba a mi casa por el dinero necesario.

He tratado de aprender a tocarla por mi cuenta desde entonces. Fiel al antiguo temor, no me he vuelto a inscribir en un curso. No he avanzado mucho, ya que como dije antes, me es muy díficil diferenciar las notas. Pero la gente que me conoce parece creer que yo no solamente sé tocarla, sino que lo hago muy bien.

- Oye, te he escuchado tocar la guitarra ¿que estabas tocando?
- ¿Me creerás que no tengo la menor idea?

Algunas veces, mi condición de zurdo es la que me salva en reuniones.

- A ver, enseñame una de tus canciones en mi guitarra...
- No puedo, yo toco la guitarra al revés...

La verdad es que no he podido hasta ahora completar una canción, ni qué decir de cantar y tocar al mismo tiempo. Pero eso no me detiene. Tomo la guitarra cuando no tengo nada que hacer y no hay muchos testigos alrededor. Trato de recordar las canciones más simples que conozco... y fracaso en el intento.

Pero me gusta que esté allí. Me sirve para recordarme que soy tan tonto que no puedo aprender a tocar una guitarra.
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